¡Yo os envío!
¡Id, anunciad y explicad mi Palabra en la Luz de la Verdad! Para que el Reino de Dios venga por sobre la Tierra.
¡Venga Tu Reino! Cuantas veces ya
fueron pronunciadas estas palabras, desde que el Hijo de Dios, Jesús, estuvo
aquí en esta Tierra. Proferidas con entusiasmo, pensadas con ardientes
suplicas, indecible nostalgia por aquellos, que verdaderamente luchan por la
Luz y por la elucidación.
Y ahora, cuando golpea esta hora
máxima en el gran acontecimiento universal, en que el Reino de Dios deberá
venir hasta vosotros, seres humanos terrenos, vosotros queréis pasar al lado de
él, queréis incluso combatirlo, porque no llega de una manera, como vosotros lo
pensasteis en vuestra restricta capacidad de imaginación.
No sabéis lo que con eso lo
hacéis. ¡Pero eso no os protege del hecho de que, ahora, tenéis que sufrir las
consecuencias de vuestro actuar hasta el término final, incluso por más amargo
que él sea, y tal vez también haya que ser vuestro fin!
Por lo que ya hace milenios
rogasteis e implorasteis, cuando la enfermedad, aflicción o miseria golpearon,
advirtiendo, vuestras puertas, vosotros lo debéis recibir, una vez que es
llegado el tiempo para eso, y ahora no dais mayor atención a eso de lo que a un
mendicante, que os es incómodo.
¡Sagrado, sin embargo, es Dios!
¡Y sagrada también la Palabra, que Él os envía! ¡Él no más permite que el
sagrado sea maculado impunemente por los seres humanos infieles, quienes se
juzgan ser más de lo que son ante Él y de la intangibilidad de la Creación, Su
obra, que Él les cedió solamente por gracia! — Sagrada, sin embargo, es también
Su ira, que el atrevimiento de la humanidad ha forzado ahora sobre si, a fin de
que se desencadene y purifique las partes del Universo, las cuales tal falso
proceder ha apestado.
En sagrada justicia, la
retribución alcanzará ahora todos los seres humanos, en aquella manera,
como ellos propios prepararon el suelo para eso, y con aquella intensidad,
conforme ellos la merecen.
¡Justicia! Ella vendrá para todos
vosotros, para cada uno conforme la medida, que él formó en si, debido a su
querer hasta ahora. —
A través de todos los cielos y a
través de todos los mundos resuena cristalina, férrea, severa la única palabra:
¡justicia! ¡Y esta palabra es vida, se convertirá Juicio para vosotros!
Inmediatamente, sin demora ella se acerca impetuosamente, propasa, comprende
toda la Creación con una fuerza irresistible, poderosa y grandiosa, superior a
todo el pensar humano... ¡sagrada!
Y con esta
justicia el Reino de Dios se ancla en esta Tierra, en la Creación entera, para
que ahora puedan sentirse felices y salvos todos aquellos, quienes anhelan
sincera y humildemente por la Luz.
¡Se mostrará quién pertenece a
ésos! No más habrá “si” tampoco “mas” para los seres humanos en la Tierra, con
lo que hasta ahora desperdiciaron su mejor tiempo solamente de modo sospechoso
y frívolo. Eso les será quitado y con eso arrancada de las manos la arma, que
ellos, con persistencia, dirigieron contra si propios, clamorosa y
devastadoramente.
¡La sagrada ira de Dios efectúa
ese milagro! Vosotros, sin embargo, id entonces, anunciad y explicad mi
Mensaje, que trae el Reino de Dios sobre la Tierra para los seres humanos.
¡Anunciadlo y explicadlo, sin
embargo, incluso correctamente! No mezcléis nuevamente el vino con
el agua, como ocurrió antaño, cuando Cristo Jesús peregrinaba por la Tierra y,
además, cuando él ya no lo estaba.
¡Por eso, primero vosotros tenéis
que asimilar el propio Mensaje plenamente en vosotros, antes que puedas
anunciar de él a los demás! ¡Y cuando queráis transmitir la Palabra, luego lo
hagáis de la forma como yo la di a vosotros! Dejad permanecer
en ella mi voluntad, así como ella es, y no coloquéis en las mismas palabras
vuestra voluntad. —
¡Eso condiciona, por su vez, que
conozcáis precisamente mi voluntad! ¡Al anunciar mi Mensaje tenéis que seguir
exactamente la edificación, así como yo la di para vosotros!
