60. LAS ESFERAS ESPIRITUALES ORIGINARIAS V
YA
HE EXPLICADO el primer círculo de criaturas originarias que se encuentra
alrededor de Parsifal. Mejor dicho: no lo he explicado todavía, sino que
solamente he hablado de él.
De ahí que hayamos de seguir
ocupándonos de las primeras criaturas originarias ya mencionadas en mi última
conferencia. Ellas son las columnas más resistentes para las creaciones, y en las
creaciones.
Y otra vez tengo que remontarme
hasta la proximidad inmediata de Dios, si es que se puede hablar de proximidad
en modo alguno. Pues no existe nada de lo cual pueda afirmarse que esté en la
proximidad de Dios, si se mide esa proximidad según los conceptos terrenales.
Hasta la distancia más grande que
puede existir según los conceptos humanos, no es suficiente, todavía, para dar
una idea aproximada de la distancia
que se quiere designar como proximidad inmediata de Dios. Es infinitamente más
grande; pues lo que se puede denominar propiamente la proximidad de Dios, es un
agitado mar de llamas donde no existe, aún, posibilidad de formación.
Por consiguiente, empleo aquí la
denominación “proximidad” solamente como expresión,
no como concepto. En esa
proximidad, en esas gradas del Trono que constituyen esferas enteras se
encuentran los cuatro animales con su género de vibraciones muy particular.
Isabel, la Reina Originaria, no
está emplazada en ninguna de esas gradaciones; pues es un ser completamente aparte por el cual existe
la Azucena Pura.
Los Arcángeles son, a su vez, de
una especie de irradiaciones inmediatas de Dios distinta de la de los cuatro
animales. Las especies se diferencian entre sí por la formación. También se
puede decir: la formación es la
separación; porque constituye un evento vivo y espontáneo.
Pero, hoy, solamente vamos a
hablar de los cuatro animales. Esos animales llevan en sí las condiciones
preliminares para la formación de la creación.
Llevan, pues, recopiladas en lo íntimo de su ser todas las irradiaciones de
que las creaciones tienen necesidad
para tomar forma, para configurarse.
Según eso, los elementos
fundamentales de la creación ya están implícitos en esos animales que, en
número de cuatro, forman un cuadrado en las gradas del Trono de Dios y
absorben, acogen en sí todas las irradiaciones creadoras divinas. Dicho en
otros términos: no sólo forman un cuadrado, sino que son el cuadrado de la creación o la cuadratura del futuro círculo
de la creación.
No voy a detenerme demasiado en
este punto, sino que sólo tocaré fugazmente lo esencial para nosotros hoy día,
a fin de explicar la relación existente entre el cuadrado de los animales y la
creación.
El cuadrado de los animales o,
mejor dicho, “entidades” encierra en
sí, por tanto, todo lo que las creaciones
necesitan, y es, a tal efecto, la
primera central de las irradiaciones de la Trinidad divina, situada por encima
de él.
La Reina Originaria transmite
irradiaciones completamente diferentes, lo mismo que son distintas las
transmitidas por los Arcángeles.
Por consiguiente, sólo ese cuadrado de las cuatro
entidades está en relación directa, desde arriba, con el futuro círculo de la
creación; sólo él está ligado a éste. Todo lo demás que tiene su patria en la
esfera de la irradiación divina y es, por tanto, eterno, se inclina hacia todo
lo creado, con el único fin de ayudar, ennoblecer
y hacer progresar en la vibración del Amor divino, que para ellos, es la cosa
más natural. Sin embargo, no están
firmemente ligados a la creación:
sólo el cuadrado de los cuatro animales lo está.
En esa sutil diferenciación
residen muchas cosas. Grabadla, pues,
en vosotros especialmente. Mucho de lo que, hasta ahora, os resultaba
incomprensible, quedará perfectamente aclarado por ello.
De las cuatro entidades
sapientes, aladas y situadas junto al Trono de Dios: el Carnero, el Toro, el
León y el Águila, el Carnero es la
entidad que tiene un rostro humano; pues
el Carnero lleva en sí el género
espiritual de la creación, a partir del cual se forman y evolucionan los seres humanos en la creación.
