41. EL ESPÍRITU
CUÁNTAS VECES se emplea la palabra
“espíritu” sin que quien la pronuncia sepa a ciencia cierta cuál es su
significado. Sin pararse a pensar, unos llaman espíritu a la vida interior del
ser humano; otros confunden alma con espíritu; otros, a su vez, hablan de
“hombres de espíritu” y entienden por tal, exclusivamente, la simple actividad
del cerebro. Se habla también de espíritus ingeniosos, y tantas otras cosas
más. Pero nadie ha procurado definir, de una vez y con precisión, lo que es el
espíritu.
Hasta ahora, el significado más
elevado que se le ha asignado se encierra en la expresión: “Dios es espíritu”.
De ahí se deriva todo. Partiendo de esa tesis, se ha intentado también
comprender al mismo Dios, se ha buscado en ella una explicación a tal respecto.
Pero esto, precisamente, tenía
que apartar de la Verdad y, por consiguiente, traer consigo numerosos errores;
pues es falso afirmar sencillamente
que Dios es espíritu.
¡Dios es divino, y no espiritual!: he aquí la explicación. Nunca debe ser
calificado de espíritu lo que es divino. Sólo lo espiritual es espíritu. Lo
equivocado de ese punto de vista
mantenido hasta el presente tiene su razón de ser en el hecho de que el hombre
procede de la espiritualidad y, por consiguiente, sus pensamientos no pueden
extenderse más allá de esa esfera; de modo que, para él, todo lo espiritual es
lo más elevado.
A eso se debe la tendencia del hombre
a considerar lo más puro y lo más perfecto de esa espiritualidad como el origen
de toda la creación, es decir, como Dios. Por tanto, puede suponerse que ese falso concepto no haya nacido
solamente de la necesidad de ver en su Dios un ser de su misma naturaleza — si
bien perfecto en todos los aspectos — con el que sentirse más íntimamente
relacionado. El motivo fundamental hay que buscarlo en la incapacidad de
comprender la verdadera grandeza de Dios.
¡Dios es divino! ¡Su Voluntad
es espíritu! Y de esa Voluntad viva, surgió el medio ambiente espiritual,
el más próximo a ella: el Paraíso con sus moradores. De ese Paraíso partió el
hombre en forma de germen espiritual para emprender su peregrinación por los
distintos planos de la creación. El ser humano es, pues, portador del espíritu en toda la creación
material. Por esta razón, sus acciones también están sometidas a la pura
Voluntad originaria de Dios, y tiene que asumir toda la responsabilidad si,
bajo influencias externas de la materialidad, permite que esa Voluntad sea
cubierta de impurezas, e incluso, tal vez, quede enterrada por completo durante
cierto tiempo.
Ese es el tesoro o el talento que
debería producir, en sus manos, intereses simples y compuestos. La hipótesis
errónea según la cual Dios es espíritu, es decir, de la misma naturaleza que el
origen del hombre, ha sido la causa evidente de que el ser humano no pudiera
hacerse una idea exacta de la Divinidad. No debe considerarla simplemente como
lo más perfecto de su propio ser, sino que ha de ver en ella algo muchísimo más
elevado: una naturaleza que, para él, siempre seguirá siendo incomprensible;
pues, dado que su propia naturaleza es espiritual, nunca podrá comprenderla.
Así, pues, el espíritu es la Voluntad de Dios, el Elixir de la Vida
de toda la creación, la cual tiene que impregnarse de ella para poder
subsistir. El hombre es, parcialmente, portador de ese espíritu, que, al llegar
a ser consciente de sí mismo, contribuirá al ennoblecimiento y a la evolución progresiva de toda la creación.
Eso requerirá, además, aprender a emplear debidamente las leyes naturales, para
que sirvan de concentrado elemento propulsor.
Lo que se acaba de exponer es sólo una alusión provisional a lo que se
tratará más adelante en conferencias específicas detalladas, en las que se
describirán los diferentes géneros de espíritus, delimitándolos con claridad.
* * *
Esta conferencia fue extractada de:
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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