Reside, en eso, una sabia conducción, precisamente intencionada, para las almas
humanas, que anhelan por la Luz. Tomad eso como directriz para
el trabajo constructivo y para la conducción. No debéis, arbitrariamente,
cambiar algo en eso, no podéis, por puro capricho, tomar del medio ésta o
aquella disertación en la suposición de que precisamente esa deba ser
especialmente usada para un indagador.
Eso solamente parecería así
en el principio, pronto se torna, luego, perceptible lo que con eso omitisteis.
Paso a paso tenéis que conducir las almas, sin precipitación, con paciencia,
así como yo os conduje; pues ellas llegan ignorantes como niños con relación a
todo aquello, que ya se ha vuelto familiar para vosotros.
No exijáis de ellas aquello, que
vosotros podéis dar; pues no debéis olvidar que yo elevé vuestro espíritu para
una capacidad de comprensión mayor de lo que el ser humano, en
general, lo consigue. ¡Vosotros sois agraciados, para que ahora
podáis cumplir!
Cosas, que ya hace mucho se
tornaron evidentes para vosotros, y sobre las cuales ya no más habláis ninguna
palabra, son, para los que buscan, además grandes revelaciones, que ellos
primeramente tienen que aprender a asimilar plenamente, antes de que puedan
proseguir en el saber.
Nunca debéis esperar que los
indagadores tengan que esforzarse para penetrar en las alturas de vuestra capacidad
de comprensión, pero, sí, vosotros tenéis que os acercar de ellos espiritualmente,
tenéis que tirar vuestras manos a todos los que piden, en el nivel de su capacidad
de comprensión, solamente así éstos podrán agarrar los auxilios y en ellos moverse
hacia arriba.
Tampoco mezcléis nada de
disertaciones del tiempo actual con partes del contenido del principio del
Mensaje; pues no se pueden coadunar, porque ellas tienen que seguir una
tras otra, a fin de ofrecer los escalones para la comprensión cierta. En la
secuencia por mi determinada es exigido incondicionalmente un continuo madurar;
pues yo inicio con los principios de la comprensión de hasta entonces y amplio
el saber poco a poco, de tal forma, que un espíritu humano pueda
seguirme en eso. A continuación yo extiendo cada vez más las partes de la
Creación, separo mucha cosa, que hasta ahora todavía permanecía bajo una
expresión colectiva, en nuevas partes, las cuales yo antes todavía no hube
mencionado.
Solamente así me
fue posible, con el tiempo, desenrollar un cuadro de grandes cosas, que el ser
humano puede comprender, mientras me siga meticulosamente, sin antes omitir en
eso un único escalón o treparlo de modo demasiado liviano. ¡La menor laguna lo
convertiría completamente imposible para él!
En la edificación de mi Mensaje
está incluido también el misterio de la omnisciencia, que conoce los espíritus
humanos y también sus capacidades mejor de lo que vosotros, seres humanos, lo
lográis. ¡Y a esa sabiduría os tenéis que someter en todos los casos, al
contrario jamás alcanzaréis lo que anheláis!
¡Yo no os transmito el Mensaje,
para que, en su transmisión a los seres humanos, podáis proceder con ella
conforme vuestro puro capricho, pero, sí, yo condiciono que
él haya que permanecer inalterable en todo, que él contiene y
como él es! ¡Quien quiera cambiar solamente la mínima parte del sentido, la
mínima palabra, aunque también con la mejor buena voluntad, se torna culpado!
¡Él es la Sagrada Palabra de
Dios, en la cual el ser humano no debe tocar, para tal vez moldarla más cómoda
para sí, o incluso para un poder comprender más fácil a los espíritus humanos
indolentes!
La edificación tiene que
permanecer, así como yo la di para vosotros. Y quien busque estremecer algo en
ella debe ser excluido de la gracia de dar algo de eso a otro. En eso, ya ha
sido pecado suficientemente con la Palabra de Jesús, donde la inteligencia
humana quiso seleccionar, sólo porque no la comprendía, y porque mucha cosa
parecía incómoda para la realización terrena. Se prefirió, luego, conservar
mucho más algo terreno y se torció la Palabra, para que
quedase en concordancia con la manera humana de pensar.
