24. PEREZA DE ESPIRÍTU
Pero tan falsas enseñanzas no
fueron otra cosa que elucubraciones intelectuales que tenían como finalidad
acaparar en masa las almas humanas. Para toda presa se precisa de un cebo que
atrae tentador a todo lo que se pretende capturar. ¡En esa captura, elegir el
cebo adecuado es lo más importante!
Aquí, como se trataba de almas humanas, fue hábilmente elaborado
un plan, que se basaba en sus
flaquezas. ¡El cebo debía corresponder a la principal flaqueza! ¡Y esta
flaqueza capital de las almas era la comodidad, la pereza de espíritu!
¡La iglesia sabía muy bien que
obtendría un gran éxito en cuanto se mostrase indulgente ante esa flaqueza, y se guardó mucho de
exigir desembarazarse de ella!
Valiéndose de tan juiciosa
observación, trazó para los hombres un camino ancho y cómodo, que debía, según
ella, conducir a la Luz; seductoramente se lo ofreció a los hombres, los cuales
prefirieron donar la décima parte del fruto de su trabajo, puestos de rodillas
y murmurando centenares de oraciones, antes que hacer, aunque no fuera más que por un instante, un serio esfuerzo espiritual.
¡He aquí por qué la iglesia
dispensó a los hombres del trabajo espiritual y perdonó todos los pecados, con
tal de que la obedezcan exteriormente, bajo el punto de vista puramente
terrenal, y que cumplan con las exigencias temporales de la iglesia!
La iglesia se contentó sólo con que se frecuentaran los oficios, con
las confesiones, oraciones, cánones, donativos y ofrendas, fueran de la clase
que fueran. Dejó a los fieles en la creencia de que, a cambio de todo lo que
ellos daban a la iglesia, les sería
preparado un puesto en el Reino celestial.
¡Como si la iglesia pudiera
disponer de esos puestos!
¡Pero las contribuciones y la
obediencia de todos los fieles, los une solamente con su iglesia, mas no con su Dios! ¡Ni la iglesia, ni sus
ministros pueden despojar a un alma humana de la más mínima parte de su culpa,
y mucho menos perdonarla! ¡No puede tampoco permitirse canonizar a un alma,
inmiscuyéndose así en las Leyes primordiales de la Creación de Dios, perfectas,
eternas e inmutables!
¿Cómo puede haber hombres que se permitan votar y decidir
en cuestiones que pertenecen a la Omnipotencia, a la Justicia y a la Suprema
Sabiduría de Dios? ¿Cómo pueden los hombres terrenales querer hacer creer a su
prójimo cosas semejantes? ¡Y no es menor sacrilegio por parte de los hombres
terrenales, el aceptar con fe una usurpación tal, que claramente lleva en sí un
rebajamiento de la Grandeza divina!
Cosas tan inverosímiles no podían
ser admitidas más que por seres gregarios sin reflexión propia, que mediante
tal actitud se marcan a sí mismos con el sello de la más grande pereza
espiritual. ¡La reflexión más simple tiene que permitir a cualquiera reconocer,
enseguida y con facilidad, que tales usurpaciones no encuentran justificación
ni siquiera en el orgullo humano o en su delirio de grandeza, sino que
representan graves blasfemias ante Dios!
¡El efecto recíproco tiene que
ser fatal!
¡La era de la Longanimidad divina
ha llegado también a su fin! ¡La Ira sagrada se descarga sobre las filas de los
sacrílegos que intentan engañar a la humanidad terrenal para aumentar y
mantener su prestigio, sintiendo claramente dentro de sí que se trata de cosas
tan elevadas a las que nunca tendrán derecho a aspirar!
¡Cómo pueden permitirse disponer
del Reino de Dios en la eternidad! ¡El rayo de la Ira divina los despertará de
repente del inconcebible sueño espiritual, y … los juzgará! – – –
¡Qué ofrece el hombre a su Dios
mediante su obediencia a la iglesia! A esa obediencia no acompaña interiormente
ni el menor impulso intuitivo natural,
capaz por sí solo de ayudarle a ascender.
