28. EL REINO DE LOS MIL AÑOS
COMO
ALGO LEGENDARIO, indefinido y abstracto flota en el pensamiento de
muchos que conocen la profecía, pues nadie puede hacerse una idea correcta al
respecto.
¡El Reino de los Mil Años! Los
que pretenden saber han intentado, una y otra vez, dar una explicación sobre la
forma en que se hará realidad ese gran período de paz y alegría que aquél debe
englobar. ¡Pero nunca se ha logrado acercarse a la Verdad! Todos siguieron un
camino falso, al atribuir a los hombres terrenales un papel demasiado
importante, como sucede siempre que los seres humanos se ponen a pensar.
Además, admitieron como válidos conceptos ya existentes y edificaron sobre
ellos; por esta razón tales edificaciones, sean de la naturaleza que sean,
tienen que ser consideradas, desde un principio, como erróneas.
¡Y entonces, el hombre olvidó lo
fundamental! ¡No tuvo en cuenta la condición, también contenida en la promesa,
de que antes de sobrevenir el Reino
de Paz de los Mil Años es preciso que todo
se renueve mediante el Juicio! Tal es el fundamento indispensable del Nuevo
Reino. ¡No puede ser erigido sobre el terreno hasta ahora existente! ¡Antes
tiene que renovarse todo lo viejo!
¡Pero esto no significa que lo viejo deba fortalecerse conservando su
forma actual, sino que la expresión “nuevo” implica un cambio, una
transformación de lo viejo!
Por no haberlo tenido en cuenta
en sus cavilaciones, el hombre nunca pudo salir adelante con su imaginación.
Lo primero, y lo que más
urgentemente tiene que transformarse a fondo en el Juicio, es el hombre mismo,
pues sólo él ha provocado el desorden en la Poscreación. Por su causa, y como
consecuencia de su extraviada volición, se abatió la desgracia sobre el mundo.
La salud, la pureza y la belleza
originales, que son siempre el resultado de un vibrar en conformidad con las
Leyes primordiales de la Creación, han sido deformadas y alteradas poco a poco
por la volición errónea de la humanidad. En vez de un sano desarrollo en pos de
la perfección, no podían resultar más que productos deformados y feos durante
el incontenible proceso evolutivo.
Imaginad un alfarero sentado
junto a su torno; ante él, la arcilla, que, debido a su maleabilidad, se deja
moldear en las formas más diversas. El torno no se mueve por la acción directa
del alfarero, sino mediante una correa de transmisión, a la que la fuerza
motriz de una máquina no deja momento de reposo.
Bajo la presión de los dedos, la
arcilla adquiere forma, en un constante girar de la piedra sobre la que ha sido
puesta. Según cuál sea esa presión,
así será la forma obtenida, pudiendo ser bella, sin gracia, o fea.
De la misma manera obra el
espíritu humano en este mundo, en la Poscreación. Como espíritu que es, ejerce
mediante su voluntad el mando, es decir, la presión, sobre ciertos elementos de
la sustancialidad que tienen como misión dar forma a la materialidad etérea y a
la densa. Para un espíritu, la sustancialidad representa el dedo que ejerce la
presión según su voluntad. La materialidad etérea y la materialidad densa son
la arcilla, mientras que el movimiento independiente del espíritu humano,
simboliza la autoactividad de las Leyes primordiales de la Creación, que, cual
corrientes cósmicas, empujan de forma incontenible hacia su desarrollo a todo
lo que el hombre forma con su volición.
Así, pues, la volición del
espíritu humano es responsable de mucho de lo que se desarrolla en la
Poscreación, ya que, como espíritu
que es, ejerce la presión que ha de determinar el género de la forma. ¡No puede
querer nada, sin producir simultáneamente una forma! ¡No importa cual! Por lo
tanto, nunca puede sustraerse de la responsabilidad que le incumbe en todo lo
que crea y forma. Su querer, sus pensamientos y sus actos, todo adquiere forma
en el mecanismo de este mundo. Es culpa del hombre y asunto suyo si lo ignoraba
o no quiso saberlo. Su ignorancia no modifica para nada el resultado.
Por su extraviado querer, por su
testarudez y arrogancia, no sólo impidió todo verdadero florecimiento, sino
que, además, corrompió a la Poscreación. ¡En vez de ser provechoso, su actuar
fue nefasto!
Las exhortaciones de los profetas
y del mismo Hijo de Dios no bastaron para cambiar su forma de ser, a fin de que
se decidiera por el buen camino. Él no quiso,
y fue cultivando más y más su pretensión de dominio universal, en la cual
estaba ya latente el germen de su ineludible hundimiento; este germen fue
creciendo a la par con su orgullo, preparando las catástrofes que han de
sobrevenir ahora, según la Ley eterna de la Creación, esa Ley que el hombre no
ha reconocido por habérselo impedido su presuntuoso delirio de grandeza.
