martes, 6 de diciembre de 2022

31. EL MAESTRO UNIVERSAL

 

31. EL MAESTRO UNIVERSAL


SE LE LLAMA Maestro Universal no porque deba instruir al mundo, o acaso fundar una religión capaz de unir o dominar al mundo, en términos más específicos, a la Tierra, o mejor aún, a la humanidad terrenal; se le llama Maestro Universal porque nos explica el “mundo”, porque nos trae las enseñanzas concernientes al universo. Es decir, ¡aquello que el hombre necesita saber verdaderamente! Él enseña a reconocer el “universo” y su actividad autónoma, a fin de que el hombre terrenal pueda regirse por ello y, de esa forma, le sea posible ascender conscientemente gracias al conocimiento de las verdaderas Leyes del universo.

Se trata, pues, de una enseñanza universal, de una enseñanza acerca del mundo, de la Creación.

¡Tras este auténtico Maestro Universal se yergue también, esplendorosa, como en aquel tiempo en el caso de Cristo, la gran Cruz del Redentor, visible para los clarividentes puros! Se puede decir también: “¡Él lleva la Cruz!” Pero sin que ello tenga nada que ver con sufrimientos y martirios.

Constituirá uno de los signos que, “iluminado vivamente”, no podrá ser objeto de simulación de ningún charlatán ni de mago alguno, por hábil que sea, y que pondrá de manifiesto la absoluta autenticidad de Su Misión.

Este acontecimiento supraterrenal no es que carezca de sentido alguno, que sea arbitrario, es decir, contrario a la naturaleza. Se comprende en cuanto se conoce el verdadero sentido de lo que es en realidad “la Cruz del Redentor”. Esta Cruz no es idéntica a la cruz de la pasión de Cristo, mediante la cual la humanidad tampoco pudo ser redimida, como repito varias veces y describo detalladamente en mi conferencia “La crucifixión del Hijo de Dios y la última Cena”. ¡Se trata aquí de algo completamente diferente, sencillo en apariencia, pero de una prodigiosa grandeza!

La Cruz ya era conocida antes del tiempo de Cristo en la Tierra. ¡Es el signo de la Verdad divina! Y no sólo el signo, sino también su forma viva. ¡Y puesto que Cristo era Mensajero de la Verdad divina, de la Verdad auténtica, y que procedía de la Verdad, estaba en estrecha e inmediata unión con Ella, llevando en sí una parte de la misma, ceñida vivamente a Él y en Él! ¡La Verdad se manifiesta en la Cruz viva, es decir, luminosa e irradiante por sí misma! Puede decirse que Ella y la Cruz son una misma cosa. Dondequiera que se encuentre esa Cruz radiante, allí reside también la Verdad, pues aquella no puede quedar separada de ésta, sino que ambas forman una unidad, ya que esta Cruz representa la forma visible de la Verdad.

Así pues, la Cruz con sus rayos o la Cruz radiante es la Verdad en su forma original. ¡Y dado que el hombre sólo puede elevarse mediante la Verdad y no de cualquier otra forma, el espíritu humano podrá alcanzar su verdadera redención únicamente reconociendo y tomando conciencia de la Verdad divina!

¡Como, por otro lado, sólo en la Verdad se halla la redención, se concluye que la Cruz, o lo que es lo mismo, la Verdad, es la Cruz redentora o la Cruz del Redentor!

¡La Cruz del Redentor! ¡Pero para la humanidad, el Redentor es la Verdad! Sólo mediante el conocimiento de la Verdad y, como consecuencia, siguiendo el camino que reside en la Verdad o que está indicado por Ella, puede el espíritu humano quedar libre de la alienación y confusión actuales, para ser elevado hacia la Luz, liberado y redimido de su situación presente. Y puesto que el Hijo de Dios que fue enviado, y el Hijo del Hombre que ahora ha de venir, son los únicos Mensajeros de la límpida Verdad, inherente a ellos, tendrán que llevar consigo, por Su propia naturaleza, inseparablemente la Cruz, es decir, tienen que ser Portadores de la Cruz radiante, Portadores de la Verdad, Portadores de la redención, que para los hombres reside en la Verdad. Ellos proporcionan mediante la Verdad la redención de los que la admiten, de los que siguen por el camino indicado. – ¿Qué valor tiene frente a esto la astuta palabrería humana? Se desvanecerá en la hora de la angustia.

¡Por eso dijo el Hijo de Dios a los hombres, que tenían que tomar la Cruz sobre sí mismos y seguirle, es decir, acatar la Verdad y vivir de acuerdo con Ella! Adaptarse a las Leyes de la Creación, aprender a comprenderlas exactamente y a no utilizarlas más que para el bien mediante sus efectos autoactivos.

Pero, ¡qué es lo que ha hecho, una vez más, el limitado ingenio de los hombres de una cosa tan sencilla y tan natural! ¡Una doctrina de dolor, que no era querida ni por Dios, ni por el Hijo de Dios! Así quedó trazado un camino falso, que no tiene nada en común con el indicado, sino que se aparta de la Voluntad de Dios, que sólo quiere conducir a la alegría, mas no al sufrimiento.

Sin duda, es un terrible símbolo para la humanidad, haber clavado al Hijo de Dios precisamente en lo que constituye la forma terrenal de la imagen de la Verdad, y de haberle torturado a muerte. ¡Martirizado en el símbolo de la Verdad que él portaba! ¡Pero la cruz del suplicio, que se expone en las iglesias, no es la Cruz redentora!

“El que está en la Fuerza y en la Verdad”, se ha dicho acerca del Hijo de Dios. La Fuerza es la Voluntad de Dios, el Espíritu Santo. Su forma visible es la Paloma. La forma visible de la Verdad es la Cruz que irradia por sí misma. Ambos signos se apreciaban vivamente en la persona del Hijo de Dios, ya que Él estaba en ellos, y esto constituía en Él una manifestación evidente y natural.

¡Lo mismo se manifestará en el Hijo del Hombre! La Paloma, encima de Él, la Cruz del Redentor detrás de Él. ¡Pues también Él esta ligado inseparablemente a ellas como Mensajero que es de la Verdad, “el cual está en la Fuerza y en la Verdad”! ¡Tales son los signos infalibles de Su auténtica Misión encaminada al cumplimiento de las profecías! ¡Signos imposibles de ser imitados, indestructibles, que sirven de advertencia y, a pesar de su temible seriedad, también de promesa!

¡Ante ellos tiene que apartarse inevitablemente toda oscuridad! ¡Levantad vuestra mirada! ¡En cuanto se anuncien los inexorables precursores de su venida, barriendo su camino de cuantos obstáculos fueron amontonados por la vanidad humana, caerá la venda de los ojos de muchos, que poseen la gracia de poder reconocerle de esta manera! Entonces tendrán que dar testimonio en voz alta, obligados por la Fuerza de la Luz.

Ni uno de los falsos profetas y guías tan numerosos en el día de hoy, podrá subsistir ante Su presencia. Pues mediante esos dos signos, que nadie puede llevar, a excepción del Hijo de Dios y del Hijo del Hombre, Dios mismo da testimonio de Su Servidor; frente a esto, toda argucia humana tiene que enmudecer. –

¡Estad alerta, pues la hora está más cerca de lo que todos vosotros lo pensáis!


* * *




Esta conferencia fue extractada de:

EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

* * *

Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La fuerza secreta de la luz en la mujer 1

  La fuerza secreta de la luz en la mujer Primera parte   La mujer, ha recibido de Dios una Fuerza especial que le confiere tal delica...