DE LAS MUJERES QUE ABORTAN
MARTINA: La niña para quien el aborto
era la forma de disfrutar de su desordenada vida... hasta que enfrentó los
horrores del Más Allá
MARTINA era una joven que
disfrutaba demasiado de la vida. Tenía una vida desordenada, saliendo con una
serie de hombres diferentes. Una vez que quedaba embarazada, nunca consideró
quedarse con el niño, siempre los abortó para poder continuar su desordenada
vida con hombres. Era hermosa y pensó que tener un hijo le impediría continuar
con la vida que tanto disfrutaba. El aborto fue la solución sin importar las
consecuencias de este acto contrario a la Ley de Dios.
Cambió hospitales y
clínicas diferentes para sus muchos abortos, alegando que no podía cuidar a los
niños.
Más tarde en la vida,
conoció a un hombre con quien accedió a casarse.
Martina se quedó con este
hombre mucho tiempo sin tener un hijo, lo que la hizo llorar por la
imposibilidad de concebir un hijo. No le contó a su esposo sobre los muchos
abortos que había tenido en su vida. Incluso oró por la Gracia de Dios para
tener un hijo. Ella había olvidado y ni siquiera pensó que había realizado
numerosos actos de aborto en contra de la Voluntad de Dios.
Ella había tenido la
Gracia de Dios de concebir en varias ocasiones, pero por sus propios motivos
rechazó a las almas que querían usar su Puente para encarnar y nacer en la
tierra.
Martina murió sin tener
un hijo. Ella había cosechado lo que había sembrado en el mal y que era la
consecuencia de haberse negado a acoger a aquellas almas que querían usar su
Puente para encarnar en la tierra. Mientras tuvo estas oportunidades, quiso
ante todo alegrarse y gozar de la vida que llevaba, abortando, sin darse cuenta
de las consecuencias de este acto contrario a la Ley de Dios.
Después de haberse
desprendido de su cuerpo, después de su muerte, Martina se sentía sumamente
pesada, no podía moverse con normalidad y tampoco con rapidez. Este peso que
sentía dentro y sobre sí misma era el peso de todas aquellas almas que había
abortado mientras aún vivía en la tierra.
Su viaje al más allá, que
fue tan lento como la pesadez que tenía y sentía dentro de ella, finalmente la
llevaría a un pueblo que estaba vacío de gente. Lo que podía ver en este pueblo
eran los cuerpos de bebés hechos pedazos en el suelo a lo largo del camino.
Bebés que estaban todos muertos y sus cuerpos cortados en pedazos pequeños y
con sangre salpicada por todo el suelo. Fue un espectáculo macabro ver los
cuerpos de los bebés hechos pedazos esparcidos por el suelo y también despidiendo
un hedor insoportable del que Martina no pudo escapar.
No había lugar donde
pudiera poner los pies sin pisar o pisotear las partes del cuerpo de esos bebés
que estaban por todo su camino en el pueblo que tenía que cruzar.
No podía detenerse ni desviarse,
sino que debía seguir caminando.
Al principio caminó sin
decir nada, pero al final sintió tanta pena que comenzó a llorar por la Gracia
de Dios por sus muchos abortos. Cayó al suelo y le pidió perdón a Dios por su
maldad.
Después de un tiempo, se
encontró en otro lugar en su camino hacia el Más Allá.
Avanzó y se encontró
frente a un río. Pero en lugar de agua, era un río lleno de sangre que fluía
como agua. Miró a su alrededor, no había otro lugar al que pudiera ir o pasar,
no tenía más remedio que cruzar este río hacia el otro lado y continuar su
viaje.
Cuando metió los pies en
el río con la idea de caminar y cruzar el río, sintió tal pesadez en los pies
que no los podía levantar, estaban como clavados, y sin embargo era la sangre
la que tenía tal consistencia como para bloquear sus pies y evitar que camine.
El río estaba lleno de la sangre de los muchos bebés que ella había abortado
mientras aún vivía en la tierra.
Quería hacer un esfuerzo
para caminar rápido, pero no podía. Con mucho dolor y esfuerzo apenas podía
mover un pie delante del otro, caminar a través de esta sangre en este río de
sangre para llegar al otro lado. Tuvo que caminar durante un tiempo
considerable para cruzar este río. Martina no pudo soportar el olor de la
sangre en la que se encontraba durante tanto tiempo.
Se encontró al otro lado
del río solo después de admitir su culpa de que sus abortos eran delitos.
Más tarde iría a otros
lugares donde tendría que vivir con las consecuencias de sus otros errores y
luego ante los Jueces del Más Allá. Martina solo pudo llorar, por haber
desobedecido a Dios durante su vida en la Tierra.
Cuando Martina regresó a
su hogar en el Más Allá, había sangre por todas las paredes.
