sábado, 17 de diciembre de 2022

28. LA FE

 

28. LA FE

NO ES TAL FE, la que practica la gran mayoría de los que se llaman creyentes. La verdadera fe no cobra vida más que cuando se ha asimilado por entero el contenido de los mensajes divinos, convirtiéndose así en convicción viva y espontánea.

Los mensajes divinos son trasmitidos por la Palabra de Dios y por Su creación. Todo da testimonio de El y de Su Voluntad. En cuanto una persona consigue vivir conscientemente todos los procesos evolutivos y la existencia entera, sus sentimientos, pensamientos y obras constituyen una única y gozosa afirmación de Dios.

Entonces, obrará con prudencia, no hablará mucho de ello, pues habrá llegado a ser una individualidad que, debido a esa serena veneración a Dios, que también podría ser denominada confianza en Dios, se mantiene firme y segura en la creación. No se perderá en fantasías, no quedará extasiado, ni vivirá en la Tierra dedicado exclusivamente a lo espiritual, sino que, con sentido común y nuevos ánimos, procederá también a completar su obra terrenal y, asimismo, en caso de necesidad, sabrá blandir diestramente la afilada espada de su frío intelecto para defenderse de posibles ataques, sin que, naturalmente, llegue a ser injusto.

No debe, en modo alguno, tolerar tácitamente que se cometan injusticias contra él. Eso sería consentir el mal y fomentarlo.

Ahora bien, hay muchísimas personas que sólo son creyentes en apariencia. A pesar de admitir interiormente la existencia de Dios y Su actividad, temen las burlas de los escépticos. Les resulta penoso y violento, no toman parte en las conversaciones, eluden el tema cautelosamente mediante expresivos gestos diplomáticos, y no hacen más que dar asentimiento, por lo embarazoso de su actitud, a todo lo que dicen los escépticos. Eso no es fe, sino que, en el fondo, sólo se trata de un consentimiento. Con esa forma de proceder, niegan verdaderamente a su Dios, al que ruegan en secreto, y del que esperan, por añadidura, todo lo bueno.

Esa equivocada consideración para con los escépticos no puede ser disculpada alegando que, para los “creyentes”, la cuestión es demasiado “sagrada y grave” como para exponerla a eventuales sarcasmos. Tampoco puede ser considerada como humildad, sino que es simplemente una vulgar cobardía.

¡Mostrad de una vez la clase de hombres que sois! Sin temor a ningún hombre, con el orgullo que corresponde a un hijo de Dios. Sólo así serán obligados los escépticos a abstenerse definitivamente de sus burlas, fiel manifestación de su incertidumbre. Pero hoy día, el tímido comportamiento de muchos “creyentes” no contribuye más que a sustentarlas y fomentarlas.

Esas personas se engañan a sí mismas, pues han atribuido a la palabra “fe” un significado muy distinto del que el término exige. La fe tiene que ser viva, debe ser, pues, algo más que una convicción: tiene que traducirse en actos; y lo hará, en cuanto lo haya impregnado todo: pensamientos, sentimientos y obras. Tiene que salir de lo íntimo del ser humano para llegar a ser visible y tangible espontáneamente, es decir, como la cosa más natural. No debe ser puesta como escudo ni ser objeto de ostentación, sino que todo lo que se manifieste perceptiblemente habrá de constituir una espontánea irradiación natural emanada de lo más íntimo de la esencia espiritual.

Dicho en términos más corrientes, es preciso que la verdadera fe sea una fuerza radiante surgida del espíritu humano, que impregne su carne y su sangre y llegue, así, a ser una mera evidencia natural. No es nada artificial, nada forzado, nada aprendido: es la Vida misma.

Fijaos en muchos de esos creyentes: afirman creer sinceramente en una existencia ultraterrena y, aparentemente, orientan todos sus pensamientos en ese sentido. Pero si, en un instante cualquiera, se les presenta la ocasión de obtener una prueba de ese más allá, partiendo de la observación de un hecho fuera de lo normal y corriente, entonces, se atemorizan o sufren una profunda conmoción, lo que prueba precisamente que, en el fondo, no están convencidos de la existencia de otra vida; pues, de no ser así, semejante prueba ocasional tenía que resultarles completamente natural, por lo que no habría razón para atemorizarse o conmoverse especialmente.

Además de éstos, muchos otros procesos muestran claramente cuán poco convencidos están verdaderamente esos que se llaman creyentes. La fe no vive dentro de ellos.


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Esta conferencia fue extractada de:

EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

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Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio

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