viernes, 23 de diciembre de 2022

59. ¡VIVID EL PRESENTE!

 

59. ¡VIVID EL PRESENTE!

SI SE OBSERVA a los hombres, se descubrirán en ellos diferentes categorías. Unos viven exclusivamente en el pasado, es decir, empiezan a comprender una cosa después que ya ha pasado. Así es que nunca pueden gozar plenamente de lo sucedido, ni sentir toda la gravedad de la situación. Después de consumado un hecho, es cuando empiezan a interesarse por él, a entusiasmarse o a lamentarse. Y en ese continuo hablar sólo del pasado, en ese lamentarse o sentirse a gusto en él, pasan por alto cada uno de los sucesos presentes. Únicamente cuando esos sucesos son viejos, es decir, cuando dejan de ser actuales, empiezan a apreciarlos.

Otros, a su vez, viven en el futuro. Desean y esperan siempre cosas futuras, y olvidan así que el presente puede ofrecerles todo eso, olvidan también obrar de tal forma que puedan hacerse realidad muchos de sus sueños futuristas.

Puede decirse que ambos grupos, a los cuales pertenece el mayor número de los hombres, nunca han vivido realmente sobre la Tierra. Pierden su tiempo terrenal en cosas baladíes.

Habrá también quienes interpreten la exhortación: ¡Vivid el presente! en un sentido completamente falso; tal vez entiendan que yo los insto a gozar y disfrutar cada momento, que los animo a llevar una vida un tanto despreocupada. Muy numerosos son ya los que entienden la Vida de esa absurda manera y van por ella dando tumbos.

Cierto que con esa exhortación insto a gozar al máximo cada momento, pero a gozar interiormente y no de forma superficial solamente. Cada hora presente ha de ser realmente vivida por el hombre, tanto en el dolor como en la alegría. Todos sus sentidos, pensamientos y sentimientos deben abrirse al presente, deben estar despiertos. Sólo así podrá sacar de la existencia terrenal todo el provecho que ella le tiene reservado. Ni pensando en el pasado, ni soñando en el futuro, podrá vivir realmente una experiencia personal tan intensa como para dejar impreso en su espíritu un sello que llevar consigo al más allá como un bien ganancial.

Si no vive de esta manera, tampoco podrá madurar, pues la maduración depende solamente de las experiencias vividas.

Ahora bien, si durante su existencia terrenal no vive el presente constante e intensamente, regresará con las manos vacías y se verá obligado a recuperar el tiempo perdido, por no haber estado despierto ni haberse apropiado de nada mediante las experiencias vividas.

La vida terrenal es una especie de escalón en la existencia total del hombre; un escalón tan grande que sólo puede ser salvado por el ser humano. Pero si éste no asienta su pie firmemente y con decisión en ese escalón, le resultará imposible pasar al siguiente, pues necesita el precedente como punto de apoyo.

Si el hombre se imagina toda su existencia como una serie de escalones ascendentes que van desde la Tierra hasta la Luz, comprenderá perfectamente que no podrá pasar al escalón inmediato superior más que después de haber ocupado debidamente el anterior, cuando se haya asentado en él firmemente. Esto puede ser expresado con más propiedad aún: el escalón inmediato superior no puede formarse más que a partir de un cumplimiento total e imprescindible del escalón que corresponde vivir personalmente. Si el ser humano no cumplimenta el escalón en que se encuentra mediante la experiencia vivida — lo único que puede servirle para madurar — no podrá percibir el escalón siguiente, porque para ello se precisan las experiencias vividas en el anterior. Únicamente pertrechándose de esas experiencias se adquiere la fuerza suficiente para descubrir el escalón inmediato superior y subir a él.

Así es como se va pasando sucesivamente de un escalón a otro. El hombre que quiera alcanzar un elevado fin, no lo alcanzará nunca sólo con fijar su mirada en él, no prestando la debida atención a cada uno de los escalones que llevan hasta allá; pues los escalones que él mismo ha de construir para su ascensión serían demasiado inestables y ligeros, y se vendrían abajo al intentar subir por ellos.

Pero ese peligro queda excluido por el hecho natural de que un escalón inmediato no puede formarse más que a partir de un cumplimiento total del escalón presente. Por consiguiente, el que no quiera pasar la mitad de su existencia en un mismo escalón, regresando a él una y otra vez, deberá esforzarse en pertenecer siempre por entero al presente; deberá impregnarse de él, vivirlo, a fin de sacar provecho espiritual.

No faltarán tampoco beneficios terrenales, siendo la primera ventaja que ese hombre no esperará recibir de sus semejantes y de su época nada que ellos no puedan proporcionarle verdaderamente. De este modo, nunca sufrirá decepciones y vivirá en armonía con su medio ambiente.

Pero si sólo lleva dentro de si el pasado y los sueños futuristas, sus esperanzas se saldrán fácilmente del marco del presente, por lo que se encontrará necesariamente en disonancia con él, lo que será causa de males no sólo para él, sino también para su ambiente inmediato.

Cierto que también se debe pensar en el pasado para sacar enseñanzas de él, y en el futuro para obtener estímulo, pero sólo el presente ha de ser vivido con plena consciencia.

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EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

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Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio


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