Las Leyes de Dios
trabajan para todos sin excepción y para todo lo que haces en pensamiento,
palabra y obra en cada momento de tu vida, todo lo cual encontrarás y
cosecharás después de tu desprendimiento de tu cuerpo en tu muerte física. No
hay lugar para esconderse de la Luz. Todo lo que haces en tu vida está
contabilizado por las Leyes de Dios en cada detalle y lo cosecharás después de
la muerte.
Martina había querido
vivir su vida en libertad, hacer lo que quisiera sin que se lo impidieran, pero
nada sabía de la acción de las Leyes de Dios que rigen todo, que deben ser respetadas
y sobre todo de las sanciones reservadas a quien no las respeta. Voluntad del
Dios Creador.
En su camino al Más Allá,
Martina había pasado por varios lugares donde le tocó vivir las consecuencias
de cada una de sus faltas cometidas en la tierra. Estos diferentes lugares por
donde la gente pasa a vivir y cosechar las consecuencias de sus faltas, pueden
llamarse -pueblos de faltas-. En estos pueblos la gente vive al máximo las
consecuencias de sus faltas para aprender de ellas a no volver a cometerlas.
Los Jueces del Más Allá
tienen la tarea de hacer, ver y hacer comprender a la gente sus errores y
faltas en la Tierra.
Al reencarnar en la
tierra, las personas continúan con el proceso de cosechar las faltas y errores
cometidos en sus vidas anteriores.
Martina había pasado un
tiempo en este pueblo de defectos donde tuvo que vivir lo más intensamente
posible las consecuencias de sus abortos, para aprender las lecciones de su
vida.
Más tarde, Martina se
encontraría en un lugar de recuperación (curación) para aquellos que como ella
habían cometido abortos. En este lugar tuvo que vivir y aprender las
consecuencias de sus contrarios actos de aborto.
En este punto, Martina se
había encontrado en la situación de un espíritu esperando una oportunidad para
encarnar en la Tierra. Martina se sintió atraída por las madres en la Tierra
que tenían los mismos pensamientos de aborto que ella tuvo en su última vida en
la Tierra, esas madres que no quieren tener hijos y abortan en cada oportunidad
para ser libres de hacer lo que quieren. Martina se sintió atraída por esas
mujeres.
Martina se había
encontrado en la posición de encarnar en siete (7) ocasiones diferentes con
diferentes madres que siempre la abortaban. Siempre estuvo a punto de encarnar,
pero antes del momento de su entrada en el vientre de una madre a la que estaba
unida por hilos en espera del momento de su encarnación, ésta siempre la
abortaba y se encontraba de nuevo en ese lugar. donde debía volver, después de
ser abortada, a esperar otra oportunidad, otra posibilidad de encarnarse, de
presentarse.
Tales oportunidades se le
presentaron siete veces a Martina, quien siempre fue abortada en cada ocasión.
Todas estas madres la abortaron como lo hacía ella la misma mientras vivía en
la tierra. Martina estaba cosechando esta culpa de abortar.
Martina no entendía por
qué se encontraba en este lugar cuando estaba feliz de volver a la tierra para
desenredar sus faltas para su evolución espiritual. Después de haber sido
abortada siete (7) veces para encontrarse en el lugar de partida, finalmente
Martina entendió que estaba cosechando lo que había hecho mal al abortar en la
Tierra.
La última vez que abortó
y terminó en el lugar de partida esperando otra oportunidad, Martina no pudo
más. Le pidió perdón a Dios por su error.
Como resultado del
sincero perdón de Martina a Dios, después de que ella llegó a comprender su
falta, se desencadenó otro proceso de la Luz para aquellos que también llegaron
a comprender su culpa y pidieron perdón a la Luz.
Martina fue libre de
trasladarse a otros lugares, habiendo vivido, cosechado y aprendido la lección
de las consecuencias de este error abortivo.
Es el proceso de una
mujer que disfrutaba de su vida tal como la veía en total libertad, y que por
tanto no quería tener hijos, los cuales abortaba cada vez que estaba
embarazada. Tuvo la gracia de tener hijos, pero se negó a ser madre.
Hay muchas mujeres en la
Tierra que llevan una forma de vida como la de Martina. La mujer es la escogida
por Dios para ser el Puente de los espíritus humanos que van a encarnar en la
tierra. Por eso ha recibido de Dios la fuerza necesaria para cumplir esta
misión de gran responsabilidad, de recibir a las almas que están por
encarnarse, educarlas y criarlas según la Voluntad de Dios.
La gracia de concebir no
se da a todas las mujeres, y debe haber una razón para ello. La mujer debe ser
la primera en respetar la Voluntad y las Leyes de Dios.
MUCHA FUERZA.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario