55. EL CÍRCULO DE LA SUSTANCIALIDAD
YA
HE HABLADO varias veces del círculo sustancial de la creación que se
ciñe alrededor de las materialidades, como elemento de transición entre lo
espiritual y lo material.
Esa sustancialidad es, en sí, una especie muy particular y constituye, en realidad, el círculo terminal de toda la creación y, al mismo tiempo, el puente para la poscreación.
Imaginémonos de nuevo las tres
grandes subdivisiones que componen todo lo que se halla fuera de la esfera
divina; esto es, lo que se encuentra por debajo de la Mansión del Grial:
A la más elevada de ellas, a la
que ocupa el primer lugar, la llamaremos creación originaria; a la segunda:
creación, y a la tercera, poscreación.
Considerándolo estrictamente, la
Mansión del Grial no forma parte de la creación originaria, sino que constituye
un algo aparte que se erige sobre la
creación originaria. Se erige. Elijo
intencionadamente esta expresión; pues esa Mansión no está suspendida, sino que
se encuentra firmemente anclada.
Asimismo, la parte situada fuera
de la esfera divina — parte de la que proviene la creación originaria — está
sólidamente ligada a la Mansión del Grial en la esfera divina, como una
construcción anexa a ella, por lo que también está inmutablemente anclada en la
esfera divina.
Hasta ahí, no existe otra
actividad que un continuo flujo y reflujo
de ondas de Luz divina procedente de lo alto. Únicamente en la Mansión del
Grial se produce una modificación y se instaura, fuera de dicha Mansión, el movimiento circular que, propagándose en
sentido descendente, suscita y mueve todas las creaciones, las cuales también
son mantenidas por ondas ascendentes
y descendentes.
Tal es el gran cuadro de la forma
de todo movimiento.
Ya he hablado detalladamente de
la creación originaria, mencionando las dos subdivisiones fundamentales de la
misma, las cuales son espirituales originarias. Una parte tomó forma y
consciencia inmediatamente, mientras que la otra pudo seguir un proceso
evolutivo para alcanzar ese fin. Otro tanto sucede en la creación, que la hemos
disociado de la espiritualidad originaria, aunque, estrictamente considerado,
sea espiritual.
También en ella se distinguen dos
subdivisiones. La primera se formó, igualmente, de manera inmediata, y la
segunda hubo de evolucionar a tal efecto.
Después de ésta, y en último
término, viene el mencionado círculo de
la sustancialidad, del que todavía no tenéis clara idea, ya que sólo he
hablado de él someramente en cuantas explicaciones he dado hasta el momento.
Hoy, vamos a considerarlo como
una subdivisión independiente de la creación, a la que denominaremos: el círculo de la sustancialidad.
Por tanto, a partir de ahora, se
ha de entender por tal círculo, algo
muy distinto de lo que hemos designado sencillamente como sustancialidades. Esos seres así designados por mí hasta ahora, son
ondas de Luz que han adquirido forma en su actividad y se propagan hacia abajo para volver a ascender nuevamente, estando
relacionadas con la Mansión del Grial en línea recta o en cadena. No son, pues,
las fuerzas de movimiento circular.
En eso estriba la diferencia. Las fuerzas circulares
también han adquirido forma en su actividad, pero son de una especie distinta y
no pudieron surgir sino a partir de cruzamientos
entre irradiaciones. Aún no sabéis nada de eso, a pesar de que ya conocéis
muchas cosas. Ese movimiento circular tiene su origen, o sea, su principio, en
la separación entre lo positivo y lo negativo, o entre lo activo y lo pasivo,
que se efectúa en la Mansión del Grial y que, al principio de mis explicaciones
de hoy, he designado como modificación de
corrientes, modificación que tiene lugar a consecuencia de la separación
verificada en el interior de la Mansión.
Al producirse enfriamientos de
las irradiaciones de la Luz, se separa lo positivo de lo negativo, dando lugar,
así, a dos clases de irradiaciones,
mientras que hasta la Mansión del Grial no existe más que una irradiación homogénea cuya
acción forma la esfera divina, en la cual, todo lo que ha adquirido forma lleva
en sí lo positivo y lo negativo armoniosamente unido.
Imaginaos todo esto tal como ya
lo esbozo a grandes rasgos: así, lo comprenderéis de la manera más rápida y,
también, más segura. Sólo entonces podréis intentar profundizar cada vez más,
con voluntad de comprender.
Si obráis de ese modo, ante
vosotros irá perfilándose poco a poco de manera viva, el Todo, y, como
espectadores iniciados, podréis hacer desfilar ante vosotros, en espíritu, la
actividad y el movimiento de la creación.
