Navidad
1932
1932! ¡Noche solemne en el recuerdo! Día sagrado a la hora de la solemnidad venidera. Ambas ahora unidas en el punto de transición de una gran época.
La luz debe haber ahora aquí en la Tierra, como
antes debería haber habido cuando la estrella de la promesa brilló durante tres
noches sobre un establo en Belén.
Pero en otro tiempo la Luz fue recibida sólo por
pocos, y los que de ella oyeron hablar, luego la deformaron y la alteraron,
según es hábito de los seres humanos, buscando sustituir cosas olvidadas por
ideas suyas, produciendo con eso apenas una confusión que hoy pretende pasar
como la verdad intocable. Con el temor de que todo esto venga a caer, si el
menor de los pilares se muestra falso, combaten ellos cualquier fulgor de luz que
pueda traer el reconocimiento, denigran y, donde eso no sea posible, buscan por
lo menos hacerle ridículo con una malicia y perfidia que muestra al raciocinio
lúcido, nítidamente, que tal actitud nace del miedo ilimitado! Sin embargo, el
razonamiento lúcido es algo raro de encontrarse hoy en la Tierra.
No obstante, la luz del legítimo reconocimiento ha de
llegar finalmente a toda la humanidad.
Se llega el tiempo en que todo cuanto es malsano,
inventado por el cerebro humano, será arrojado fuera de la Creación, a fin de
que en el futuro no más impida la aclaración de que la Verdad es diferente que
esas imágenes insostenibles que la presunción ostensiva, el sentido comercial,
la fantasía enfermiza y la hipocresía crearon del pantano visguento de
limitaciones inferiores, visando al poder terreno ya la admiración terrena.
Maldición ahora a aquellos que, por medio del logro,
esclavizaron a millones de seres humanos de tal manera, que hoy, en la época
del Juicio, no se atreven más abrir sus ojos a la Luz, sino que se injurian a
ciegas, tan pronto llegue a sus oídos algo que suene diferente de lo que hasta
entonces oyeron, en vez de finalmente quedarse a la escucha y de buscar
averiguar dentro de sí, una vez que sea, si el nuevo no se acerca más a su
comprensión de lo que se ha aprendido hasta aquí, si la suya la intuición no se
manifiesta en una convicción, de que algo antiguo no puede subsistir ante el
llamado de despertar de la Luz, que llega hasta ellos, y de que debe caer,
porque se encuentra sobre base falsa.
Los oídos están obstruidos, y temerosamente cuidan
para que a ellos no llegue ninguna corriente de aire fresco, realmente sólo por
pereza y miedo de que este aire fresco, en el saneamiento a eso ligado,
condicione la actividad del espíritu, la cual exige y obliga al hombre el
auto-esfuerzo, que está totalmente en oposición al actual reposo espiritual,
aparentemente cómodo, el cual tiene, como consecuencia, el apático
adormecimiento permanente, concediendo con eso sólo mano libre a la astucia del
raciocinio deformado y corrupto!
Pero no sirve nada que obtuvieran los oídos a la
Palabra nueva, ni que cierres los ojos para que la Luz no te ofusque y no te
apure. ¡Violentamente seréis despertados ahora de ese triste marasmo! Sintiendo
frío, tendrás que encontrarte delante de la Luz fría que te despojará sin
misericordia de toda la falsa vestimenta. Sintiendo frío, porque la chispa de
vuestro espíritu, dentro de vosotros, ya no es posible de ser inflamada, a fin
de, calentando de dentro hacia afuera, ligarse con la Luz. ¡Es demasiado tarde
para eso! ¡Y ese demasiado tarde trae, en el endurecimiento, la muerte
espiritual!
Yo lanzo la Luz en medio de vuestro actuar y pensar
equivocado, para que rompa las muchas pequeñas capas que, en esplendor
centelleante como oro falso, esconden lo que es ilegítimo e indolente en
vuestro interior. Y es tan fácil para vosotros creer en cosas increíbles;
porque para ello no necesariamente esforzarse con un pensar o examinar propio.
Exactamente porque tales cosas no pasarían por ningún
examen según las divinas leyes naturales, debéis simplemente creer, sin
preguntar por cómo ni por qué, debéis creer ciegamente, y eso os parece
grandioso. Vosotros, que os imaginéis particularmente fieles de esa manera tan
cómoda, pasáis simplemente por encima de todas las dudas, y... sienten bien,
protegidos, nobles, piadosos y seguros de que seáis bienaventurados.
Sin embargo, con eso absolutamente no te elevaste por
encima de todas las dudas, sino que sólo pasaste cobardemente de lado. Hemos
sido demasiado perezosos, demasiados indolentes en el espíritu, para
comprometernos por vosotros mismos en alguna cosa, y de estos preferencia a la
creencia ciega que a un saber sobre los fenómenos naturales en la ley de la
voluntad de Dios. Y para eso os ayudaron invenciones oriundas del cerebro
humano.