Las espantosas catástrofes
venideras tienen su origen únicamente en la distorsión de las Leyes
primordiales de Dios, provocada por la volición errónea de esos espíritus
humanos de la Poscreación. Pues tal querer ha provocado la confusión en todas
las corrientes de fuerza, de actividad automática. Mas la alteración de su
curso no puede quedar sin castigo, pues una vez enredadas y anudadas, deberán
desatarse violentamente a su debido
tiempo. Ese desenlace, esa puesta en claro, se manifiesta por los eventos que
nosotros llamamos catástrofes, tanto las que ocurren en los Estados, en el seno
de las familias, en el individuo y en pueblos enteros, como las que tienen
lugar por el desencadenamiento de las fuerzas naturales.
Así, todo lo erróneo se desploma
sobre sí mismo y se juzga por efecto de la fuerza existente en las corrientes
que la humanidad desvió en su presunción, encaminándolas en una dirección
distinta a la deseada por Dios; pues esas corrientes sólo pueden surtir efectos bienhechores si siguen los cursos
previstos por las Leyes primordiales, es decir, los que el Creador les ha
destinado. Jamás de otra forma. He aquí por qué ha sido posible prever el final
con muchos miles de años de anticipación, pues, dado lo erróneo de la actitud
voluntariamente tomada por el hombre, no podía suceder de otra manera, ya que
los efectos postreros de toda acción permanecen siempre íntimamente ligados a
las Leyes primordiales.
Al demostrar los espíritus
humanos su absoluta incapacidad para reconocer su misión en la Creación, al ser
un hecho probado que rehusan cumplir esa misión, rechazando o interpretando falsamente
todas las advertencias de los elegidos, de los profetas e incluso del mismo
Hijo de Dios, cuya crucifixión hizo patente la hostilidad de aquellos, Dios
interviene ahora de viva fuerza.
¡Tal es la razón de ser
del Reino de los Mil Años!
La Poscreación sólo puede ser
ayudada por la fuerza, lo mismo que
la humanidad, la cual ha demostrado que nunca estuvo dispuesta a ir
voluntariamente por el recto sendero que es preciso seguir en la Creación si se
quiere ser grato a Dios y surtir efectos beneficiosos, actuando como aquella criatura que realmente es, en
virtud de su naturaleza espiritual.
¡Por esta razón, en el Juicio
Final, la humanidad será privada ahora de
sus derechos, quedando desheredada
por algún tiempo del derecho que tenía hasta este día la voluntad humana, de dominar sobre esta Poscreación, dirigiéndola y
formándola! Desheredada durante mil años, a fin de que la paz pueda instaurarse
definitivamente y que surja un impulso intenso hacia la Luz, conforme a las
Leyes primordiales de la Creación, a las que el hombre se ha opuesto siempre
con hostilidad.
¡La posibilidad y la garantía del
Reinado de la Paz que tanto tiempo ha sido deseado, implica, pues, la
derogación de todos los derechos que la humanidad ha poseído hasta ahora en la
Poscreación! ¡Así se presenta el
hombre ante su Dios! ¡Ahora tendrá que rendir cuentas de ello! Ese es el sentido y
la necesidad del Reino Milenario de Dios aquí en la Tierra. ¡Qué triste verdad!
No podría haber nada más humillante para la humanidad. Pero… es el único
recurso.
El Reino de los Mil Años será,
pues, una escuela para la humanidad
en la que tendrá que aprender cómo
debe comportarse, pensar y obrar en la Poscreación, para cumplir así
correctamente los deberes que le corresponden y alcanzar de ese modo la felicidad.
¡A tal fin, la influencia
dominante de la voluntad humana quedará derogada de hoy en adelante durante mil
años, después de ser destruido en el Juicio Final todo lo falso que ella sembró
y todo lo que dirigió erróneamente!
¡Durante esos mil años reinará
sólo la Voluntad de Dios, a la que tendrá que someterse todo espíritu humano en
cuanto haya conseguido pasar el Juicio Final!
¡Pero si sobreviene otra vez un
fallo como el de ahora, la humanidad tendrá que contar con ser aniquilada por
completo!
¡Así es el Reino de los Mil Años y ésta es su finalidad! En su
vanidad y en el engreimiento de su propia importancia, la humanidad se lo había
imaginado de otra forma muy distinta. ¡Pero será obligada a aprender y
experimentar lo que éste es en realidad!
¡También en eso no reside más que la Gracia de Dios, dispuesta a socorrer a los que poseen una volición
verdaderamente pura!
* * *
Esta conferencia fue extractada de:
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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