Pero si queréis proceder a la
inversa y, desde la primera audición, tratáis de seguirme con la fuerza de
vuestro intelecto, quedaréis pendientes de mis primeras frases y nunca podréis
alcanzar el fin propuesto.
Primero tenéis que acogerlo con sencillez: sólo entonces os será permitido dar vida a todo en vosotros, siguiendo
paso a paso cada uno de los rasgos trazados. De ese modo, alcanzaréis el éxito.
Hoy, vamos, pues, a hablar del
círculo de la sustancialidad, ese círculo que constituye el plano terminal de
todo lo que posee movimiento.
Lo mismo que el germen espiritual
es el precipitado de la espiritualidad — como vosotros sabéis — así también
puede decirse que el círculo de la sustancialidad es un precipitado — si bien
de otra especie completamente distinta — procedente del movimiento circular de las creaciones que se mueven por sí mismas.
Ese precipitado ha ido emanando, gota a gota, de las ondas sustanciales, para,
por último, acumularse en el límite de las creaciones y quedar retenido allí
por la atracción de las especies fundamentales afines.
Nos encontramos aquí, de nuevo,
con una ampliación de los conceptos de la creación.
Según lo dicho, hay partes que se mueven por sí mismas, entre las cuales
se cuentan la creación originaria y la creación. A continuación, viene la
poscreación, que no puede moverse por sí sola, sino que precisa ser impulsada.
Las partes que se mueven por sí
solas son accionadas por su propio calor. La poscreación, a la que hay que
infundir movimiento, es accionada por un efecto calorífico externo. Por eso es
que, si es retirado el foco calorífero, algunas partes de ella pueden
enfriarse, lo cual resulta imposible en el caso de la creación originaria y de
la creación, ya que ambas poseen calor propio.
Considerad detenidamente todos
los detalles que os doy, pues constituyen la base primordial de numerosas
explicaciones futuras, que serán de gran utilidad para todo lo concerniente a
la actividad terrenal de los seres humanos.
Ese círculo del precipitado
sustancial está por debajo de los
gérmenes espirituales; esto es, por debajo del círculo del precipitado
espiritual, y constituye el terminal de todo lo móvil; pues también el último
elemento de la espiritualidad: el círculo del precipitado espiritual, y el
último elemento de la sustancialidad: el círculo del precipitado sustancial,
llevan en sí movimiento y, por tanto, calor propios, si bien, al principio, no
son conscientes de ello. Es importante
saberlo.
Seguidamente, vienen las
distintas materialidades, así llamadas porque sólo pueden servir de envolturas
y no poseen, ni calor, ni movimiento propios. Ha habido que infundir calor en
ellas antes de poder transmitirlo, y vuelven a quedar frías e inmóviles si se
les priva del elemento dispensador de calor. Esa es la característica propia únicamente
de las materialidades.
Pero no se crea que las
expresiones: materia y materialidad han sido elegidas atendiendo a los
materiales con que el ser humano se cubre, sino que es el caso contrario. El
hombre terrenal se ha apoderado de esa denominación y, en correspondencia con
su sentido exacto, la ha aplicado también a las sustancias materiales en las
que se envuelve.
Mas el círculo de la
sustancialidad no constituye solamente el
plano terminal de todo lo que se mueve y lleva en sí calor propio, sino
que, por llevar inherente calor y movimiento, se adentra cada vez más en la
materialidad, con lo que ésta, a su vez, se calienta, es sacada de su estado de
reposo y queda incorporada al movimiento circular, que la recalienta y la
encandece más y más por frotamiento, según la densidad de su naturaleza.
En ese movimiento impuesto, la
materia va formándose y haciéndose
más permeable a las irradiaciones caloríficas de la sustancialidad motriz, las
cuales, más intensificadas, aún, por la acción de esa actividad, infunden
continuamente nueva energía calorífica, favoreciendo, así, el movimiento
formador.
Una vez esbozado ese gran cuadro,
vamos a entrar en detalles. Volvamos, pues, al círculo de la sustancialidad que
sirve de puente a los sedimentos de todas las materialidades, desprovistos de
calor y movimiento.
En ese círculo de la
sustancialidad, se concentran, conforme a la ley, las distintas especies afines
de todos los gérmenes sustanciales, formando grupos que también pueden ser
llamados “centrales” o “conglomerados”.
