lunes, 5 de diciembre de 2022

24. PEREZA DE ESPIRÍTU

 

24. PEREZA DE ESPIRÍTU

 ¡CLARAMENTE PERCEPTIBLES sobre la Tierra retumban ahora través del universo las doce campanadas del reloj cósmico! ¡La Creación contiene su aliento llena de angustia, las criaturas se agazapan temerosas! ¡Pues la voz de Dios resuena desde lo alto exigiendo! ¡Exigiendo cuentas a quienes se os ha dado vivir en esta Creación!

 Habéis administrado mal el feudo que Dios, en Su Amor, os confió. Ahora serán expulsados todos los servidores que no pensaron más que en y no en su Maestro; también los que pretendieron erigirse por sí mismos como maestros. 

Pero tan falsas enseñanzas no fueron otra cosa que elucubraciones intelectuales que tenían como finalidad acaparar en masa las almas humanas. Para toda presa se precisa de un cebo que atrae tentador a todo lo que se pretende capturar. ¡En esa captura, elegir el cebo adecuado es lo más importante!

Aquí, como se trataba de almas humanas, fue hábilmente elaborado un plan, que se basaba en sus flaquezas. ¡El cebo debía corresponder a la principal flaqueza! ¡Y esta flaqueza capital de las almas era la comodidad, la pereza de espíritu!

¡La iglesia sabía muy bien que obtendría un gran éxito en cuanto se mostrase indulgente ante esa flaqueza, y se guardó mucho de exigir desembarazarse de ella!

Valiéndose de tan juiciosa observación, trazó para los hombres un camino ancho y cómodo, que debía, según ella, conducir a la Luz; seductoramente se lo ofreció a los hombres, los cuales prefirieron donar la décima parte del fruto de su trabajo, puestos de rodillas y murmurando centenares de oraciones, antes que hacer, aunque no fuera más que por un instante, un serio esfuerzo espiritual.

¡He aquí por qué la iglesia dispensó a los hombres del trabajo espiritual y perdonó todos los pecados, con tal de que la obedezcan exteriormente, bajo el punto de vista puramente terrenal, y que cumplan con las exigencias temporales de la iglesia!

La iglesia se contentó sólo con que se frecuentaran los oficios, con las confesiones, oraciones, cánones, donativos y ofrendas, fueran de la clase que fueran. Dejó a los fieles en la creencia de que, a cambio de todo lo que ellos daban a la iglesia, les sería preparado un puesto en el Reino celestial.

¡Como si la iglesia pudiera disponer de esos puestos!

¡Pero las contribuciones y la obediencia de todos los fieles, los une solamente con su iglesia, mas no con su Dios! ¡Ni la iglesia, ni sus ministros pueden despojar a un alma humana de la más mínima parte de su culpa, y mucho menos perdonarla! ¡No puede tampoco permitirse canonizar a un alma, inmiscuyéndose así en las Leyes primordiales de la Creación de Dios, perfectas, eternas e inmutables!

¿Cómo puede haber hombres que se permitan votar y decidir en cuestiones que pertenecen a la Omnipotencia, a la Justicia y a la Suprema Sabiduría de Dios? ¿Cómo pueden los hombres terrenales querer hacer creer a su prójimo cosas semejantes? ¡Y no es menor sacrilegio por parte de los hombres terrenales, el aceptar con fe una usurpación tal, que claramente lleva en sí un rebajamiento de la Grandeza divina!

Cosas tan inverosímiles no podían ser admitidas más que por seres gregarios sin reflexión propia, que mediante tal actitud se marcan a sí mismos con el sello de la más grande pereza espiritual. ¡La reflexión más simple tiene que permitir a cualquiera reconocer, enseguida y con facilidad, que tales usurpaciones no encuentran justificación ni siquiera en el orgullo humano o en su delirio de grandeza, sino que representan graves blasfemias ante Dios!

¡El efecto recíproco tiene que ser fatal!

¡La era de la Longanimidad divina ha llegado también a su fin! ¡La Ira sagrada se descarga sobre las filas de los sacrílegos que intentan engañar a la humanidad terrenal para aumentar y mantener su prestigio, sintiendo claramente dentro de sí que se trata de cosas tan elevadas a las que nunca tendrán derecho a aspirar!

