El ruido de un tarro de metal, arrastrado por la fuerza del viento sobre la carretera, sonó en sus
oídos como un anuncio especial que, hizo brotar una sonrisa de sus finos
labios. Una brisa rozó su rostro y eso acarició tanto su alma, que hizo alzar
su mirada a los cielos, ¡justo cuando regaba los crotos de su patio! que
con tanto amor los cuidaba. Dirigir su vista a los cielos ¡fue como un
agradecimiento espontáneo de su alma! una acción, llena de alegría por el nuevo
tiempo que empezaba.
.....................
Johnny de Jesús Pallasco Valdivieso.
Santa Elena, 23 de diciembre de 2020
No hay comentarios.:
Publicar un comentario