33. ¡Salvación! ¡Redención!
¡Salvación! ¡Redención! ¡Cuántas veces se han
hecho los hombres una falsa idea de estas palabras, al pretender ver en ellas
una ayuda incondicional procedente de la Luz, excluyendo la Santísima Justicia!
Reside en esto una aberración total que se manifiesta hoy en todo lo que concibe
la mente humana. Los hombres pretenden hacer de Dios un esclavo siempre
dispuesto a ayudarlos, que está ahí sólo para el bienestar de las
insignificantes criaturas humanas.
Preguntaos a vosotros mismos a tal respecto, esclareced
vuestros pensamientos sin buscar excusa, investigad objetivamente en lo más
profundo de la cuestión, y, entonces, no os quedará más remedio que reconocer
que todos vuestros pensamientos sólo giraban en torno a la idea de que Dios,
respondiendo a vuestras plegarias, os tiene que servir constantemente,
ayudándoos en el cumplimiento de vuestros deseos.
Cierto que a esa actitud no le asignáis el nombre que le
corresponde por la naturaleza de vuestro comportamiento, sino que, como
siempre, disimuláis vuestra errónea voluntad, os cubrís con la capa de una
humildad aparente y no pedís que Dios os sirva, sino que os “conceda”. ¡Pero
esto no cambia en nada el hecho de que todo vuestro comportamiento, incluso cuando
rezáis, está inspirado en el mal, y no puede ser grato a Dios!
Sed sinceros por una vez con vosotros mismos, y temblad al
reconocer lo que fue hasta ahora vuestra actitud ante Dios: obstinados,
arrogantes, insaciables e hipócritas, a causa de vuestra superficialidad, no
pensando en Él más que en la necesidad y en el dolor, para que os librara de
las consecuencias de vuestra conducta, sin haberos preguntado nunca si vuestras
decisiones estaban de acuerdo con Su
Voluntad.
¡Qué sois vosotros, oh hombres, en comparación con la
Omnipotencia y la Majestad del Señor, de quien pretendéis que reine según vuestra complacencia! ¡Con qué
presunción osáis imponer en la Tierra esas
leyes procedentes de vuestra estrecha forma de pensar, que no se ajustan en
nada a las Leyes Divinas que Él puso en Su Creación! Muchas veces intentáis
hacer prevalecer vuestra falsa voluntad haciendo uso de astucias y de una
perversa mentalidad, inexcusables ante los ojos de Dios; ocasionáis daños a
vuestro prójimo para poder sacar ventajas para vosotros mismos, tales como
dinero, riquezas, o la reputación ante aquellos, para quienes obráis así.
Ahora recaerá todo eso sobre vosotros, como si fuera una
montaña que se derrumba; pues ni una sola de vuestras malas acciones puede
quedar impune, según la Ley del efecto recíproco, a menos que os liberéis
vosotros mismos de ellas, enmendando vuestra voluntad hacia el bien.
¡Los obstáculos que impiden aún la caída del conjunto de
castigos que se han acumulado, serán arrancados de cuajo! Inconteniblemente se
precipita todo sobre la humanidad terrenal, que pretende permanecer en su
pereza de espíritu y en su vanidad, a fin de imponer su voluntad, la cual, hace
tiempo que está en desacuerdo con la Voluntad de Dios.
¡Sin embargo, eso será el fin del reino de las tinieblas
sobre la Tierra! ¡Se desplomará arrastrando consigo, en su caída, a todos los
hombres que se hicieron sus cómplices!
¡Más en medio del estruendo abrumador producido por las
catástrofes, resuena la Palabra! ¡Victoriosa recorre la Tierra, para salvación
de todos los que se esfuerzan
verdaderamente en ello!
¡Esto implica la condición de que todo hombre tiene que
esforzarse por sí mismo para reconocer que la Palabra del Señor es la
salvación! Si, por escepticismo, deja pasar esta última posibilidad sin poner
todo su afán para aprovecharse de ella, nunca más se le volverá a presentar la
ocasión, y el momento de alcanzar la redención por medio de la Palabra quedará
perdido para él por toda la eternidad.
Sólo hallará salvación y redención en la Palabra que él
debe acoger, a fin de que, viviendo conforme a ella, quede libre de las
ligaduras que le retienen, a causa del desconocimiento y la deformación de los
verdaderos conceptos.
Lo que más os ha envenenado y más peligros os ha traído es
la falsa idea que tenéis del Amor de Dios, al cual habéis intentado despojar de
toda frescura, de toda fuerza y de toda claridad, para, en vez de eso, cubrirlo
con una blandura malsana y con una indulgencia perjudicial, que tenían que
hundiros a todos en la pereza espiritual, ocasionando así vuestra perdición.
¡Guardaos de la desastrosa deformación del concepto del
Sagrado Amor Divino! ¡Esa deformación os hará caer en una somnolencia agradable
al principio, pero que se convierte después en sueño mortal!
No existe Amor verdadero
en una indulgencia y bondad que todo lo perdona. Al contrario, este error es
como una droga que sume al espíritu en un estado de aletargamiento, lo debilita
y acaba por paralizarlo totalmente, provocando así la muerte eterna, al no ser
posible ya que despierte en el momento preciso.
Sólo la severa frescura de la Pureza Divina puede perforar
vuestra somnolencia y abrir al verdadero Amor el camino que lleva hacia vuestro
espíritu. ¡La Pureza es severa! No
admite ni pretextos ni excusas. Por eso les parecerá desprovista de toda
consideración a muchos hombres que no buscan más que engañarse a sí mismos.
Pero, en realidad, sólo hiere allí donde algo no está en orden.
La blandura os ocasiona daños a vosotros mismos y a los que
pretendéis complacer. Un día seréis juzgados por un Ser superior en nombre de una Justicia que, en el transcurso del
tiempo, se ha convertido para vosotros en una cosa extraña, por vuestra propia
culpa, ya que vosotros fuisteis los que os alejasteis de ella.
Es la Justicia Divina
inmutable por toda la eternidad, independiente de la opinión de los hombres,
indiferente a sus simpatías, su odio, su maldad y su poder. Es todopoderosa, porque proviene de Dios.
¡Si no empleáis todas
vuestras fuerzas en libraros de todo lo viejo, nunca podréis llegar a
comprender esa Justicia! ¡Tampoco podréis renovaros interiormente! Y sólo el
hombre nuevo que permanece fiel a la
Palabra de Vida y aspira a la Luz, recibe las ayudas necesarias para poder
pasar un Juicio de Dios.
¡El hombre tiene que ayudarse a sí mismo mediante la
Palabra que le indica los caminos a seguir! ¡Sólo así podrá encontrar la redención, no podrá participar de ella de
otra forma! ¡Tiene que fortalecerse en la lucha que mantiene por su propio
bien, de no ser así, perecerá fatalmente!
Despertad y enfrentad la lucha en contra de las tinieblas;
entonces la fuerza salvadora os será dada por añadidura. Los débiles, por su
parte, perderán la poca fuerza que poseían, ya que no saben valerse de ella
como corresponde. Quedarán privados así de lo poco que tenían, según la Ley de
la atracción de las afinidades, afluyendo la fuerza hacia los que la utilizan
con empeño y de correcta manera. Se
cumplen así las palabras de muy antiguas profecías.
* * *
Esta conferencia fue extractada de:
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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