Así tenemos, por ejemplo, que
están separados entre sí los grupos
de gérmenes que, al entrar en las materialidades en el curso de su evolución y
de su despertar, contribuyen a la formación y sostenimiento de fuego, agua,
aire, tierra, piedras, plantas y animales.
Ya he hablado del proceso de penetración de los gérmenes
sustanciales, y sólo quiero hacer especial mención de que todo ese evento es dirigido meticulosamente por ayudas
sustanciales que, formando una cadena, prestan sus servicios en el flujo de ondas de Luz procedentes directamente de
la Mansión del Grial, ayudándolas, también, a remontarse de nuevo.
Todo eso ya os es conocido. Os
resultará fácil hacer una recopilación de todos los conocimientos básicos
contenidos en mi Mensaje. Pero habéis de proceder cual niños que se esfuerzan
en colocar como es debido las piezas
de un rompecabezas, hasta obtener una imagen perfectamente definida.
Así debéis utilizar los conocimientos
dados en el Mensaje; pues éste contiene las piedras fundamentales de todo saber y da explicación a todos los acontecimientos que se
desarrollan en la creación.
Si queréis hallar la explicación
de alguna cosa de la creación en el efecto de las leyes originarias de la
creación, portadoras de la Voluntad de Dios, bastará con que, de todas las
piedras preciosas guardadas en el Mensaje como un tesoro que vosotros debéis
descubrir, saquéis una cualquiera de las numerosas piedrecitas que llevan en sí
algo de la cuestión que os inquieta.
Entonces, como si se tratase de
un rompecabezas, procurad sacar de mi
Mensaje lo que se adapte a esa primera piedrecita, y ajustadlo a ella;
finalmente, obtendréis, así, un cuadro extenso y completamente independiente,
un cuadro terminado que, en forma de imágenes, os dará respuesta exacta sobre
esa actividad de la creación que vosotros queréis conocer.
Si seguís mi consejo, siempre
conseguiréis obtener una explicación de todas las cuestiones que puedan
suscitarse, una explicación que, en todos
los casos, os resultará comprensible y nunca os inducirá a error.
Basta con colocar cada piedra de forma que se adapte exactamente a la primera piedra que
hayáis extraído del tesoro para dar respuesta a lo que os inquieta. Es absolutamente
indiferente que esa piedra constituya el centro del cuadro o que pertenezca
solamente al borde del mismo: siempre será posible añadir o colocar las demás
piedras del conjunto, de manera que,
al final, quede reproducido exactamente el cuadro necesario para dar
contestación y aclaración a vuestra pregunta.
Las piedras no pueden ser
colocadas más que de una forma, por lo que, si ponéis alguna piedra en un lugar
que no le corresponde, lo notaréis en seguida, ya que, sencillamente, no se
adaptará al conjunto, y os veréis precisados a ponerla debidamente o, incluso,
a quitarla definitivamente si no viene al caso que os inquieta.
Por consiguiente, siempre debéis
pensar en un rompecabezas, cuyas piezas, al ser colocadas lógicamente con
arreglo a las precisas formas que se les ha dado para ese fin, reproducen
construcciones o cuadros perfectos.
Así os he dado mi Mensaje: contiene todo, pero os obliga a cooperar
personalmente. No puede ser recibido pasivamente como algo acabado, sino
que, cada vez que se suscite en vosotros una pregunta, debéis de buscar los
elementos componentes del cuadro y esforzaros en reconstruirlo perfectamente.
Tal es la particularidad de la Palabra viva que os forma e
instruye, y obliga a vuestro espíritu a moverse.
Si, por error o superficialidad,
componéis un cuadro falso, pronto quedaréis parados en vuestra obra y veréis
que ahí no habrá armonía ninguna, porque, tal vez, habréis puesto una
piedrecita en un lugar que no es el suyo, o simplemente, porque su forma no
puede adaptarse al cuadro o
construcción que tratáis de conseguir. No podréis, pues, completarlo, y
tendréis que intentarlo de nuevo hasta que dicho cuadro aparezca ante vosotros
perfectamente definido y debidamente terminado.
Cada piedra puede servir para
formar muchos cuadros, no para uno
solamente; pero, por lo peculiar de su carácter, estáis obligados a colocarla
de distinto modo según el cuadro de que se trate, buscando siempre la manera de
adaptarla exactamente a las demás piedras.
Más si
el cuadro en cuestión constituye un conjunto de por sí, podéis estar seguros de
que vuestro trabajo de buscar ha sido llevado a cabo debidamente.
