viernes, 16 de diciembre de 2022

5. EL PECADO ORIGINAL

 5. EL PECADO ORIGINAL

EL PECADO ORIGINAL fue la consecuencia de la primera caída en pecado.

Ese pecado, es decir, esa acción errónea, consistió en el desmesurado desarrollo del intelecto, en el consiguiente encadenamiento voluntario al espacio y al tiempo, en la aparición de los efectos secundarios derivados del carácter exclusivo de las funciones del intelecto, tales como la codicia, el engaño, la tiranía, etc. a los cuales siguieron muchos más: en realidad, todos los males.

Era lógico que, en el desarrollo de los hombres puramente intelectuales, ese proceso fuera influyendo, cada vez más intensamente, en la formación del cuerpo físico. El cerebro anterior, progenitor del intelecto, fue haciéndose cada vez más voluminoso, debido al especial esmero con que era cultivado, siendo muy natural que, en el transcurso de generaciones, esas mutaciones se pusieran de manifiesto en la propagación del cuerpo terrenal y que los niños, al nacer, poseyeran un cerebro anterior cada vez más evolucionado, más potente.

Pero en ese hecho estaba latente, y sigue estándolo hoy día, la tendencia o predisposición a poner al intelecto como poder dominador sobre todas las demás cosas, lo cual lleva consigo el peligro de que, al manifestarse en toda su pujanza, el portador del cerebro no sólo quede encadenado fuertemente al espacio y al tiempo, a lo terrenal y físico, sino que también quede complicado en cuantos males se deriven inevitablemente de la dominación del intelecto.

La aportación de ese cerebro anterior voluntariamente desarrollado, en el que está latente el peligro de un dominio absoluto del intelecto, con los perniciosos e ineludibles matices que de ello se derivan, esa aportación es el pecado original.

Por consiguiente, el pecado original no es otra cosa que la herencia corporal de ese órgano — hoy denominado “cerebro superior” por el gran desarrollo alcanzado artificialmente — a causa del cual el hombre, al nacer, queda expuesto al inminente peligro de enredarse fácilmente en las tramas del mal. En todo caso, ello dificulta el conocimiento de Dios, dados los estrechos límites que impone su analogía con lo materialmente físico.

Pero eso no exime al hombre de responsabilidad alguna. Esta sigue siendo suya, pues solamente hereda el peligro, no el pecado propiamente dicho. No es condición indispensable que llegue a someterse al intelecto, dejándolo dominar incondicionalmente, sino que, por el contrario, puede utilizar el gran poder de su inteligencia como afilada espada, con la cual podrá abrirse paso en la lucha contra las pasiones terrenales, dejando libre el camino que indica el sentimiento, también llamado “voz interior”.

Pero si un niño es educado e instruido de tal manera que su intelecto sea puesto como soberano absoluto, quedará eximido de una parte de culpabilidad, mejor dicho, de una parte de la retroacción que habrá de sobrevenir por la acción de la ley del efecto recíproco, pues esa parte recaerá sobre el maestro o educador que fue su causante, el cual, a partir de ese instante, quedará vinculado al niño hasta que éste se libere del error y de sus consecuencias, aunque para ello tengan que pasar siglos o milenios.

Pero, una vez que ese niño haya tenido ocasión de hacer un examen de conciencia y de enmendar su conducta, entonces, el efecto retroactivo derivado de sus actos recaerá exclusivamente sobre él. Esas ocasiones suelen presentarse, a menudo, al oír o leer alguna palabra, como consecuencia de las conmociones de la vida o por otras circunstancias similares, las cuales obligan a un instante de profunda reflexión. Tales oportunidades no faltarán nunca.

No tendría sentido seguir hablando sobre el particular. Ello seria repetir continuamente las mismas cosas bajo aspectos diferentes, yendo a parar siempre al mismo punto. El que reflexioné sobre lo dicho experimentará en seguida como si ante sus ojos se descorriera

un velo que nublaba su vista: habrá hallado dentro de sí la respuesta a muchas preguntas.

* * *


Esta conferencia fue extractada de:

EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

* * *

Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio


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