¡En su edificación, el Mensaje
ofrece para el alma humana un continuo caminar hacia el alto, hacia su máximo
perfeccionamiento! Poned atención en eso, nunca os dejéis inducir a desviar de
eso.
¡Ponderad, es de vuestra parte
un conducir! En el conducir se sigue inmóvilmente hacia adelante y
no se salta siempre de nuevo hacia tras, a los lugares, que ya hace mucho
tiempo fueron transpuestos.
No tratéis la Palabra Sagrada
así, como era usual hasta ahora en los tiempos y en las iglesias. No toméis
alternadamente partes del medio, del comienzo o del fin, a fin de luego
debatirlas explicando y aclarando, pero, sí, seguid en eso siempre solamente el
único camino firme, que os di en la edificación. ¡La Palabra no
debe orientarse en acuerdo a los seres humanos, pero, sí, todos los seres
humanos en acuerdo a la Palabra! Pues la Palabra es, los seres
humanos, sin embargo, necesitan primero todavía tornarse.
De esta vez, el ser
humano tiene que acercarse de la Palabra, no la Palabra de los seres
humanos individuales.
Comprended eso bien y grabadlo
firmemente en vosotros; pues en eso reside el auxilio para los
seres humanos y, para vosotros, suceso. ¡No desmembréis la Palabra,
pero, sí, separad los seres humanos en grupos, que han que
dejarse conducir por espíritu hábil! Luego está cierto.
¡Iniciad con cada grupo siempre en el principio! No aceptéis nadie en el medio
de esos, que no haya antes se esforzado en recuperar todo, con a fin de, en
eso, estar en una sólo línea con los demás.
Sería errado, si en el
proseguimiento de las disertaciones, en un grupo de oyentes serios, fuese
siempre de nuevo retrocedido indistintamente para disertaciones anteriores,
para la propia comodidad. Sin embargo, bien entendido: yo me refiero con eso
solamente a los que enseñan y a los que conducen,
a aquellos, que divulgan mi Palabra, no a oyentes o lectores.
Los oyentes o lectores pueden
naturalmente recurrir siempre a trechos anteriores, para si propios,
una vez que cada frase, desde el comienzo, tiene un contenido
propio y necesario para el saber, y que no se repite de manera igual. El ser
humano no puede prescindir de eso.
El alma humana es conducida
cuidadosamente en mi Palabra. Precisamente en la edificación residen todos los
apoyos de que el alma necesita. Por esa razón, ella también no debe dar saltos,
ni hacia delante y ni hacia tras. Evidentemente, ella necesita estar firme en
cada escalón, antes de levantar el pie para el próximo escalón. Si cumplís eso,
ella llegará también sin caída y sin parada a la perfección, a su meta.
Por eso, seguidme también aquí:
así como yo en mis disertaciones aquí encima busco vivir conforme vuestro actual
modo de ser, así tenéis vosotros, en vuestra actuación,
que os adaptar siempre a la respectiva madurez actual de los seres humanos, si
queráis realmente auxiliar a los que piden, y tener éxito en eso.
Por esa razón, vosotros fuisteis
agraciados y preparados distantes del mundo en general, cada cual de vosotros
conforme su especie.
Por lo tanto, acautelaos de
utilizar cosas ya pasadas para la respectiva madurez. Pero evitad, también, que
os anticipéis en vuestras aclaraciones. Ambas coyunturas actúan perturbando,
reteniendo y repeliendo, en lugar de favorecer, por mejor que haya sido
intencionado. Con eso causáis daños en lugar de provechos, dais piedras en
lugar de pan.
¡Por eso, permaneced vivos en
la Palabra y en los seres humanos, esforzaos en mantener
continuamente armonía entre estos dos polos, estableciendo equilibrio en
vosotros propios, si queráis divulgar verdaderamente la Palabra en mi
sentido!
Nunca tornéis eso cómodo para
vosotros, pero, sí, os mantened vivaces dentro de vosotros y
también alrededor de vosotros; ¡pues la Palabra Sagrada es vida!
¡Anunciaciones de la
Palabra no deben tornarse agradables horas de
enaltecimiento para los seres humanos, pero, sí, las más intensivas
horas de trabajo de su espíritu, y también horas de trabajo para
vosotros propios, quienes queréis divulgar la Palabra!
