60. ¿QUÉ DEBE HACER EL HOMBREPARA PODER ENTRAR EN EL REINO DE DIOS?
SERÍA ERRÓNEO dar contestación a esta
pregunta, tan frecuentemente expuesta, con una indicación precisa tal como: haz
esto y aquello. De este modo no se indica
aún camino ninguno. En esa respuesta no habría vida, y, por la misma razón,
no podría surgir de ella nada vivo capaz de infundir el indispensable impulso
hacia arriba, pues la Vida es la
única e imprescindible llave que abre las puertas de la ascensión.
Pero si digo simplemente: “Haz
esto y aquello, y abstente de esto”, es lo mismo que dar unas muletas frágiles
y superficiales, con las cuales nadie puede andar correctamente y con libertad,
pues esas muletas no pueden servir al mismo tiempo para “ver”. Y, sin embargo,
es preciso ver claramente el “camino” que se presenta ante uno, ya
que de lo contrario las muletas no servirán de nada, y el hombre en cuestión
andará cojeando de un lado para otro cual ciego en un camino desconocido. No,
no es eso lo que procede hacer, pues no conduciría más que a un nuevo dogma, el
cual sería un obstáculo que impediría toda ascensión.
Considere el hombre que, para
poder entrar en el reino del Espíritu, es menester, como es evidente, llegar
hasta allí. El es quien ha de ir; el
reine no vendrá a él. Ahora bien, ese reino se halla en la cúspide de la
creación, es su punto culminante
propiamente dicho.
Pero el espíritu humano se encuentra
todavía en las profundidades de la materialidad física, por lo que resultará
fácilmente comprensible para todos, que habrá de recorrer el camino que va
desde esas profundidades hasta las añoradas alturas para poder alcanzar el fin
propuesto.
Pero, para que no se pierda,
necesita conocer exactamente todo el
trayecto a recorrer, y no sólo el trayecto en sí, sino también todo lo que
pueda encontrar en él, todos los peligros que le amenazan y los medios de ayuda
de que dispone. Comoquiera que todo ese trayecto está situado en la creación, mejor dicho, es la propia creación, resulta
absolutamente necesario que todo el que se dirija hacia el reino espiritual conozca previamente con exactitud esa
creación que conduce hasta allí y que él ha de recorrer necesariamente; pues,
de lo contrario, nunca llegará a la meta.
Pero, hasta ahora, ningún hombre
ha podido describir la creación de modo que llegue a ser conocida tal como es
indispensable para la ascensión. Dicho de otra forma: no ha habido nadie que
haya sido capaz de hacer claramente visible el
camino hacia la Mansión del Grial, el punto más alto de la creación, esa
mansión erigida en el reino del Espíritu como templo del Altísimo, allí donde
no existe otra cosa más que un puro servir
a Dios, pero no en sentido figurado, sino en su realidad más absoluta.
Ya el mensaje del Hijo de Dios
mostró ese camino, pero ha sido objeto de numerosas y falsas interpretaciones por parte de la pretendida sabiduría de
los hombres, lo que ha dado lugar a una mala
disposición de las señales indicadoras, las cuales desvían al espíritu
humano de la verdadera senda y no le permiten llegar a la cumbre.
No obstante, ya ha llegado la
hora en que cada espíritu humano ha de elegir por sí mismo entre “sí” y
“no”, entre el día y la noche, entre la ascensión hacia las alturas luminosas y
la caída. Esa decisión será definitiva e irrevocable, sin que sea posible
modificarla después en modo alguno. Por eso es que, una vez más, llega un
mensaje procedente de la mansión luminosa. Ese mensaje vuelve a colocar las
señales indicadoras en la posición
conveniente, de manera que los buscadores serios puedan distinguir el verdadero camino.
¡Dichosos aquellos que pongan
todos sus sentidos y todo su corazón en regirse por ese mensaje! En él hallarán
el conocimiento de lo que existe en
la creación, y él les mostrará los escalones
que su espíritu ha de utilizar para la ascensión, a fin de poder entrar en el
reino del Espíritu, en el Paraíso.
Cada uno en particular encontrará
allí lo que él necesita para elevarse
hacia la Luz mediante las facultades que él
posee.
Sólo eso da vida, libertad para ascender y posibilidad de desarrollar las
facultades personales imprescindibles para tal ascensión; sólo eso puede librar
al hombre del yugo de un rígido dogmatismo que le convierte en esclavo sin
voluntad, le impide toda evolución personal y, con ello, no sólo obstaculiza la
ascensión, sino que la hace absolutamente imposible para muchos.
El hombre que conozca la creación
en toda la actividad de sus leyes, comprenderá también muy pronto la gran
Voluntad de Dios. Si, además, se acomoda a ella como es debido, la creación, es
decir, el camino, no le servirá más que para
una gozosa ascensión, pues procediendo de esa suerte también se acomoda a la
Voluntad divina, por lo que tanto su camino como su vida tienen que ser justos
necesariamente.
No se trata de alzar los ojos
devotamente, ni de hacer penitencia, arrodillarse y rezar, sino que se trata de
hacer realidad la oración, ponerla en
práctica vivamente, según una actividad sana, gozosa y pura. No se trata de
pedir un camino sollozando, sino de percibirlo
con mirada agradecida y seguirlo con
gozo.
Así, pues, toda vida susceptible
de ser considerada como grata a Dios es muy distinta de lo que se ha venido
creyendo hasta ahora, es mucho más hermosa, mucho más libre; es mantenerse en la creación debidamente, tal
como vuestro Creador os indica por medio de la misma creación, que, en sentido
figurado, es la mano que Dios tiende a la humanidad.
Por eso, exhorto una vez más: ¡Considerad
todo como algo efectivo y real, y
nunca más como algo ficticio! De este modo seréis realmente vosotros mismos, en lugar de ser las sombras sin vida que
ahora sois.
¡Procurad conocer debidamente la
creación a través de sus leyes! ¡He
ahí el camino que asciende hacia la Luz!
* * *
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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