Yo os digo que los hombres sólo
pueden servir a Dios utilizando precisamente eso que no ha podido
cobrar vida por causa de las iglesias: la reflexión personal y el libre
examen. ¡Cada uno tiene que recorrer solo
el camino a través de los mecanismos y rodajes de las Leyes Divinas de la
Creación! Por eso es indispensable que todo
ser humano aprenda a conocer, por sí
solo y a su debido tiempo, la naturaleza de esos mecanismos y su
funcionamiento.
Pero precisamente esto es lo que
tantas iglesias han procurado evitar tan obstinadamente, a fin de que los
fieles no puedan alcanzar la reflexión personal
y la intuición tan necesarias. De esta forma han despojado al hombre del único
apoyo que puede conducirle sin peligro y guiarle hacia la Luz. A cambio de
ello, han intentado imponer a cada uno una interpretación tal, que de seguirla,
sólo producirá beneficios a la iglesia.
¡Beneficios, influencia y poder!
¡Solamente poniendo en actividad a su propio espíritu pueden las almas servir
a su Creador, y con ello también, en primer lugar, a sí mismas. ¡Únicamente un
espíritu humano que permanece lúcido y vigilante en esta Creación, consciente
de sus Leyes y adaptando a ellas sus pensamientos y actos, sólo un espíritu tal puede ser grato a Dios, porque
cumple así con el fin de la existencia, asignado a cada ser humano en esta
Creación!
¡Pero eso no se encuentra nunca
en las prácticas que las iglesias exigen de sus fieles! ¡Pues ahí falta la
naturalidad y una convicción libre, falta el saber, que es la exigencia primordial del verdadero
servir a Dios! Falta ahí el frescor y la alegría de favorecer generosamente el
progreso de todas las criaturas, de llenar de júbilo sus almas conscientes de
la felicidad de contribuir con la belleza de la Creación, de la que ellas son
parte constitutiva, y de agradecer y honrar así
al Creador.
¡En vez de adoradores de Dios,
felices y libres, la iglesia ha formado esclavos a su servicio! ¡Se interpuso, ella misma, ante la mirada de la
humanidad libremente dirigida hacia lo alto, oscureciendo así la verdadera Luz!
Encadenó y amordazó a los espíritus humanos, en lugar de despertarlos y
liberarlos. Sacrílegamente ha mantenido a los espíritus sumidos en un sueño,
los ha oprimido, les ha prohibido tener afán de saber y hasta les ha negado el
saber mismo, mediante prescripciones que contradicen a la Voluntad Divina y se
oponen a ella. ¡Y todo por conservar su propio
poder!
Así como en tiempos atrás las iglesias
no vacilaron en poner en práctica los más diversos suplicios, torturas y
crímenes, tampoco dudan hoy en calumniar al prójimo, en hablar mal de él, en
socavar su reputación, en sublevar contra él a la opinión pública, en crearle
todos los obstáculos posibles, si no consiente de buen grado en enrolarse en
las filas de los esclavos de la iglesia. Se valen de los medios más indignos,
con el único afán de aumentar su propia
influencia, su propio poder sobre la
Tierra.
Y es precisamente todo esto lo
primero que, por acción del efecto recíproco, será sacudido y se desplomará,
¡pues su actuación es contraria a lo que Dios
quiere! ¡Eso prueba cuán lejos están las iglesias de servir a Dios humildemente!
Innumerables multitudes han sido
atraídas al seno adormecedor de las iglesias, seducidas por el sueño de la
pereza de espíritu tácitamente admitida. ¡Se dio crédito a la sacrílega ilusión
de una absolución de pecados, y con la multitud de esos espíritus perezosos
aumentó también la influencia terrenal, con la meta final de adquirir poder
material! Los hombres no vieron que mediante ideas y doctrinas falsas quedaba
oscurecida y manchada toda la Sagrada Justicia de Dios Todopoderoso. ¡No vieron
más que el espejismo de un camino ancho y cómodo que conducía a la Luz, cuando
en realidad tal camino no existe! ¡Mediante la ilusión de una remisión
arbitraria de los pecados, ese camino conduce a las tinieblas y al
aniquilamiento!
