La Cruz resplandece.
Columnas blancas se
levantan, unos lirios se derraman, todo es blanco, un mar de blancura. Encima
de las columnas, veo una cúpula resplandeciente de luz, se abre en su centro y
la forma de un Lirio aparece, y una Luz poderosa baja en el lirio y la Paloma
cernea por encima del Lirio.
Luego
del Lirio, veo la Luz derramarse y hundirse en la copa sobre el altar, todo es
blanco. De cada lado del altar son unos Ángeles. Veo seres femeninos
arrodilladas ante los escalones del altar, sus manos están
extendidas, sus corazones abiertos como una flor. Y del altar la Luz
fluye y se derrama hacia cada ser oferto a la Luz. La blancura resonó y tañe, la blancura como un mar de
lirios. Todo es blanco.
Oíd:
“Vosotros
que están unidos, vosotros que estáis en oración, en el corazón de vuestra flor
una gota de blancura ha sido depositada. Favor inmenso que es otorgada”.
Oye
espíritu humano, oye:
“Tenga cuidado de esa
gota de blancura, afín de que no sea ensuciada. Que ella crezca en ti para
cubrirte como un abrigo, el abrigo de la
fidelidad. La fidelidad, que esta palabra resuene en ti y que sea viviente, que
tu querer, tus pensamientos, tus acciones sean dirigidas únicamente hacia la
Luz.
La
fidelidad: ser verdadero, para la luz en toda sencillez.
La fidelidad: ser
como un niño que se deja guiar por La luz.
Vosotras las mujeres,
purificáis el hogar vuestros pensamientos, y de vuestra copa se derramará la
blancura de vuestra fidelidad hacia la Luz. Y tenga en cuenta que esta perla de
la blancura no sea ensuciada.
Oíd mujeres de la
tierra y avanzáis sobre el camino que se abre ante de vosotras, camino de
blancura y que por debajo de vuestros pies
florecen solamente lirios. Sean fieles y verdaderas”.
Señor
sea agradecido por la Gracia inmensa que Tu nos otorga.
Astrid.
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