¡Cómo pueden permitirse disponer del Reino de Dios en la eternidad! ¡El rayo de la Ira divina los despertará de repente del inconcebible sueño espiritual, y … los juzgará! – – –

¡Qué ofrece el hombre a su Dios mediante su obediencia a la iglesia! A esa obediencia no acompaña interiormente ni el menor impulso intuitivo natural, capaz por sí solo de ayudarle a ascender.

Yo os digo que los hombres sólo pueden servir a Dios utilizando precisamente eso que no ha podido cobrar vida por causa de las iglesias: la reflexión personal y el libre examen. ¡Cada uno tiene que recorrer solo el camino a través de los mecanismos y rodajes de las Leyes Divinas de la Creación! Por eso es indispensable que todo ser humano aprenda a conocer, por sí solo y a su debido tiempo, la naturaleza de esos mecanismos y su funcionamiento.

Pero precisamente esto es lo que tantas iglesias han procurado evitar tan obstinadamente, a fin de que los fieles no puedan alcanzar la reflexión personal y la intuición tan necesarias. De esta forma han despojado al hombre del único apoyo que puede conducirle sin peligro y guiarle hacia la Luz. A cambio de ello, han intentado imponer a cada uno una interpretación tal, que de seguirla, sólo producirá beneficios a la iglesia. ¡Beneficios, influencia y poder!

¡Solamente poniendo en actividad a su propio espíritu pueden las almas servir a su Creador, y con ello también, en primer lugar, a sí mismas. ¡Únicamente un espíritu humano que permanece lúcido y vigilante en esta Creación, consciente de sus Leyes y adaptando a ellas sus pensamientos y actos, sólo un espíritu tal puede ser grato a Dios, porque cumple así con el fin de la existencia, asignado a cada ser humano en esta Creación!

¡Pero eso no se encuentra nunca en las prácticas que las iglesias exigen de sus fieles! ¡Pues ahí falta la naturalidad y una convicción libre, falta el saber, que es la exigencia primordial del verdadero servir a Dios! Falta ahí el frescor y la alegría de favorecer generosamente el progreso de todas las criaturas, de llenar de júbilo sus almas conscientes de la felicidad de contribuir con la belleza de la Creación, de la que ellas son parte constitutiva, y de agradecer y honrar así al Creador.

¡En vez de adoradores de Dios, felices y libres, la iglesia ha formado esclavos a su servicio! ¡Se interpuso, ella misma, ante la mirada de la humanidad libremente dirigida hacia lo alto, oscureciendo así la verdadera Luz! Encadenó y amordazó a los espíritus humanos, en lugar de despertarlos y liberarlos. Sacrílegamente ha mantenido a los espíritus sumidos en un sueño, los ha oprimido, les ha prohibido tener afán de saber y hasta les ha negado el saber mismo, mediante prescripciones que contradicen a la Voluntad Divina y se oponen a ella. ¡Y todo por conservar su propio poder!

Así como en tiempos atrás las iglesias no vacilaron en poner en práctica los más diversos suplicios, torturas y crímenes, tampoco dudan hoy en calumniar al prójimo, en hablar mal de él, en socavar su reputación, en sublevar contra él a la opinión pública, en crearle todos los obstáculos posibles, si no consiente de buen grado en enrolarse en las filas de los esclavos de la iglesia. Se valen de los medios más indignos, con el único afán de aumentar su propia influencia, su propio poder sobre la Tierra.

Y es precisamente todo esto lo primero que, por acción del efecto recíproco, será sacudido y se desplomará, ¡pues su actuación es contraria a lo que Dios quiere! ¡Eso prueba cuán lejos están las iglesias de servir a Dios humildemente!

