69. ¡Y MIL AÑOS SON COMO UN DÍA!
¿QUIÉN
ES EL HOMBRE que ha comprendido el significado de estas palabras? ¿En
qué Iglesia se interpretan en su verdadero sentido? Las más de las veces, sólo
expresa la idea de una vida en que no existe el concepto tiempo. Pero en la
creación no hay nada que no esté sujeto a espacio y tiempo. Ya la misma idea de
la palabra “creación” se opone a ello, pues lo creado es una obra, y toda obra tiene sus límites. Ahora bien,
lo que tiene límites no está fuera del espacio, y lo que no está fuera del
espacio tampoco puede estar fuera del tiempo.
Existen mundos heterogéneos que constituyen la residencia
de espíritus humanos de acuerdo con el grado de su madurez espiritual. Esos
mundos tienen una densidad más o menos grande, unos están más cerca o más lejos
del Paraíso que otros. Cuanto más alejados, tanto más densos y, por
consiguiente, tanto más pesados.
El concepto de espacio y tiempo se restringe a medida que
la densidad aumenta, a medida que se acentúa la compacidad de la materia y se
hace más grande el alejamiento del reino espiritual.
La diversidad que presenta el concepto de espacio y tiempo
tiene su origen en la mayor o menor capacidad de asimilación de las
experiencias vividas por el cerebro humano, el cual, a su vez, está adaptado al
grado de densidad del medio correspondiente, es decir, a la naturaleza de la
parte cósmica en que se encuentra el cuerpo. A eso se debe que nos veamos
precisados a hablar de los conceptos de espacio y tiempo en las distintas
partes cósmicas.
Según lo dicho, existen partes cósmicas mucho más próximas
al Paraíso que ésta en que se encuentra la Tierra. Esas partes más próximas son
de una materialidad distinta, más ligera y menos compacta. Consecuencia de ello
es la mayor amplitud de las posibilidades de vivir experiencias personales con
plena consciencia. Aquí las llamamos: experiencias de la vida diurna.
Esas materias de distinta naturaleza pertenecen tanto a la
materialidad física más sutil, como a la materialidad etérea más densa, e
incluso a la absoluta materialidad etérea, mientras que nosotros nos hallamos
actualmente en el mundo de la materialidad física absoluta. Ahora bien, cuanto
más sutil es la materialidad, tanto más permeable se vuelve también; y cuanto
más permeable, tanto más dilatado es igualmente, para el espíritu humano que
mora en el cuerpo, el campo de las posibilidades de vivir conscientemente
experiencias personales o, en otros términos, las posibilidades de
impresionarse.
El espíritu humano que habite en un cuerpo más compacto,
más denso, dotado de un cerebro proporcionalmente densificado como estación de
tránsito para los acontecimientos externos, estará, como es natural, más
fuertemente aislado o más amurallado que dentro de otro cuerpo de materia más
permeable o menos densa. Según esto, dentro del más denso, no podrá percibir
acontecimientos exteriores o ser impresionado por ellos más que hasta un límite
muy reducido.
Es evidente que cuanto menos densa sea una materia tanto
más ligera será también, y, por consiguiente, tanto más elevada se encontrará. Al mismo tiempo, se hará más traslúcida
y, con ello, más diáfana. Por razón de su ligereza, a medida que vaya
acercándose al Paraíso se volverá más luminosa, más radiante, por ser
atravesada por las irradiaciones emanadas de dicho Paraíso.
Por otro lado, cuantas más posibilidades queden abiertas a
la viva sensibilidad de un espíritu humano, adquirida por medio de su cuerpo y
de un ambiente más ligero, o sea, menos denso, tanto más capacitado estará para
vivir íntimas experiencias, de suerte que durante un día terrenal transcurrido
en su medio ambiente, podrá reunir muchas más experiencias que un hombre
terrenal con un cerebro más denso en un ambiente más pesado y, por tanto, más
compacto. Según el grado de permeabilidad, esto es, según la naturaleza más o
menos ligera y luminosa del medio ambiente, un espíritu humano puede vivir en
un solo día terrestre tantas experiencias como en un año, dada su facilidad de
asimilación. En el reino espiritual, puede, incluso, experimentar en el espacio
de una jornada terrestre tanto como en mil años terrenales.
Por eso se dijo:
“Allí son mil años como un día”,
refiriéndose a la riqueza de experiencias vividas, cuyo aumento se rige por
la creciente maduración del espíritu humano.
El hombre puede concebir esto perfectamente si se fija en
sus sueños. A veces, cuando sueña,
puede ver transcurrir toda una vida humana en cuestión de un minuto terrestre,
puede vivirla realmente “en espíritu”. Experimenta las cosas agradables y las
dolorosas, ríe, llora, se ve envejecer, y todo en el espacio de un solo minuto.
Para poder vivir todo eso realmente sobre la Tierra, serían necesarias muchas
décadas, pues el espacio y el tiempo de la vida terrenal son demasiado
limitados, por lo que cada fase particular se desarrolla más lentamente.
Y así como en la Tierra el ser humano no puede vivir tan
rápidamente más que en sueños — porque entonces el espíritu queda parcialmente
liberado de las ligaduras del cerebro — del mismo modo, en las partes cósmicas más luminosas, el espíritu humano ya no está
tan fuertemente ligado y, después de conseguir la absoluta libertad, vivirá continuamente a ese ritmo agitado y
rápido. Efectivamente: para vivir las experiencias de mil años terrestres, no
necesitará más tiempo que un día.
* * *
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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