La fuerza secreta de la luz en la mujer
Primera
parte
La mujer, ha recibido de
Dios una Fuerza especial que le confiere tal delicadeza de la que carece el
hombre, y esto en relación con la noble misión que Dios le ha encomendado
cumplir en la Tierra.
La mujer debe pensar
siempre en ser noble, en convertirse realmente en todo momento en una mujer.
Ella sólo puede convertirse en noble y verdadera, a condición de que viva cada
momento de su vida en pensamiento, palabra y obra de acuerdo con las Leyes
Inmutables, Justas, Perfectas e Incorruptibles de Dios que gobiernan todo en la
Creación de una manera auto - activa.
Esta Fuerza recibida de
Dios para ayudarla en su noble misión en la tierra, ella tiene el deber de
activarla, de hacerla vivir en su vida para que la auxilie en su misión terrenal.
La mujer no debe perder
el tiempo haciendo nada, o en aquellas cosas que no la elevan y no le dan la
dignidad de una verdadera mujer que ayuda, que influye y educa, solo con su
apariencia, en el silencio y con su presencia ante el hombre. Para esto debe
levantarse, despertar y buscar siempre ponerse al servicio de Dios haciendo
algo bueno que esté de acuerdo con las Leyes de Dios.
Esto, naturalmente, debe
verse externamente en su vestido, su apariencia exterior, que debe inspirar
respeto donde refleja la nobleza y la modestia, propias de una verdadera mujer.
Por eso toda mujer debe controlarse, examinarse para estar siempre presentable
en todo momento y donde quiera que esté.
Una mujer puede influir y
atraer la atención de los hombres hacia ella por la nobleza de su vestimenta,
la forma en que se viste. Esta apreciación no debe desarrollarse en los hombres
hasta el punto de pensamientos fantasiosos e impuros sobre las mujeres.
Hablamos de aquellos hombres que no controlan sus pensamientos, pero que se
dejan influir fácilmente por pensamientos negativos cuando ven a una mujer. Es
la Fuerza de la Luz en la mujer la que actúa y atrae la atención del hombre
hacia ella. No es sólo el efecto de su belleza, sino esta Fuerza silenciosa en
la Mujer.
Hay mujeres de todo tipo
que la gente puede imaginar en la tierra. Cada una es particular en su belleza
que es diferente a las demás, tienen una belleza que difiere de una mujer a
otra, para decir que toda mujer es hermosa.
Hay mujeres que siempre
están presentables por su atuendo, serán apreciadas por esta noble forma de
vestir, y llamarán la atención de los hombres y personas que las admiran. La
mujer debe pensar en ser noble en todo momento, este es un consejo y una
recomendación de la Luz.
La Luz agradece a
aquellas mujeres que, antes de salir, controlan el vestido que llevan para que,
aunque llamen la atención de los hombres como mujer, por el vestido noble y
modesto que llevan, no provoque en el hombre que pensamientos de seducción, sino
que se limite a apreciarla por su noble vestir como una gran dama respetuosa,
digna y merecedora de respeto.
La seducción es una
acción que va ligada a la oscuridad. Hablando de seducción, vemos a aquellas
mujeres que utilizan esta acción en sus vidas con el propósito vil y específico
de atraer la atención de los hombres hacia ellas. La atención del hombre hacia
la mujer debía ser toda natural normal y en conexión con la Fuerza y Misión
que Dios le ha dado a la mujer.
Una noble misión de suma
importancia para ayudar a la elevación de la humanidad a través de la evolución
espiritual del ser humano, en una forma de vivir de acuerdo con la Voluntad de
Dios. Es en las mujeres que Dios ha puesto esta Fuerza que hace que los hombres
se sientan naturalmente atraídos por las mujeres.
Pero esta atracción fue
desviada, distorsionada por la misma mujer por la que el hombre se sentía
naturalmente atraído para ayudar en su evolución espiritual por el bien de la
humanidad.
La mujer introdujo la
seducción para atraer sobre sí toda la atención del hombre por otros motivos
contrarios a la noble misión que Dios le encomendó en la Creación: ayudar al
hombre con la finura de su Fuerza dada por Dios y que el hombre no tiene.
A través de la seducción,
la mujer empuja a los hombres a desarrollar pensamientos negativos sobre ella
en lugar de los inocentes; sobre el aprecio del hombre por la mujer, que es respeto
y gran consideración.
