sábado, 24 de diciembre de 2022

04. SIERVOS DE DIOS

 

04. SIERVOS DE DIOS

SIN FUNDAMENTO NINGUNO, muchos hombres han venido suponiendo hasta el momento, que los servidores de iglesias, templos y, en general, de todos los cultos religiosos, deben ser considerados también como siervos de Dios.

Este concepto fue extendido, en la época del comienzo y edificación de los cultos de toda clase, por los oficiantes de esos mismos cultos, procurando rodearse así de un prestigio que habría resultado difícil de conseguir personalmente. Y ese concepto ha persistido sin que nadie haya tratado nunca de poner en claro si el mismo implicaba, en lugar de beneficios, daños para la humanidad y, lo más fundamental, un desconocimiento de Dios.

Un hombre que se mantenga en la creación con espíritu despierto y no se cierre a las delicadas vibraciones de su alma, nunca admitirá como cierto que se sirva verdaderamente al inmenso Dios vivo mediante la práctica de cultos, con la mendicidad que los hombres llaman “orar”, o por medio de mortificaciones. ¡Con eso no dais nada a vuestro Dios! No Le ofrecéis nada. ¿Qué pretendéis, en realidad, con semejantes cosas? Vosotros mismos no acertaréis a responder a esto cuando os halléis ante el tribunal de Dios. Permaneceréis mudos; pues todo eso lo habéis hecho solamente para vosotros, para vuestra tranquilidad interior y vuestro ensalzamiento, o bien impulsados por la desesperación, por necesidad.

Yo os digo: sólo el hombre que se comporta debidamente en la creación de su Dios, reconociéndose a sí mismo como una parte de esa creación y viviendo en consecuencia, es un verdadero siervo de Dios, sin importar de qué manera procede para satisfacer las necesidades de su existencia terrenal; pues, como parte de la creación, siempre procurará adaptarse también a las leyes que fomentan la evolución de ésta. De este modo, da impulso a la misma creación y sirve verdaderamente a su Dios de la única manera que cabe; pues ese justo sometimiento no puede ser causa sino de felicidad, alegría y desarrollo progresivo.

Pero, como es evidente, para eso precisa conocer la creación.

¡Y eso es lo que vosotros necesitáis!: conocer la Voluntad de Dios que reposa en la creación y allí se manifiesta continuamente de manera automática. Pero esto es, precisamente, de lo que nunca os habéis ocupado como es debido. Y sin embargo, no os sucede de distinta índole que si os encontraseis en medio de un inmenso mecanismo, dentro del cual hubieseis de moveros sin poder modificar o perfeccionar nunca nada.

Si no os movéis ni os comportáis correctamente dentro de él, os amenazará el peligro por todas partes, seréis empujados, incluso podéis ser derribados y destrozados. Exactamente igual que en una gigantesca sala de máquinas, donde innumerables correas de transmisión en movimiento continuo se cruzan entre sí turbando la vista y amenazando gravemente, a cada paso, a todo inexperto, siendo de utilidad y provecho para el entendido. No es diferente lo que le sucede al hombre en la creación.

¡Tratad de una vez de conocer perfectamente el mecanismo! Entonces, podréis y deberéis emplearlo para vuestra felicidad. Pero, como en todas las cosas, primero tenéis que hacer de aprendices. A tal respecto, la más grande de todas las obras: la creación, no constituye una excepción, sino que en ella sucede exactamente lo mismo que en las obras humanas. El propio automóvil no proporciona más que alegría al entendido. En cambio, al que no sabe conducirlo le arrastra a la muerte.

En escala reducida, tenéis miles y miles de ejemplos a vuestra disposición. ¿Por qué, entonces, aún no habéis sacado enseñanza ninguna de ellos?

Y sin embargo, todo resulta natural y fácil de constatar. Pero ahí es, precisamente, donde vosotros os encontráis como ante un muro, apáticos, indiferentes, con una obstinación francamente inexplicable. ¡Precisamente ahí donde, al fin y al cabo, está en juego vuestra vida, vuestra existencia entera!

Únicamente el mismo constructor puede explicaros un mecanismo, o aquel a quien él haya instruido a tal fin. Tal acontece en la Tierra, y no de otro modo en la creación. Pero es aquí, precisamente, donde los hombres, que no son sino una parte de la creación, pretenden saberlo todo por sí solos mejor que el Maestro, rehúsan toda indicación para el empleo del mecanismo, quieren aprender por sí mismos las leyes fundamentales, que tratan de determinar mediante la simple observación superficial de muy débiles ramificaciones del gran Todo, de lo esencial, cuya existencia han sido siempre incapaces de presentir, por cuanto nunca puede hablarse de “saber”.

Más he aquí que la posibilidad de un conocimiento ya os ha sido ofrecida por el Hijo de Dios, que trató de proporcionároslo mediante parábolas y ejemplos.

Pero su contenido no fue reconocido, sino terriblemente deformado, obscurecido y encubierto por la pretensión humana de saberlo todo mejor.

Nuevamente se os ofrece ahora una oportunidad de ver claramente las leyes divinas en la creación, a fin de que los hombres puedan llegar a ser verdaderos siervos de Dios, plenamente conscientes y actuando gozosa y serenamente, como exige el verdadero servir a Dios.

Alegría y felicidad pueden existir en toda la creación. La miseria, la necesidad, las enfermedades y los crímenes han sido creados por vosotros solos, ¡oh hombres!, porque, hasta hoy, no habéis querido reconocer dónde reside la formidable potencia que os fue concedida al iniciar el camino a través de todos los mundos que, según vuestro deseo, habéis de recorrer íntegramente con vistas a vuestra evolución.

¡Basta con que adoptéis la postura adecuada! Entonces, esa fuerza infundirá en vosotros rayos de sol y de felicidad. Ahora os veis desamparados e insignificantes en medio de ese mecanismo que todo lo abarca; mas seguís profiriendo altisonantes palabras, ufanándoos de vosotros mismos y de vuestro saber, hasta que, finalmente, seáis obligados a caer por vuestras propias faltas, nacidas únicamente de la ignorancia y de no querer aprender.

¡Despertad de una vez! Aprended primero, para luego adquirir el saber; pues, sino, nunca lo conseguiréis.

A los ojos del Creador, ya sois mucho menos que un insecto, pues éste cumple fielmente el fin que se le ha asignado, mientras que vosotros habéis fracasado como espíritus humanos. Habéis fracasado por un pretendido saber que no es tal. Las escuelas que habéis erigido tomando como base ese falso saber, son cadenas que os mantienen fuertemente atados, impidiendo toda ascensión espiritual nada más intentarlo, pues ni siquiera vuestros discípulos son capaces de emprenderla.

Dad gracias al Señor de que os prive forzosamente de la posibilidad de proseguir una existencia tan vacía y absolutamente dañina para todo; si no, nunca llegaríais a constatar el envilecimiento que os rodea por todas partes hoy día, y que ha de haceros parecer en toda la creación como vacíos muñecos grotescamente ataviados, que llevan en sí espíritus adormecidos.

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EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

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Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio

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