¡Vosotros no debéis enaltecer los
seres humanos, pero, sólo, guiarlos! Conducir en un camino rumbo a las alturas
luminosas. ¡Eso requiere esfuerzo! En eso no debe haber saltos ni hacia tras,
ni hacia adelante, ni confusión desordenada, solamente para seleccionar trechos
agradables, por elección propia. ¡Quien quiera llegar a un bello mirador, éste
también habrá que transponer siempre todo el camino que lleva hasta allá, al
contrario no podrá apreciar esa vista! Poned atención solamente a esas
alegorías en la naturaleza, que os pueden ofrecer la mejor orientación para
muchas cosas, sí, para todo el actuar.
¡Y, cuando habléis, elegid una
manera de expresión simple! Solamente en la simplicidad reside
grandeza. Sin embargo, acordaos siempre de que simplicidad jamás debe ser
confundida con comodidad. Eso sería errado. ¡Precisamente todo lo que es
verdaderamente simple exige el mayor desenvolvimiento de fuerzas en vosotros
propios!
Lo simple condiciona también una
genuina autenticidad; pues sin autenticidad la simplicidad caería
inmediatamente en el ridículo. Con simplicidad en el pensar, hablar y actuar
nada puede haber engaño, ninguna falsedad, porque eso no puede ocultarse en
ella. La simplicidad tiene que ser totalmente verdadera, al
contrario no puede subsistir, al contrario ella no es ninguna
simplicidad, la cual permanece inseparable de la Verdad.
Por eso, solamente la Verdad puede
ser expresa con palabras simples y claras. Todo lo demás necesita de bellas
palabras para circunloquio, de frases pomposas, apéndices, solamente para que
suene a alguna cosa. Precisamente así ocurre también con vuestra actuación
y toda vuestra conducta. ¡Solamente cuando os podáis tornar realmente simple en
eso, seréis también realmente verdaderos en vosotros!
¡No confundáis, acaso, la
simplicidad nuevamente con la pobreza o con la miseria! Esto es algo totalmente
diverso.
La simplicidad desenvuelve
belleza de toda especie, aún más, ella propia es la belleza, y
belleza es naturalidad en todas las formas; pues el natural es, en sí, siempre
bello. Únicamente el ser humano transforma tanta cosa, a la fuerza, en
caricatura, porque ha perdido la simplicidad dentro de si.
Convocados, aun mucho tendríais
que aprender y en muchas cosas os tenéis que cambiar todavía, sin embargo, sólo
os resta todavía tiempo para la acción, no más para la reflexión o
para un lento madurar. ¡De la noche para el día tenéis que estar listos dentro
de vosotros!
Los convocados asumieron el
compromiso de vivir ejemplarmente en la vida pública, en la
profesión y también en la familia, en suma, de ser verdaderamente ser humano,
como es agradable a Dios y favorece la Creación entera, cuyos ricos frutos él
puede usufructuar en todas las formas, que ella, continuamente, le ofrece,
semejante a una mesa siempre hartamente puesta.
Si a algunos no les es permitido
acercarse, a fin de saciarse luego eso solamente es culpa de seres humanos,
quienes se interponen maliciosamente; pues la Creación ofrece todo, lo que el
ser humano necesita, y ofrece también lo suficiente para todos, que ella acogió
como huéspedes. —
¡Sin embargo, no debéis solamente
enseñar la Palabra, pero, sí, tenéis que tornarla también viva dentro de
vosotros y en vosotros! ¡También en vosotros, exteriormente!
Vosotros propios tenéis que os moldar en acuerdo a la Palabra.
¡Quién traiga viva la Palabra
dentro de sí, en él ella también se exterioriza por si, impredeciblemente, no
sólo en el hablar, pero, sí, también en todo el actuar! Él se esforzará para
esmerarse en el anhelo, en el vestuario, en los movimientos, él irá y tendrá
que esforzarse para ser de tal forma, que se torne una alegría para
sus semejantes, sea en la profesión o en la vida cotidiana, a la mesa o en sus
horas de descanso, no importa, él formará todo su ser de tal modo, para que en
eso actúe de forma terrenalmente perfecta.