Innumerables multitudes han sido atraídas al seno adormecedor de las iglesias, seducidas por el sueño de la pereza de espíritu tácitamente admitida. ¡Se dio crédito a la sacrílega ilusión de una absolución de pecados, y con la multitud de esos espíritus perezosos aumentó también la influencia terrenal, con la meta final de adquirir poder material! Los hombres no vieron que mediante ideas y doctrinas falsas quedaba oscurecida y manchada toda la Sagrada Justicia de Dios Todopoderoso. ¡No vieron más que el espejismo de un camino ancho y cómodo que conducía a la Luz, cuando en realidad tal camino no existe! ¡Mediante la ilusión de una remisión arbitraria de los pecados, ese camino conduce a las tinieblas y al aniquilamiento!

Esa autoglorificación de todas las iglesias, hostil a Dios, aparta a sus creyentes del Altísimo, en lugar de conducirlos hacia Él. ¡Las doctrinas eran falsas! Pero los mismos seres humanos tenían que haberlo reconocido fácilmente, ya que ellas se oponen con toda claridad al más simple sentido de justicia. ¡Los fieles de las iglesias son, por tanto, tan culpables como las iglesias mismas!

Las iglesias anuncian, citando las palabras de Cristo, según el Evangelio de Juan:

“¡Pero cuando venga el Espíritu de la Verdad, os conducirá a la Verdad! ¡Y cuando Él venga, castigará al mundo por sus pecados en nombre de la Justicia! ¡Él traerá el Juicio! Pero yo vuelvo al Padre y no me veréis más. Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre.”

Estas palabras son leídas en las iglesias sin ser comprendidas, pues está escrito claramente acerca del Hijo de Dios que no será Él sino otro, el que ha de venir a anunciar al mundo la Verdad y a traer el Juicio: ¡El Espíritu de la Verdad, quien es la Cruz viviente! A pesar de todo, la iglesia sigue dando una enseñanza falsa, en contradicción con esas palabras tan claras.

Y a pesar de que Pablo escribió en aquel tiempo a los corintios: “Nuestro saber es fragmentario. ¡Pero cuando venga lo Perfecto, todo lo que es fragmentario cesará!”

Mediante tales palabras indica el apóstol, que hay que esperar todavía la venida de Aquél que anunciará la Verdad perfecta, y que la promesa del Hijo de Dios, a tal respecto, no debe ser confundida con la conocida venida del Espíritu Santo, que ya había tenido lugar cuando Pablo escribió estas palabras.

Ello demuestra también que los apóstoles no veían en esa venida del Espíritu Santo el cumplimiento de la misión del Remediador, del Espíritu de la Verdad, como actualmente muchas iglesias y muchos creyentes pretenden ver en la fiesta de Pentecostés, ya que saben que interpretando esos textos de otra forma, no estarían de acuerdo con el edificio de sus doctrinas, sino que constituirían una laguna, que habría de producir graves conmociones en dicho falso edificio.

¡Pero no les servirá de nada, pues ha llegado el momento de reconocer todas estas cosas, y todo lo falso sucumbirá!

¡Hasta ahora no ha podido haber para la humanidad ningún Pentecostés verdadero, no ha podido llegar a ella el conocimiento por el despertar espiritual, ya que estaba entregada a un sinfín de falsas interpretaciones, de las cuales las iglesias aportan notoriamente una gran parte!

¡Nada los redimirá de su gran culpa! –

¡Hombres! ¡Quedáis atónitos ante la nueva Palabra, y muchos de entre vosotros no seréis capaces de reconocer que procede de las Alturas luminosas, porque es muy distinta de lo que os imaginabais! ¡Aún está latente en vosotros un poco de esa somnolencia tenaz en la que os han sumido las iglesias y las escuelas, a fin de que permanecieseis seguidores dóciles y no sintierais la necesidad de que vuestro propio espíritu se mantenga despierto!

¡Hasta ahora, lo que Dios exige ha dejado indiferentes a los hombres de la Tierra! Pero yo os digo una vez más: “Ese camino ancho y cómodo, que las iglesias se han esforzado en mostraros hasta ahora engañosamente y para beneficio suyo, ¡ese camino es falso! ¡Con la promesa ilusoria de un perdón arbitrario, ese camino no os conduce hacia la Luz!”

* * *


Esta conferencia fue extractada de:

EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

* * *

Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio

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