jueves, 19 de enero de 2023

013 - Imágenes y el texto del 20 de octubre de 2008:

 

013 - Imágenes y el texto del 20 de octubre de 2008:

Veo una montaña, veo círculos de luz bajar hacia ella, esto es como espirales, luego veo a otros círculos subir de ella. La montaña levantada esta como dentro de una espiral de círculos de oro que bajan y que suben que se entrecruzan y se entrelazan.

Y luego veo una luz azul, de un azul de hielo, envuelve la montaña como un manto.

Luego veo una espada encima de la montaña, la punta toca la cumbre de la montaña, y allá yo veo una luz de color verde resplandeciente, y en este verde aparecen unos enrojecidos. Y la luz verde estalla y se propaga como numerosos hilos anclándose en esta montaña. Luego veo un águila puesto sobre sus patas, como si tuviera la cima de esta montaña en sus garras.

Luego veo la Cruz radiante, una luz deslumbrante se desempeña de ella que rradia en todas direcciones.

Y luego veo la Paloma cernearse en esta luz incandescente. Flujos de luz oro, azul, verde, rojo, todos estos flujos brotan de esta luz incandescente.

La montaña está rodeada y atravesada por un inmenso tejido, que nada puede alcanzarla, es como aislada, como protegida en un capullo.

Y oigo: “La Santa Luz brilla sobre la tierra.”

Luego veo un círculo de Ángeles rodear la montaña, círculo de protección. Las espadas son levantadas, nada pueden venir a perturbar lo que se prepara, lo que se engrana.

Luego veo la tormenta, y la montaña es como una isla de luz en medio de esta tormenta, en medio de las tinieblas. Es como una joya en medio de la inmensa tormenta que se desata de todos los lados. Es aquí inasequible y de ella irradia la luz que brota se derrama en todas direcciones. Todo es como sumergido por esta luz y nada, nadie puede escapar. Es como un maremoto.

Veo el viento, el agua, el fuego, la tierra, todo se trastorna, todo está en acción, todo está en movimiento.

Luego veo un castillo levantarse por encima de la montaña, un ser gigantesco domina el castillo, parece al mismo tiempo ser este castillo, y se eleva su voz, ella truena, poder se desempaña de ella. Es como un huracán que rompe de su boca, y todo su ser.

Sobre él cernea una majestuosa Águila, sus ojos son como oro fundido. Y luego veo círculos de seres inmensos, y otros más pequeños al servicio de los más grandes. Los escudos levantados y oigo como tambores que resuenan, todo parece hervir, y luego veo aves negras y oigo gritos de victoria que brotan de sus gargantas.

Diríamos una armada de elementos y ondas poderosas radian de esta armada, como si enviaban resonancias de advertencia antes del diluvio. Diríamos como olas, unos ecos que se repiten incansablemente, ecos que se adelantan y que han empezado ya a trabajar sobre la tierra y en ella, ecos que, ya que desde la venida del Señor, se intensifican y esto hasta las repercusiones finales que van sacudir la tierra y toda la parte cósmica de Éfeso, repercutiéndose en las otras partes cósmicas.

Y escucho una voz poderosa, una voz de profunda seriedad, como un huracán que apunta y sigue siendo todavía de una densidad atenuada, que dice:

“Oiga, espíritu humano, escucha la llamada de los elementos.

Oiga la llamada de Merkur.

Oiga la llamada que se repercuta de plano en plano, de una esfera en esfera.

Oiga el tronido retumbante que palpita en el corazón de la tierra.

Oiga como este tronido como rugidos.

Oiga las advertencias del viento, antes que él barra todo lo que no vibra en la Voluntad.

Oiga el viento que como innumerables alas que palpitan de más en más fuerte.

Oiga el fuego que fluye por las venas de la tierra y que la carga de energía en los pulmones de los volcanes a punto de estallar y purificar de todo lo que no vibra en las Leyes del Eterno.