Porque cuanto más imposible, más inaprensible sea
aquello en lo que debéis creer, tanto más cómodo será también creer
literalmente a las ciegas, porque en tales cosas de otra manera ni es posible.
En él hay que excluir el saber y la convicción. Sólo las cosas imposibles
exigen creencia ciega absoluta, pues cada posibilidad estimula inmediatamente
el pensar individual. Donde existe la Verdad, que siempre muestra la
naturalidad y las consecuencias lógicas, ahí se inicia, automáticamente,
reflexión intuitiva. Cesa sólo cuando ya no existe nada natural, donde, por lo
tanto, no existe más Verdad. Y sólo a través de la reflexión intuitiva puede
una cosa convertirse en convicción, la cual, únicamente, trae valor al espíritu
humano!
Así se cierra ahora con todo lo demás en el Juicio
también el círculo que se inició con la noche sagrada en Belén. Y ese cierre de
círculo debe excluir las inexactitudes de las tradiciones y llevar la Verdad a
la victoria. Las tinieblas, que la humanidad ha creado, serán dispersadas por
la Luz penetrante. Todas las leyendas, que sobre la vida de Jesús fueron
tejidas con el tiempo, tienen que caer, para que finalmente sea revelada, de
acuerdo con las leyes de Dios, así como de otra manera ni podría haber sido en
esta Creación. Tendéis hasta aquí, con vuestros cultos autocriados, renegado de
modo injurioso y crédulo la perfección del Creador, vuestro Dios.
Voluntaria y conscientemente lo presentáis como siendo
imperfecto en Su voluntad. Ya he hablado a este respecto en mi mensaje, y
podéis torceros y volverse como queréis, pero subterfugio alguno os podrá
proteger, porque han sido demasiado indolentes para pensar por vosotros mismos.
¡No veneráis a Dios si creéis ciegamente en cosas que
no pueden ser encuadradas en las leyes primordiales de la Creación! Por el
contrario, si creéis en la perfección del Creador, debéis saber que nada puede
suceder aquí en la Creación que no corresponda exactamente a la consecuencia
según las leyes inquebrantables de Dios. Sólo así podéis tenerlo
verdaderamente.
Quien piensa de
otra manera, duda con eso de la perfección del Creador, su Dios! ¡Pues donde
sean posibles cambios o mejoras, ahí no existe ni existió perfección alguna! El
desarrollo es otra cosa. Este es previsto y deseado en esta Creación. Pero
tiene que resultar incondicionalmente como consecuencia del efecto de leyes ya
vigentes. Todo esto no puede, sin embargo, provocar ciertas cosas como las que
muchos fieles, notadamente respecto a la vida de Cristo, consideran como
absolutamente evidentes.
¡Despertad finalmente de vuestros sueños, sean
verdaderos dentro de vosotros! En el caso de que se trate de una persona que no
sea una persona que no sea una persona que no sea una persona, el reino de
materia fina, después de su muerte terrena y mucho menos aún para el reino
enteal o incluso espiritual! Y como Jesús tenía que nacer aquí en la Tierra,
tal hecho tuvo que quedar sometido también a la ley de Dios en la materia
grosera de la generación previa. Dios tendría que actuar contra sus propias
leyes, si en relación a Cristo hubiera ocurrido conforme a la tradición
propala.
Pero tal es imposible, porque Él es perfecto desde el
principio, y con ello también Su voluntad, que está en las leyes de la
Creación. ¿Quién se atreve aún a pensar diferentemente duda de esa perfección,
y, con eso, acaba dudando también de Dios!
Porque Dios sin perfección no sería Dios. ¡En cuanto a
eso no hay escapatoria! En cuanto a esa certeza tan simple no puede un espíritu
humano sofismar, aunque con ello los fundamentos de tantas concepciones de
hasta ahora tengan que ser sacudidos.
En cuanto a eso, sólo hay sí o no. Todo o nada. Un
puente no se deja construir aquí, porque algo por la mitad o incompleto no
puede existir en la divinidad. ¡Tampoco en lo que se ocupa de Dios! Jesús fue
generado de forma grueso-material, de lo contrario un nacimiento terrenal no
habría sido posible.
Un romano, que amaba a María y quería hacerla su esposa, fue el padre. María le amaba indescriptiblemente. Las circunstancias, sin embargo, mantuvieron al romano, que era soldado, bajo el mando del capitán Augusto, aún alejado por algún tiempo, motivo por el cual María, en su preocupación, se manifestó al maestro carpintero José, el cual ella respetaba y admiraba.
José, en
consecuencia, esposó a María. El sufrimiento anímico abrió a María de tal modo
que, antes de la conversación con José, en el momento de las más fuertes luchas
interiores, tuvo dentro de sí espiritualmente la vivencia, la cual fue
registrada en la Biblia como anunciación por el ángel. Tales vivencias
espirituales que se referían al gran
acontecimiento, María no las tuvo sólo una vez, sino varias veces, pues era
susceptible a eso.