Esa autoglorificación de todas
las iglesias, hostil a Dios, aparta a sus creyentes del Altísimo, en lugar de
conducirlos hacia Él. ¡Las doctrinas eran falsas! Pero los mismos seres humanos tenían que haberlo reconocido fácilmente, ya
que ellas se oponen con toda claridad al más simple sentido de justicia. ¡Los
fieles de las iglesias son, por tanto, tan
culpables como las iglesias mismas!
Las iglesias anuncian, citando
las palabras de Cristo, según el Evangelio de Juan:
“¡Pero cuando venga el Espíritu
de la Verdad, os conducirá a la Verdad! ¡Y cuando Él venga, castigará al mundo
por sus pecados en nombre de la Justicia! ¡Él traerá el Juicio! Pero yo vuelvo
al Padre y no me veréis más. Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el
mundo y me voy al Padre.”
Estas palabras son leídas en las
iglesias sin ser comprendidas, pues está escrito claramente acerca del Hijo de
Dios que no será Él sino otro, el que
ha de venir a anunciar al mundo la Verdad y a traer el Juicio: ¡El Espíritu de
la Verdad, quien es la Cruz viviente! A pesar de todo, la iglesia sigue dando
una enseñanza falsa, en contradicción con esas palabras tan claras.
Y a pesar de que Pablo escribió
en aquel tiempo a los corintios: “Nuestro
saber es fragmentario. ¡Pero cuando venga lo Perfecto, todo lo que es
fragmentario cesará!”
Mediante tales palabras indica el
apóstol, que hay que esperar todavía la venida de Aquél que anunciará la Verdad
perfecta, y que la promesa del Hijo de Dios, a tal respecto, no debe ser
confundida con la conocida venida del Espíritu Santo, que ya había tenido lugar
cuando Pablo escribió estas palabras.
Ello demuestra también que los
apóstoles no veían en esa venida del
Espíritu Santo el cumplimiento de la misión del Remediador, del Espíritu de la
Verdad, como actualmente muchas iglesias y muchos creyentes pretenden ver en la
fiesta de Pentecostés, ya que saben que interpretando esos textos de otra
forma, no estarían de acuerdo con el edificio de sus doctrinas, sino que
constituirían una laguna, que habría de producir graves conmociones en dicho
falso edificio.
¡Pero no les servirá de nada,
pues ha llegado el momento de reconocer todas estas cosas, y todo lo falso
sucumbirá!
¡Hasta ahora no ha podido haber
para la humanidad ningún Pentecostés verdadero, no ha podido llegar a ella el
conocimiento por el despertar espiritual, ya que estaba entregada a un sinfín
de falsas interpretaciones, de las cuales las iglesias aportan notoriamente una
gran parte!
¡Nada los redimirá de su gran
culpa! –
¡Hombres! ¡Quedáis atónitos ante
la nueva Palabra, y muchos de entre vosotros no seréis capaces de reconocer que
procede de las Alturas luminosas, porque es muy distinta de lo que os
imaginabais! ¡Aún está latente en vosotros un poco de esa somnolencia tenaz en
la que os han sumido las iglesias y las escuelas, a fin de que permanecieseis
seguidores dóciles y no sintierais la necesidad de que vuestro propio espíritu
se mantenga despierto!
¡Hasta ahora, lo que Dios
exige ha dejado indiferentes a los hombres de la Tierra! Pero yo os digo una
vez más: “Ese camino ancho y cómodo, que las iglesias se han esforzado en
mostraros hasta ahora engañosamente y para beneficio suyo, ¡ese camino es falso! ¡Con la promesa ilusoria de un perdón
arbitrario, ese camino no os conduce hacia la Luz!”
* * *
Esta conferencia fue extractada de:
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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