Eso también se relaciona con la expresión: “Cordero de Dios” y con la
herida que éste tiene. Pues esa herida se manifiesta naturalmente en él, como
testimonio del fracaso y de la decadencia de los espíritus humanos de la
creación, ya que han procedido de él, no directamente, pero sí indirectamente. El flujo de
espiritualidad humana no refluye armoniosamente de la creación, sino que queda
retenido en las materialidades por llevar adheridas demasiadas culpas.
De este modo, extiendo un palmo
más el dominio del saber para vosotros. Pero no se modifica nada de lo que
habéis podido aprender hasta el presente. Todo eso sigue en vigor y vibra en
absoluta armonía con lo nuevo, aun cuando, en el primer momento, pueda parecer
de otro modo.
Y ahora, voy a pasar a los
detalles. Parsifal franqueó los límites de la irradiación inmediata de la
Trinidad divina; es decir, rebasó los límites de la esfera divina.
Con ello, emitió la irradiación
de su núcleo insustancialmente divino hacia el exterior y continuó irradiando
fuera de la esfera divina, en el vacío desprovisto de Luz, iluminando,
calentando, infundiendo movimiento a todo y manteniendo ese movimiento, como
fuente de vida y cual una pequeña parte de Emanuel.
A una distancia apropiada, se
formaron inmediatamente las primeras cuatro columnas de las creaciones, que,
por la naturaleza de las ligazones que establecieron, contienen todo lo
necesario para la creación. No se formaron como las entidades del Trono de
Dios, sino que tienen forma humana, si bien de una grandeza y una belleza que,
para los conceptos humanos, resultan inverosímiles.
Puestas ante Parsifal en calidad
de caballeros del Grial; es decir, como poderosos guardianes y fieles custodias
del tesoro confiado a Parsifal por Dios, ese santo receptáculo de su parte
insustancial, hacen surtir, al mismo tiempo, los efectos de las cuatro
entidades situadas en las gradas del Trono. ¡La cuadratura del círculo de la
creación!
Sus géneros tienen los siguientes
efectos para las creaciones:
1.
Od-shi-mat-no-ke:
Es la forma ideal de la espiritualidad humana, inaccesible a otros por ser
perfecta. Por eso aparece bajo el aspecto de real soberano. No lleva en sí más que el género del Carnero, y
representa, por tanto, la especie de actividad de éste en la creación originaria. Se podría decir que el Carnero está anclado en él.
2.
Leilak: Es la
forma ideal de la virilidad, de la fuerza viril. Lleva en sí una combinación de
los géneros del Carnero — de ahí la forma espiritual humana y la forma de toro.
3.
El León: Es
la forma ideal del heroísmo. Lleva en sí la combinación del Carnero y del León.
4.
Mercurio: El
soberano de todas las impetuosidades de los elementos. Lleva en sí la
combinación del Carnero y del Águila.
Cada una de esas cuatro criaturas
originarias posee un género particular y debe, además, estar relacionada con el
Carnero, dado que todas ellas son espirituales y conscientes, características que están arraigadas en el Carnero.
Así como las cuatro entidades
situadas en las gradas del Trono son las columnas y los poderosos guardianes en
la esfera divina — fuera de la propia Divinidad insustancial, como es natural —
así también, las cuatro criaturas originarias del primer círculo formado
alrededor de Parsifal en la espiritualidad originaria o creación originaria,
son columnas y poderosos guardianes, y su actividad en común constituye una
ligazón perfecta que irradia todo lo necesario para la creación.
La vivificación de esos rayos procede
del núcleo luminoso de Parsifal, gracias a cuya irradiación pudieron formarse
en calidad de primeras y necesarias columnas fundamentales, al mismo tiempo que
son los guardianes más poderosos del santuario.
No es fácil explicaros tanta
grandeza y tanto movimiento, ni tampoco lo es fijar todo eso en forma de
imágenes para vosotros, cuando resulta que la realidad no es estable, sino que se mantiene en continuo y fluctuante
movimiento, recibiendo irradiaciones, transmitiéndolas, volviendo a atraerlas
hacia sí para emitirlas nuevamente hacia Parsifal. Todo eso sin interrupción, simultáneamente. Eso solo ya os resulta
imposible de concebir.
