5. EL PECADO ORIGINAL
EL PECADO ORIGINAL fue la consecuencia de la primera caída en pecado.
Ese pecado, es decir, esa acción errónea, consistió en el
desmesurado desarrollo del intelecto, en el consiguiente encadenamiento
voluntario al espacio y al tiempo, en la aparición de los efectos secundarios
derivados del carácter exclusivo de las funciones del intelecto, tales como la
codicia, el engaño, la tiranía, etc. a los cuales siguieron muchos más: en
realidad, todos los males.
Era lógico que, en el desarrollo de los hombres puramente
intelectuales, ese proceso fuera influyendo, cada vez más intensamente, en la
formación del cuerpo físico. El cerebro anterior, progenitor del intelecto, fue
haciéndose cada vez más voluminoso, debido al especial esmero con que era
cultivado, siendo muy natural que, en el transcurso de generaciones, esas
mutaciones se pusieran de manifiesto en la propagación del cuerpo terrenal y
que los niños, al nacer, poseyeran un cerebro anterior cada vez más
evolucionado, más potente.
Pero en ese hecho estaba latente, y sigue estándolo hoy
día, la tendencia o predisposición a poner al intelecto como poder dominador
sobre todas las demás cosas, lo cual lleva consigo el peligro de que, al
manifestarse en toda su pujanza, el portador del cerebro no sólo quede
encadenado fuertemente al espacio y al tiempo, a lo terrenal y físico, sino que
también quede complicado en cuantos males se deriven inevitablemente de la
dominación del intelecto.
La aportación de ese cerebro anterior voluntariamente
desarrollado, en el que está latente el peligro de un dominio absoluto del
intelecto, con los perniciosos e ineludibles matices que de ello se derivan,
esa aportación es el pecado original.
Por consiguiente, el pecado original no es otra cosa que la herencia corporal de ese órgano — hoy denominado “cerebro superior” por el gran desarrollo alcanzado artificialmente — a causa del cual el hombre, al nacer, queda expuesto al inminente peligro de enredarse fácilmente en las tramas del mal. En todo caso, ello dificulta el conocimiento de Dios, dados los estrechos límites que impone su analogía con lo materialmente físico.
Pero eso no exime al hombre de responsabilidad alguna. Esta
sigue siendo suya, pues solamente hereda el peligro, no el pecado propiamente
dicho. No es condición indispensable que llegue a someterse al intelecto,
dejándolo dominar incondicionalmente, sino que, por el contrario, puede
utilizar el gran poder de su inteligencia como afilada espada, con la cual
podrá abrirse paso en la lucha contra las pasiones terrenales, dejando libre el
camino que indica el sentimiento, también llamado “voz interior”.
Pero si un niño es educado e instruido de tal manera que su
intelecto sea puesto como soberano absoluto, quedará eximido de una parte de
culpabilidad, mejor dicho, de una parte de la retroacción que habrá de
sobrevenir por la acción de la ley del efecto recíproco, pues esa parte recaerá
sobre el maestro o educador que fue su causante, el cual, a partir de ese
instante, quedará vinculado al niño hasta que éste se libere del error y de sus
consecuencias, aunque para ello tengan que pasar siglos o milenios.
Pero, una vez que ese niño haya tenido ocasión de hacer un
examen de conciencia y de enmendar su conducta, entonces, el efecto retroactivo
derivado de sus actos recaerá exclusivamente sobre él. Esas ocasiones suelen
presentarse, a menudo, al oír o leer alguna palabra, como consecuencia de las
conmociones de la vida o por otras circunstancias similares, las cuales obligan
a un instante de profunda reflexión. Tales oportunidades no faltarán nunca.
No tendría sentido seguir hablando sobre el particular.
Ello seria repetir continuamente las mismas cosas bajo aspectos diferentes,
yendo a parar siempre al mismo punto. El que reflexioné sobre lo dicho
experimentará en seguida como si ante sus ojos se descorriera
un velo que nublaba su vista: habrá hallado dentro de sí la
respuesta a muchas preguntas.
* * *
Esta conferencia fue extractada de:
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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