Este es el deber, el blanco, que
cada ser humano tiene en la Tierra, también por esa razón él
está encarnado aquí en la Tierra. Él debe pulirse entre los seres humanos. Aun
cuando, entonces, tenga que dejar su cuerpo de materia gruesa sobre la Tierra,
cuando tenga que seguir la peregrinación por la Creación... aquello que
adquirió para si al obligar el cuerpo grueso, el dominio, la nobleza de sus
movimientos, todo eso él lleva junto, como propiedad del alma.
El desenvolvimiento interior del
espíritu tiene que mantener el mismo paso con su especie corporal, en la
armonía.
No es posible que un espíritu
humano sea en sí realmente noble y maduro, si él, como ser humano terreno,
todavía se presente corporalmente relajado. En ese caso, algo tampoco está
cierto con su espíritu. ¡En absoluto!
El ser humano terreno, sin
embargo, en la mayoría de los casos, imagina eso de modo diferente; por esa
razón existen muchas personas, las cuales permanecen muy descuidadas en
relación a sí propias y en la convivencia con los demás, que incluso toman sus
comidas de tal manera, que molestan a los que están sentados alrededor, porque
ese hecho repele lo más simple sentido de belleza. Eso es falta de
consideración con relación a los prójimos, y de manera alguna comprueba madurez
o valor interior.
¡Precisamente en eso existen
muchas, sí, muchísimas cosas, que son decisivas para tantas cosas grandes,
incluso para la ascensión espiritual! ¡Tal manera de vivir se prende
también espiritualmente de modo estorbador al ser humano, no
solamente terrenalmente! Precisamente a eso fue dado, hasta ahora, muy poco
valor. El ser humano clasificó muchos modos de expresión de las deficiencias
espirituales simplemente bajo una expresión colectiva “falta de tacto” o “falta
de sensibilidad”.
Las cosas son incisivas para
mucho infortunio de una persona, estorbadoras para la ascensión, terrenal y
también espiritualmente. No son insignificancias, como uno
piensa, tampoco cosas secundarias, pero, sí, todas ellas son expresiones de
deficiencias espirituales, que quedan adheridas también en el
traspase, y que, por su vez, son capaces de forzar algunas almas humanas a
muchas reencarnaciones intermediarias en esta Tierra, estorbando, por lo tanto,
su ascensión, tal vez, por fin, la impiden totalmente.
¡Moldaos, por eso, en acuerdo a
la Palabra, también exteriormente, seres humanos, manteniendo el
paso en eso con vuestra madurez progresiva, al contrario os hará falta la
armonía y, aunque con la mejor buena voluntad, podréis, muchas veces, ser
arrastrados hacia tras, impidiendo la ascensión!
No existe nada de unilateral para
el ser humano. ¡El espíritu no puede madurar sólo en la Tierra, sin llevar
consigo también el cuerpo terreno en su desenvolvimiento! El ser humano de
buena índole, que terrenalmente todavía permanece descuidado, muestra que su
espíritu no puede, simultáneamente, ser denominado de bueno; pues
ser bueno equivale a ser espiritualmente maduro para las planicies más
luminosas. Pero esto no es posible sin el esfuerzo corporal de mantener el paso
con el espíritu.
Y eso es posibilitado a cada categoría
profesional, sin distinción, incluso a la persona más sencilla; pues eso no
requiere nada más de lo que solamente la buena voluntad y la disposición de
obligarse a eso. No exige ni tempo, ni dinero, ni cualquier otra cosa; pues
puede ocurrir en toda parte y a cualquier tiempo.
Durante el trabajo, como en las comidas o en las horas de descanso, igualmente
en los entretenimientos y en las distracciones. No hay en la vida ningún
momento, en que eso no sea posible realizar.
¡Por esa razón, dejad vuestro
comportamiento exterior, a partir de ahora, dar testigo de vuestro espíritu,
que, en la verdad, ya hace mucho está sediento por eso!
Quien no se esfuerce en ese
sentido, ése irá junto con aquellos,
quienes en eso se asemejan a él y quienes, por esa razón, tienen una vibración
igual a la de él, que él no molesta. Con eso se establece una especie de
armonía también en esa especie, ellos pueden ascender con más facilidad, porque
ningún rencor los retienen, rencor ese que, con su conducta descuidada, ellos
de otra forma provocarían en los demás.
