viernes, 16 de diciembre de 2022

14. ¿CONDUCE LA CONTINENCIA SEXUAL A UNA MAYOR ESPIRITUALIDAD?

 

14. ¿CONDUCE LA CONTINENCIA SEXUAL A UNA MAYOR ESPIRITUALIDAD?


CUANDO LOS HOMBRES desechen la errónea creencia en las ventajas de la continencia sexual, muchas menos desgracias habrá también. La continencia impuesta es un abuso que puede ser causa de amargas consecuencias.

Las leyes establecidas en toda la creación muestran claramente el camino a seguir, adondequiera que se mire. Toda opresión es antinatural, y todo lo antinatural es una rebelión contra las leyes naturales, es decir, contra las leyes divinas, lo cual, tanto en esto como en todo, no puede dar buenos resultados.

El caso que nos ocupa no constituye una excepción. Es preciso solamente que el ser humano no se deje dominar por la excitación sexual; no debe hacerse esclavo de su instinto; pues, entonces, éste se convierte en una pasión, por lo que lo natural y sano se transforma en mórbido vicio.

El hombre debe estar por encima de todo eso, es decir, no debe imponer una continencia forzada, sino que, con pura moral interior, ha de controlar sus instintos, a fin de evitar todo mal, para él y para otros.

A los hombres que pretenden alcanzar un nivel espiritual más alto mediante la continencia, puede sucederles muy fácilmente que consigan precisamente lo contrario. Según su constitución, habrán de mantener una lucha más o menos tenaz contra los instintos naturales. Esa lucha acapara una gran parte de sus fuerzas espirituales, las retiene para sí, impidiendo de ese modo que sean empleadas para otros fines. Se obstaculiza así la libre expansión de las fuerzas espirituales. De cuando en cuando, esos hombres sufren opresores accesos de melancolía, los cuales les impiden sentir un gozoso impulso interior.

El cuerpo es un bien confiado al hombre por el Creador, y el hombre tiene el deber de proporcionarle los cuidados requeridos. Así como el ser humano no puede abstenerse impunemente de satisfacer las necesidades corporales tales como comer, beber, dormir, evacuación intestinal y vesicular; así como la falta de aire puro y el poco ejercicio físico se traducen en seguida en desagradable sensación, del mismo modo no podrá ser reprimida artificialmente la sana actividad sexual, de que el cuerpo maduro tiene necesidad, sin perjudicarse a sí mismo de alguna forma.

La satisfacción de las naturales apetencias corporales redunda en favor de la vida interior del hombre, es decir, favorece el desarrollo espiritual, y nunca servirá de obstáculo para ello, pues, de ser así, el Creador no las habría hecho inherentes al cuerpo.

Pero en esto, lo mismo que en todas las cosas, todo exceso es nocivo. Es preciso evitar con sumo cuidado, que esas apetencias sean mera consecuencia de una fantasía artificialmente excitada por la lectura o por otras cosas, o bien que sean debidas a una debilidad corporal o a una sobreexcitación nerviosa. Ha de tratarse de la verdadera necesidad de un cuerpo sano, la cual nunca se hace sentir muy a menudo en los hombres.

Eso sólo acontecerá cuando, previamente, se haya establecido una perfecta armonía espiritual entre ambos sexos, la cual también implica, de vez en cuando, una unión corporal.

Todas las demás causas son, para ambas partes, denigrantes, impuras e inmorales, incluso en el matrimonio. Dondequiera que esa armonía espiritual no esté presente, el mantenimiento de los lazos conyugales constituye una absoluta inmoralidad.

El hecho de que el orden social aún no haya encontrado una solución adecuada a tal respecto, es una falta que no cambia en nada las leyes naturales, las cuales nunca se regirán por reglamentos humanos, ni por sus conceptos erróneos. Por el contrario, a los hombres no les quedará otro remedio que adaptar finalmente sus instituciones estatales y sociales a las leyes naturales, a las leyes divinas, si es que quieren verdaderamente la paz interior y la salud.

La continencia sexual no tiene, tampoco, nada que ver con castidad. Todo lo más, podría ser clasificada como “disciplina”, en el sentido de dominio de uno mismo, educación o autodisciplina.

Se entiende por verdadera castidad la pureza de los pensamientos, pero pureza en todas las cosas, hasta en los pensamientos profesionales. Castidad es una cualidad de orden puramente espiritual, no es de carácter físico. También en la satisfacción del instinto sexual puede ser salvaguardada completamente la castidad mediante la mutua pureza de pensamientos.

Además, la unión corporal no tiene solamente un fin procreador, sino que con ella tiene lugar un proceso no menos importante y necesario: un mayor despliegue de fuerzas ocasionado por la íntima fusión y por el mutuo intercambio de fluidos.


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Esta conferencia fue extractada de:

EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

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Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio

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