Por tanto, en esas cuatro
primeras criaturas originarias están reunidas todas las fuerzas de la creación
emanadas de Parsifal, las cuales están concentradas e intensificadas por las
irradiaciones de la misma especie procedentes de los cuatro Animales, y se
mantienen en movimiento pujante o propulsor por efecto de la viva Luz de
Parsifal, siendo dirigidas por la voluntad de las criaturas originarias,
voluntad conforme a su especie.
De ese modo, tal vez os sea factible imaginar un proceso que,
expresado en términos terrenales, se acerque lo más posible a la Verdad.
Retened, primero, todo eso
firmemente e inculcadlo en vosotros tal como yo lo he expresado con palabras
terrenales.
No empecéis otra vez a dar saltos
con vuestros pensamientos, ni os preguntéis dónde puede estar el elemento
femenino que, según lo dicho en mis conferencias anteriores, debe de estar
siempre medio grado más alto. No os pongáis a cavilar tratando de averiguar
dónde se encuentran María e Irmingard, que, en todo caso, nunca pueden estar en
un plano inferior al de las criaturas originarias. Tampoco aquí existe laguna
alguna, sino que todo concuerda perfectamente.
Las cuatro criaturas originarias
mencionadas constituyen, en primer lugar, los pilares principales de la estructura de la creación, y a partir de ellas va sucediéndose, en
movimiento descendente o a distancias mayores cada vez, todo lo que ya he expuesto
en mis explicaciones sobre la creación; pues esas cuatro entidades llevan
recopiladas en sí todas las fuerzas de la creación, mientras que los demás no
son sino ayudas.
En esta ocasión, también os doy
únicamente, para empezar, la dirección que desciende en línea recta hacia los espíritus humanos
evolucionados, y dejo sin tocar y sin mencionar todas las ramificaciones, como,
por ejemplo, Lohengrin, dado que no es el punto
de partida de una irradiación decisiva para la creación por su actividad
formadora. Más tarde volveré a ocuparme de ese asunto. Por el momento, os doy
los soportes sobre los que se apoya
la estructura de la creación.
María no entra en consideración
en nada de esto, ni tampoco Irmingard. Cierto que descienden a las creaciones
desde lo alto y están ancladas en
ellas, pero no están ligadas a ellas
firmemente. También ahí reside una diferencia muy grande.
Pese a esos anclajes, no están
ligadas a las creaciones, sino que son completamente independientes de ellas y
de sus corrientes. Verdad es que las corrientes de la creación pueden acercarse a ellas mediante tales
anclajes, haciéndose, así, claramente reconocibles, pero no pueden penetrar en ellas, puesto que, para ello, falta
la necesaria ligazón.
María e Irmingard obran sin que
pueda haber la menor repercusión en ellas. Su actividad es ayudar, ennoblecer,
reconfortar, purificar, sanar o repulsar, pero no establecen ligazón ninguna con la creación por medio de sus
irradiaciones. ¡Tenedlo bien presente!
María vino, en efecto, como una
parte del Amor de Dios: Jesús, y como una parte de Emanuel, para formar la
Santa Alianza. Con la feminidad como tal no
tiene nada que ver, sino que se halla frente a la humanidad entera como Amor de Dios.
La feminidad de la creación sólo tiene que ver, como tal feminidad,
con Irmingard. Y ésta descendió a la
Mansión del Grial en la creación originaria desde la esfera divina, y allí se
introdujo en un receptáculo de espiritualidad originaria que ya estaba
preparado para ella.
Aparte de que, por un acto de la
Voluntad de Dios, se sumió en ella una chispa de la insustancialidad, a fin de
que Emanuel pudiera actuar en toda la creación como una unidad tripartita. Esa unidad tripartita de Emanuel en la creación
es: Parsifal-María-Irmingard, esto es: Justicia, Amor y Pureza.
Así pues, en un último y sagrado
cumplimiento, Emanuel actúa en la creación, simultáneamente en Parsifal, María e Irmingard.