La mujer debe buscar
conocer su misión, para llevar este modo de vida de acuerdo con la Voluntad de
Dios, llegar a lo que debe de ser, una verdadera mujer, dirigiendo su Fuerza
sobre lo que es noble para la elevación de la humanidad y no la que abusa de su
poder de influencia sobre el hombre centrándolo todo sólo en sí misma.
La mujer verdadera, la
mujer noble digna de tal nombre, debe distinguirse también exteriormente por su
conducta, su atuendo, su manera de vestir, que debe ser noble, presentable,
modesta. Cuando hablamos de ropa, no nos referimos a la ropa cara, sino a la
que está limpia y cubre el cuerpo su cuerpo.
Mirando a la mujer, vemos
cómo se ha corrompido, degradado con el tiempo, al adoptar estilos de vestir
que le roban su dignidad como una verdadera mujer que tiene una misión
primordial de Dios para el bienestar y el futuro de la humanidad. La mujer se
ha transformado en una caricatura de lo que debería ser si hubiera respetado y
seguido la Voluntad de Dios.
El vestido de la mujer
verdadera, la mujer noble y modesta, debe reflejar el estado interior de su
conciencia y de la misión que Dios le ha encomendado. Debe llevar un modo de
vida conforme a las Leyes de Dios que la hacen ser lo que es, y eso se refleja
en su vestido, en su ropa. La mujer se transforma interior y exteriormente.
Aun si no tuvieran
conocimiento de su misión, no sería un impedimento. Como mujeres, naturalmente adoptarían
comportamientos nobles y modestos, simplemente porque dentro de sí mismas llevan
nobleza y modestia que merece el respeto y dignidad de los hombres.
Con el tiempo, notamos
como la mujer se ha degradado gravemente espiritualmente al ver todas estas
transformaciones que trae en su forma de vestir que también refleja su estado
interior degradante.
Antiguamente, las mujeres
vestían ropas nobles y modestas que cubrían todo su cuerpo. También usaban
sombreros, que no eran para cubrirse la cabeza, sino que iban de la mano con su
noble y modesta vestimenta por lo que el sombrero complementaba a la
perfección.
Los cambios de clima, no
fueron razón para que no vistieran de manera noble y modesta. Los cambios de
estaciones cálidas a frías no influyeron mucho en su deseo de vestir, siempre con
la dignidad de mujer, que valoraban y respetaban. Aun así, no deben pensar en
usar ropas nobles para ser vistas, apreciadas o admiradas por la gente. La
única justificación debe ser conservar su dignidad de mujer verdadera que
respeta la Voluntad de Dios en su vida.
En la palabra, se dan las
enseñanzas y consejos de la Luz sobre la mujer, su papel, su misión en la
Creación y la importancia de que ella vista siempre un vestido noble y modesto
para estar presentable ante los hombres, los cuales la respetarán por eso. A
pesar, sin embargo, vemos mujeres que leen la Palabra y se supone que son
conscientes de estas enseñanzas, pero las descuidan y exponen su cuerpo sin
ninguna vergüenza a la vista de todos.
Una mujer debe procurar
que su nobleza se refleje en su vestimenta, comenzando por su hogar, donde
también comienza su misión de mujer, de verdadera mujer. No debe llevar su ropa
para seducir, sino para que su marido la aprecie y la admire en toda su nobleza,
que inspira respeto, consideración y merece protección. También los niños deben
ver en su madre la imagen de una mujer noble ejemplar, una mujer que, cuando
sale de su habitación, viste ropas que hacen resplandecer su nobleza.
Una mujer, consciente de
su protagonismo en la Creación, no esperará la ocasión de un evento o ceremonia
para pensar en vestir ropas nobles y modestas. Tan pronto como salga de su
habitación, debe usar ropa noble durante todo el día.
La forma de vestir de una
mujer debe despertar en el hombre una visión diferente de respeto, dignidad y
nobleza, en lugar de provocar en el hombre pensamientos negativos que son
inapropiados para las mujeres y que en realidad no las elevan, sino que las degradan.
Acontecerá, y cuando
acontezca, los hombres se preguntarán, y se indignarán, y hablarán de la maldad
de una mujer, a causa de su vestido indecente, y a causa de su mala manera de
vivir, que tal mujer se humillará a los ojos de los hombres; perderá toda
credibilidad de la verdadera mujer, aquella real que ennoblece a todos con su
sola presencia y sin decir una palabra.
Es una humillación para
la mujer, y también afectará a su familia, y a los niños, si es que viven con
ella.
MUCHA FUERZA.
Maestro Juan