Oiga el canto del agua que se intensifican de octavas en octavas. Los sonidos se amplifican sobrellevando las ondas, haciendo rebosar los arroyos, ríos, brazos de mar.

Oiga el canto de Neptuno que llama y que concentra el agua en las entrañas del mar.

Oiga el agua del cielo que llama el agua de la tierra, el astro lunar amplifica su resonancia atrayendo a él todos los caminos de las aguas, las del cielo y las de la tierra, a fin de reunirse formando una sinfonía gigantesca.

Oiga la tierra, oiga sus quejas acusando al hombre de la tierra. Quejas como copas de ira listas para derramarse. Oiga su manto que se estremece, tiembla y que se hunde, enterrando todo lo que ha actuado en contra de la Luz.

Oiga el poder de los elementos. Todo está listo para la renovación, todo se activa y el desencadenamiento de los elementos va amplificarse hasta la purificación completa de toda la parte cósmica de Éfeso, de la tierra.

Y tú, espíritu humano, o serás elevado, si debe subsistir para servir a la Luz, o de lo contrario serás barrido como una fruta inutilizable, de esta maravillosa creación.

Oiga la voz de los elementos, oiga la voz de la Esencialidad, y únete a ella, que le guiará en la tormenta que comenzó a desencadenarse y crecerá. Será tu poderosa ayuda que te protegerá y te levantara fuera de esta crisis.

Si te mantienes en la confianza inquebrantable hacia la Luz ,y tu Señor y Rey, entonces nada puede llegarte, nada puede alcanzarte.

Pero ten cuidado porque esa confianza debe ser verdadera y resplandecer como una luz en el corazón de tu ser, de la luz de la fidelidad y tu amor por el Eterno.”

(La voz de Odín que resuena porque Merkur lo ordenó, por su Señor y Rey).

Y luego oigo:

“Escuchen el silencio avisador, el silencio exhortante, el silencio anunciador.”

Luego veo otras imágenes trastornadoras:

Los elementos desencadenados, volcanes en erupción, la subida del mar, la tierra se abre, el mugido de las aguas, el viento devastador que rompe. Luego veo a los seres rodeado de una protección de luz, otros aplastados por la fuerza y tirados al suelo, inertes. Veo seres dejarse guiar por los esenciales y guiar otros seres, veo seres tragados por las entrañas de la tierra, otros enterrados por el fuego, el agua.

Y entonces veo seres sobre unas barcas, sus rostros confiados, dejándose guiar por la Luz. Otros son guiados por la Cruz que aparece ante sus ojos, otros ven su guía de luz, sus ojos estaban abiertos. Y luego veo unos refugios preparados por los esenciales. Y luego veo las furias apoderarse de ciertos seres, y la locura se desata, y veo a los seres matándose por miedo, el odio, la furia de todo lo que les une a las tinieblas. Y luego veo los animales volverse contra los que les hizo sufrir. Y luego veo una torre desplomarse y oigo: “Babilonia ya no está, en la oscuridad se ha perdido para siempre.”

Y luego veo el cielo abrirse y la luz aparece como un nuevo nacimiento, como una Cruz de Luz, sus rayos benefactores rozan la tierra suavemente. Unos rayos de amor, difundidos sobre la tierra a fin de curar sus heridas, para reforzarla, nutrirla, abrevarla como una madre que acaba de dar a luz a su hijo, y le da gota a gota de su fuerza, a fin de renovar como el amanecer que se levanta en una luz rosada.

Y luego veo la montaña de la Luz, la Cruz radia en su cima, y veo puentes tejerse de ella hacia el exterior, y los guardias se encuentran en cada puente para acoger a aquellos que han renacido a una nueva vida y que vienen a saludar y agradecer a su Señor y Rey en un agradecimiento y adoración llenos de fidelidad y amor por el Eterno, el Dios Todopoderoso. Y luego veo la tierra renacer, colores suntuosos la engalana, todo es vivificante, todo irradia de belleza y de alegría, de fidelidad y de agradecimiento.

 

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