Eso
constituye un nuevo acto de Amor que Dios realizó para ayuda y mayor protección
de la humanidad que subsistirá
después del Juicio, para que la creación no pueda volver a sufrir daños por las
flaquezas de los espíritus humanos.
No os sumáis, pues, en la
confusión de inútiles pensamientos. Solamente
hablo, ahora, de la creación originaria procedente de Parsifal. Ni María ni
Irmingard forman parte de ella, pero obran
allí según su naturaleza.
Después de las cuatro columnas de
la creación originaria se encuentra un segundo círculo algo más alejado.
Digamos, considerándolo en sentido terrenal, que está medio grado más bajo que
el primero. Ese segundo círculo o plano está repleto de la actividad de las
tres criaturas originarias femeninas:
Johanna, Cella, Josepha.
Pero no vayáis a imaginaros que
esas criaturas originarias están puestas sencillamente en círculo, sino que las
distintas especies de su actividad se ejercen en grandes jardines o planos que
surgen a su alrededor y por mediación de ellas, junto con numerosas entidades
auxiliares y moradores de la creación originaria, todos los cuales actúan
alrededor de cada una de esas eminentes criaturas originarias femeninas y
masculinas, vibrando al ritmo de sus respectivas especies.
Así es que numerosos caballeros
forman el séquito de las primeras criaturas originarias, y que numerosos
colaboradores femeninos se adhieren a las criaturas originarias femeninas.
Pero no debemos detenernos ahí
por el momento, ya que, sino, el cuadro que quiero daros adquiriría
proporciones inasequibles e inapreciables para vosotros.
Hoy, sólo quiero indicar
someramente, de qué manera vibra la actividad de las tres criaturas originarias
femeninas mediante su irradiación, que atraviesa toda la creación.
Cada una de ellas ejerce una
actividad especial; y sin embargo, las actividades de las tres engranan entre
sí de tal modo, que casi pueden
parecer una sola. Apenas puede distinguirse una divisoria en ellas. Esas
actividades, de las que ellas son personificaciones ideales, tienen un carácter
puramente femenino.
Hablemos primero de Johanna: Con palabras precisas no se puede expresar su actividad, porque eso
reduciría inmediatamente la condición del concepto. Por eso, sólo diré
brevemente que esa actividad concierne al hogar.
Consiste en crear un ambiente íntimo, atractivo, armonioso. Ahora bien, se trata
del hogar en un sentido amplio, no
solamente bajo el aspecto de un pequeño hogar humano-terrenal.
En realidad, éste también está
incluido en esa actividad, pues los efectos de la misma se manifiestan en lo
grande como en lo pequeño, incluso en lo más pequeño. Pero se trata aquí de la cosa en sí, no de una pequeña
forma de la misma.
A título de ejemplo, cito ese
sentimiento de profundo apego al suelo natal, capaz de inflamar a pueblos
enteros del entusiasmo más verídico, cuando un enemigo trata de herirlo
codiciosamente.
A tal respecto, podría citar
miles de ejemplos, y sin embargo, a pesar de todo, nunca seríais capaces de
reconocer la verdadera grandeza que reside en la actividad de Johanna, esa
grandeza que ella también trata de imprimir en cada espíritu humano como un
legado sagrado susceptible de elevarle muy alto y conferirle un sólido apoyo.
Y ese legado ha sido dado, en
primer lugar, a la feminidad, de ahí
que, a menudo, descanse en ella el destino de todo un pueblo.
La actividad de Cella no es de naturaleza menos
delicada. Con gran esmero, implanta en lo espiritual el silencioso respeto ante
la futura maternidad, con toda la intangibilidad y sublimidad que ahí residen.
De la manera más majestuosa y con el temor más reverente que se ponen de
relieve en esas proximidades, lo implanta en todos los que aún son puros de
espíritu.
Josepha, por su parte, pone la base del debido respeto a las envolturas o cuerpos, considerados como
un bien confiado por la gracia de Dios y merecedores, por tanto, de un trato
adecuado. Como es natural, no se trata solamente de cuerpos terrenales, sino de
todas las envolturas que existen en
la creación, las cuales, al fin y al cabo, siempre han sido dadas con el fin
primordial de proteger la evolución del núcleo espiritual y del núcleo
sustancial, razón por la cual han de ser consideradas también en toda pureza.
