viernes, 23 de diciembre de 2022

69. ¡Y MIL AÑOS SON COMO UN DÍA!

 

69. ¡Y MIL AÑOS SON COMO UN DÍA!

¿QUIÉN ES EL HOMBRE que ha comprendido el significado de estas palabras? ¿En qué Iglesia se interpretan en su verdadero sentido? Las más de las veces, sólo expresa la idea de una vida en que no existe el concepto tiempo. Pero en la creación no hay nada que no esté sujeto a espacio y tiempo. Ya la misma idea de la palabra “creación” se opone a ello, pues lo creado es una obra, y toda obra tiene sus límites. Ahora bien, lo que tiene límites no está fuera del espacio, y lo que no está fuera del espacio tampoco puede estar fuera del tiempo.

Existen mundos heterogéneos que constituyen la residencia de espíritus humanos de acuerdo con el grado de su madurez espiritual. Esos mundos tienen una densidad más o menos grande, unos están más cerca o más lejos del Paraíso que otros. Cuanto más alejados, tanto más densos y, por consiguiente, tanto más pesados.

El concepto de espacio y tiempo se restringe a medida que la densidad aumenta, a medida que se acentúa la compacidad de la materia y se hace más grande el alejamiento del reino espiritual.

La diversidad que presenta el concepto de espacio y tiempo tiene su origen en la mayor o menor capacidad de asimilación de las experiencias vividas por el cerebro humano, el cual, a su vez, está adaptado al grado de densidad del medio correspondiente, es decir, a la naturaleza de la parte cósmica en que se encuentra el cuerpo. A eso se debe que nos veamos precisados a hablar de los conceptos de espacio y tiempo en las distintas partes cósmicas.

Según lo dicho, existen partes cósmicas mucho más próximas al Paraíso que ésta en que se encuentra la Tierra. Esas partes más próximas son de una materialidad distinta, más ligera y menos compacta. Consecuencia de ello es la mayor amplitud de las posibilidades de vivir experiencias personales con plena consciencia. Aquí las llamamos: experiencias de la vida diurna.

Esas materias de distinta naturaleza pertenecen tanto a la materialidad física más sutil, como a la materialidad etérea más densa, e incluso a la absoluta materialidad etérea, mientras que nosotros nos hallamos actualmente en el mundo de la materialidad física absoluta. Ahora bien, cuanto más sutil es la materialidad, tanto más permeable se vuelve también; y cuanto más permeable, tanto más dilatado es igualmente, para el espíritu humano que mora en el cuerpo, el campo de las posibilidades de vivir conscientemente experiencias personales o, en otros términos, las posibilidades de impresionarse.

El espíritu humano que habite en un cuerpo más compacto, más denso, dotado de un cerebro proporcionalmente densificado como estación de tránsito para los acontecimientos externos, estará, como es natural, más fuertemente aislado o más amurallado que dentro de otro cuerpo de materia más permeable o menos densa. Según esto, dentro del más denso, no podrá percibir acontecimientos exteriores o ser impresionado por ellos más que hasta un límite muy reducido.

Es evidente que cuanto menos densa sea una materia tanto más ligera será también, y, por consiguiente, tanto más elevada se encontrará. Al mismo tiempo, se hará más traslúcida y, con ello, más diáfana. Por razón de su ligereza, a medida que vaya acercándose al Paraíso se volverá más luminosa, más radiante, por ser atravesada por las irradiaciones emanadas de dicho Paraíso.

Por otro lado, cuantas más posibilidades queden abiertas a la viva sensibilidad de un espíritu humano, adquirida por medio de su cuerpo y de un ambiente más ligero, o sea, menos denso, tanto más capacitado estará para vivir íntimas experiencias, de suerte que durante un día terrenal transcurrido en su medio ambiente, podrá reunir muchas más experiencias que un hombre terrenal con un cerebro más denso en un ambiente más pesado y, por tanto, más compacto. Según el grado de permeabilidad, esto es, según la naturaleza más o menos ligera y luminosa del medio ambiente, un espíritu humano puede vivir en un solo día terrestre tantas experiencias como en un año, dada su facilidad de asimilación. En el reino espiritual, puede, incluso, experimentar en el espacio de una jornada terrestre tanto como en mil años terrenales.

Por eso se dijo: “Allí son mil años como un día”, refiriéndose a la riqueza de experiencias vividas, cuyo aumento se rige por la creciente maduración del espíritu humano.

El hombre puede concebir esto perfectamente si se fija en sus sueños. A veces, cuando sueña, puede ver transcurrir toda una vida humana en cuestión de un minuto terrestre, puede vivirla realmente “en espíritu”. Experimenta las cosas agradables y las dolorosas, ríe, llora, se ve envejecer, y todo en el espacio de un solo minuto. Para poder vivir todo eso realmente sobre la Tierra, serían necesarias muchas décadas, pues el espacio y el tiempo de la vida terrenal son demasiado limitados, por lo que cada fase particular se desarrolla más lentamente.

Y así como en la Tierra el ser humano no puede vivir tan rápidamente más que en sueños — porque entonces el espíritu queda parcialmente liberado de las ligaduras del cerebro — del mismo modo, en las partes cósmicas más luminosas, el espíritu humano ya no está tan fuertemente ligado y, después de conseguir la absoluta libertad, vivirá continuamente a ese ritmo agitado y rápido. Efectivamente: para vivir las experiencias de mil años terrestres, no necesitará más tiempo que un día.

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EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

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Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio


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