¡Tras habéis cumplido todo eso,
sólo entonces os podréis presentar ante los que buscan, os
podréis mostrar! ¡Luego seréis así como los indagadores lo
esperan de vosotros! ¡De esa forma, auxiliáis las personas que
anhelan por la Luz de la Verdad, que anhelan por ella! Con eso, vosotros mucho
dais a ellas; ¡pues vuestro aspecto, además, es la primera
cosa, que observan y evalúan en vosotros!
¡Los seres humanos ven en primer
lugar solamente vuestro exterior! La vestimenta, toda vuestra
presentación, cómo vosotros os comportáis en el relacionamiento. Por eso,
transformad el aspecto exterior en acuerdo, para que también en eso cumpláis la
Palabra. ¡Es el puente para los seres humanos, por sobre el
cual ellos necesitan caminar, para llegar a vuestras almas y al tesoro del
espíritu, que vosotros queréis ofrecer!
¡Y cuando los seres humanos
quieran abrir las almas ante vosotros, entonces no las cumuláis con vuestro saber,
oh convocados! ¡Los seres humanos quieren la Palabra Sagrada,
no vuestro saber! Pensad en eso.
Fuisteis ricamente regalados con
tanto saber, para que podáis actuar dentro de él. ¡Os ha sido
dado para ser utilizado en vuestro servir, no para
que se lo pase adelante a los seres humanos como un saber! El
saber os debe facilitar el servir, debe ser utilizado por
vosotros solamente para el bien de la humanidad, pero no debe ser pasado a los
seres humanos. Semejantes intentos habrán que vengarse en vosotros propios y se
evidenciar como errados, porque los seres humanos no sabrían qué hacer con eso.
Buscarían utilizar las elevadas
dadivas, fragmentadas, solamente para fines egoístas, así, como siempre fue de
su índole, y eso no es deseado.
¡Sagradas sean para vosotros las
capacidades que recibisteis para utilización en el servicio del Grial! En eso
reside todo, lo que os tengo a decir a ese respecto. A los seres humanos
advendría, del saber parcial, solamente nueva desgracia, nueva maldición.
¡Trabajad, por eso, solamente en vuestro
saber, en vuestra capacidad, pero no lo enseñéis! Esto es
condición, que yo exijo de los convocados en el camino de la actuación. En el
cumplimiento, iréis proporcionar bendiciones, en el no-cumplimiento, sin
embargo iréis sembrar desgracias, en primera línea para vosotros mismos, y a
continuación también para los demás.
Si el convocado aprovechar
acertadamente las capacidades que le fueron regaladas, de modo silencioso y
fiel en su actuar, luego los seres humanos se alegrarán, reconocerán
rápidamente todas las bendiciones y las desfrutarán agradecidos. ¡Pero si
queráis explicar su saber a otro, sea solamente para la propia alegría en eso,
o por satisfacción, luego ellos no lo entenderán, y, en la incomprensión,
también dudarán de su capacidad y se alejarán de él! ¡Hablad a los seres
humanos a través del actuar, oh convocados!
¡Sin embargo, en todas las cosas
jamás olvidéis que recibisteis vuestra capacidad como regalo,
que todo es gracia de Dios, aquello que sois capaces de hacer
y también aquello que os es permitido hacer!
Lo qué necesitáis terrenamente,
siempre afluirá para vosotros, si os esforcéis por eso. ¡Sin embargo, jamás
osáis utilizar esas dadivas con pensamientos egoístas de
vuestro intelecto, por lo tanto, de manera diferente de lo que a servicio del
Santo Grial! Por las leyes del Grial, eso entonces habría que tornarse para
vosotros, en lugar de bendición, maldición. ¡Vosotros sois regalados,
para que podéis dar! Tomadlo como base para la futura actuación.
Acordaos de eso a cada momento y
no dejéis vuestro intelecto colocar trampas en eso. ¡Permaneced firmes y
libertos en vuestros esfuerzos, fieles en el servir, entonces el agradecimiento
de la humanidad os acompañará un día alegremente hacia las alturas luminosas,
donde el amor de Dios os aguarda, vosotros, que os demostrasteis como
servos fieles en la viña del Señor!
¡Id, anunciad y explicad ahora la Palabra en la Luz de la Verdad a todos los seres humanos, quienes anhelan por ella, y sed siempre un ejemplo para ellos, para que el Reino de Dios venga ahora también para esta Tierra!
Abd Ru Shin
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