Nunca os faltará una sola piedra,
ni siquiera la parte más insignificante; pues el Mensaje contiene todo lo que necesitáis. Intentadlo hasta
que esa labor os resulte familiar: entonces, vosotros mismos estaréis firmes en
la creación entera.
Con las palabras de mi Mensaje,
os doy el perfecto cofre que contiene las piedras preciosas mejor talladas, a
fin de que, con ellas, podáis construir vosotros mismos. De antemano, están
adaptadas exactamente a todo lo que os es necesario. Pero vosotros solos tenéis
que hacer la construcción, pues así se quiere que sea.
Así pues, ya sabéis cómo habéis
de obrar, y, ahora, puedo seguir dando explicaciones sobre el círculo de la
sustancialidad y sus repercusiones en las materialidades. Ese círculo, que, en
realidad, es el plano terminal de todo lo móvil, constituye al mismo tiempo,
por su actividad, un puente hacia las materialidades.
En ese círculo se ha concentrado,
entre otras especies, un género de precipitado sustancial que ha dado lugar al conglomerado del que se forma el alma
animal con sus numerosas ramificaciones.
Sin embargo, esa cuestión, precisamente,
exige una enseñanza especial unida necesariamente a la observación, a fin de suscitar ideas perfectamente claras en el ser
humano. Pero, al menos, voy a dar algunas indicaciones sobre ese particular.
El alma de cada animal se forma, esto es, se compone primeramente,
como va implícito en el término “formar”.
Para ver la diferencia y poder
comprender más fácilmente, hago referencia, una vez más, al espíritu humano. El
espíritu del hombre terrenal ya lleva todos sus elementos incluídos en el
germen espiritual y no necesita más que desarrollarlos para llegar a ser
consciente.
El alma del animal físico, en
cambio, se compone primero, se forma, para
ir fortaleciéndose poco a poco en la evolución. A medida que ese
fortalecimiento va aumentando, aumenta, también, su capacidad de formarse con
mayor solidez y resistencia cada vez.
El alma animal, que es parte
constitutiva de la materialidad física, sólo puede adquirir una forma estable
poco a poco. Transcurrido un espacio de tiempo más o menos largo después de su
separación del cuerpo físico, el alma humana vuelve a perder su forma en la
mayoría de los casos, y es absorbida por el conglomerado de especies afines.
Verdad es que lleva consigo un mayor
grado de calor, pero ya no conserva una forma concreta de su afinidad. De
ahí la expresión: “alma grupo”.
Sólo una cosa puede conservar al
alma animal en su forma, una cosa que es lo más poderoso que existe: ¡El amor!
Si un animal ha cobrado amor a un
ser humano, es elevado por ello y, debido a esa voluntaria ligazón con el
espíritu, recibe un flujo de fuerza que también mantiene la cohesión de su
alma. Pero hablaremos de esto más tarde. Tened en cuenta, que no sólo hay
animales procedentes del círculo terminal de la sustancialidad, sino que
también existen en planos superiores, incluso en los más elevados de todos.
En las esferas más altas se
encuentran los animales sapientes, que
son perfectamente puros en su acción de servir.
También sucede, que animales de
esferas superiores se encarnan en la Tierra con fines muy particulares. Sin
embargo, no vamos a ocuparnos de esto todavía, y seguimos refiriéndonos a los
conocidos animales de la Tierra, cuyas almas se forman a partir del círculo
sustancial que rodea las materialidades.
A tal respecto, voy a dar una explicación más, concerniente a
vuestro ambiente terrenal inmediato y visible: vuestro ambiente físico.
Todas las formas atadas a los distintos lugares de la Tierra, están
desprovistas de un alma personal, ya
que dependería demasiado de todo lo que se acercara a ella y quedaría a merced
de toda arbitrariedad de la materia.
Un desequilibrio semejante es
completamente imposible en la obra del Creador, tan sabiamente organizada.
Por eso, tales formas no tienen
alma propia, sino que sólo sirven de morada a seres completamente
independientes de las formas mismas, a los cuales protegen y cuidan.
A esas formas pertenecen las
plantas y las piedras. Con eso, se os da una nueva revelación que puede seros
útil para reconocer claramente los conceptos erróneos.
Sólo las criaturas independientes del lugar — como, por
ejemplo, los animales, que pueden moverse de su sitio libremente — llevan en sí
un núcleo propio que se mueve y las
conduce.
En los animales, ese núcleo es el alma sustancial; en los
hombres, el espíritu. En cambio, las plantas y las piedras sólo sirven de
morada a entidades extrañas e independientes, que, según lo dicho, no pueden
ser designadas como almas de las formas en cuestión.
* * *
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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