La primera
vivencia tuvo poco antes de la generación grueso-material, la segunda, arriba
mencionada, inició la encarnación que ocurre en la mitad del embarazo, y la
tercera a la hora del nacimiento, donde ella reconoció la misión del niño en la
estrella.
Infortunadamente, y en el dolor anímico bajo la cruz
en el Gólgota. María sufrió, porque nunca logró reprimir totalmente el amor por
Kreolus, el capitán romano y el padre del niño Jesús, y tuvo que ver que eso
hacía a José triste, el cual la amaba sinceramente. - Y mientras la estrella
brillaba sobre Belén, a la misma hora, Kreolus buscaba desesperadamente a María
en la localidad de Nazaret, a fin de lejos vio la estrella, que lo hizo
estremecerse, pero nada sabía del hecho de que era para su hijo que ella debía
brillar.
Apenas por algunos la estrella otrora fue reconocida
como la realización de las promesas.
Así por la
propia María y por José, que, conmovido, escondió el rostro. Tres reyes
encontraron el camino al establo y ofrecieron regalos terrenos; sin embargo,
luego dejaron al niño desamparado, cuyo recorrido en la Tierra debían amparar
con sus tesoros, con su poder, para que ningún sufrimiento le advierte en el
cumplimiento de su misión.
No reconocieron debidamente su sublime incumbencia, a
pesar de haber sido elucidados para poder encontrar al niño. Un estado de
inquietud empujó a María a dejar Nazaret, y José, viendo su sufrimiento
silencioso, su ansiedad, le satisfizo la voluntad, sólo para alegrarla. Entregó
los cuidados de su carpintería al más viejo de sus ayudantes y viajó con María
y el niño a un país lejano.
En el cotidiano de los días de trabajo y con las
preocupaciones diarias se fue apagando en los dos lentamente el recuerdo de la
estrella radiante, principalmente por el hecho de que Jesús no había mostrado
nada fuera de lo común en su infancia, sino haber sido completamente normal
como todas los niños.
Sólo cuando José, que siempre fue el mejor amigo
paternal de Jesús, tras su regreso a la ciudad natal, murió, fue que vio, en
los últimos momentos terrenos con ocasión de su traspaso, por encima de Jesús,
que estaba solo junto a su hijo el lecho de muerte, la Cruz y la Paloma. Los
templos fueron sus últimas palabras: "¡Entonces eres tú mismo!" Jesús
mismo no sabía nada, hasta que se sintió impulsado por Juan, acerca de quién
oyó de qué revelaba sabias enseñanzas en el Jordán y bautizaba.
En ese acto denso-material, el bautismo, el inicio de
la misión fue anclado firmemente en la materia gruesa. La venta cayó.
A partir de ese
momento, se hizo consciente de sí mismo, de que debía traer la Palabra del
Padre a la humanidad terrena. De María él nunca supo algo de su padre terreno,
él no sabía que en sus venas también circulaba sangre romana.
Su vida entera se desarrollará así delante de
vosotros, conforme realmente fue, desnuda de todas las fantasías de cerebros
humanos! Con el remate final de los acontecimientos, todo se hará notorio a
todos en el Juicio, en la victoria de la Verdad, que ya no debe ser oscurecida
por mucho tiempo.
María luchó dentro de sí con dudas que se
fortalecieron con las preocupaciones maternas por el hijo, hasta la difícil
caminata hacia el Gólgota. De modo completamente humano y no sobrenatural. Sólo
allí le llegó finalmente el reconocimiento de la misión de Jesús y, con ello,
la fe.
Ahora, con la vuelta de la estrella, por gracia de
Dios se deshacer todos los equívocos, y deshacer todos los errores de aquellos
que, en el cierre del círculo, llegan al reconocimiento y buscan reparar lo que
descuidaron o erraron.
Con la voluntad de reparación, viene para ellos la
salvación con la estrella radiante y, liberados, podrán ellos exultar
agradecimiento a Aquel que en sabiduría y bondad creó las leyes, por las cuales
las criaturas deben juzgarse y también liberarse. Si en eso queréis subsistir,
pondrá, pues, en el futuro una cosa: Ved, mis caminos no son vuestros caminos!
Por eso, seáis vigilantes, cuidad siempre de vuestros caminos que yo estipule para vosotros en el Mensaje. ¡Cada cual cuida vigilantemente del suyo!
Aspira hacia mí, al este, mientras yo estoy orientado
hacia el oeste y debo mirar hacia ti, oriundo del Padre, que esta lo más alto del este.
¡Por eso, mis caminos nunca son los vuestros! Acordaos
de esto, cuando no queréis comprender y no podéis comprender muchas cosas.
Cuidad únicamente de vuestro camino, el cual yo os pude mostrar y no pensáis
que también el mío deba ser de igual especie. ¡En eso irías a errar!
Abd Ru Shin
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