También las envolturas enfermas
contribuyen a la evolución del núcleo,
que, cubierto de una envoltura más sana, tal vez no habría despertado tan
rápidamente.
La actividad de Josepha tiene el
mismo valor que la de las otras y es lo mismo de importante para los caminos de todas las peregrinaciones por la
creación. Son condiciones fundamentales para una maduración normal de todas las
criaturas de las creaciones, tal como quiere Dios. Lo atraviesan todo como con
hilos finísimos y se manifiestan en sus efectos de las formas más variadas,
puesto que están latentes en el espíritu y se mantienen en movimiento,
inarticuladas, informes. Todo esto empuja y apremia, pero sólo el sentimiento
puede comprenderlo debidamente, sólo
él puede hacerlo una realidad beneficiosa.
Si la facultad sensitiva está
oprimida por la dominación del intelecto, se abre un abismo entre vosotros y
todo lo que se agita en la creación originaria al servicio de la Voluntad de
Dios, con lo cual también se produce forzosamente una perturbación de la
necesaria vibración de la creación.
Las actividades radiantes de las
tres criaturas originarias: Johanna, Cella y Josepha, constituyen una acción conjunta, inmensa, fundamental,
compenetradas unas con otras y, sin embargo, separadas entre sí.
Y ahora, avancemos medio grado
más, lo cual, evidentemente, supone, en realidad, distancias que apenas podréis
concebir. Allí, encontramos una nueva criatura originaria: Vasitha.
Es la
vigilante guardiana puesta a la salida de la parte más sublime y más pura de la
creación originaria, en cuya cúspide se alza la maravillosa Mansión del Santo
Grial, radiante de magnificencia y de paz.
Con Vasitha y su ambiente se
cierra la parte superior de la creación originaria. Está a la puerta e indica
el camino hacia el exterior a todo elemento espiritual obligado a seguir su
marcha para su propia evolución. Muestra el camino hacia el puente que, cual
gigantesco arco iris, se tiende por encima de profundos abismos y lleva hasta
esas regiones donde se requiere un mayor enfriamiento y una mayor distancia de
la Luz para poder llegar a ser consciente de la propia existencia, a fin de
tomar forma allí y adquirir el máximo florecimiento.
Majestuosa, se alza allí Vasitha
indicando el camino con su lanza, mientras que, con penetrante mirada, examina
todo y se percata de lo que no es capaz de seguir estando en la primera parte
de la creación originaria, obligándolo, entonces, a pasar ante ella. Su palabra
indicadora da fuerzas a todos y sirve de fiel escolta.
Así abandonan esas regiones los
que pueden tomar forma en calidad de espíritus creados. Salen en compañía de
los que aún reposan en el último precipitado y todavía tienen que recorrer el
camino de una lenta evolución, a fin de poder llegar a ser conscientes de su
existencia. Se retiran hacia lejanías inconmensurables, poseídos de un
ferviente anhelo de Luz divina.
Para terminar, haced un pequeño
resumen de lo que acabo de decir:
El camino de las irradiaciones de
Dios destinadas a la creación y, por tanto, a todos los seres humanos también,
pasa por el cuadrado constituido por los cuatro animales situados en las gradas
del Trono de Dios, animales que, hasta ahora, sólo conocíais de nombre. Las cuatro
primeras criaturas originarias de la creación llevan en sí las irradiaciones de
esos animales. Forman, pues, para el ciclo de la creación, el cuadrado en la
espiritualidad originaria. El ciclo de la creación es accionado y mantenido en
continuo movimiento por la Fuerza de la Luz, que, emanada del núcleo
insustancial de Parsifal, actúa vivamente.
Dejad que este cuadro fundamental se fije sólidamente en
vosotros, de forma que, más adelante, pueda yo ir extendiéndolo agregando una
imagen tras otra, a fin de ampliar vuestro saber sin que vuestra mirada se
turbe. Lo conseguiréis si queréis.
* * *
EN LA LUZ DE LA VERDAD
MENSAJE DEL GRIAL
por Abd-ru-shin
* * *
Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der
Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:
español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio
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