martes, 17 de enero de 2023

60. LAS ESFERAS ESPIRITUALES ORIGINARIAS V

 

60. LAS ESFERAS ESPIRITUALES ORIGINARIAS V

YA HE EXPLICADO el primer círculo de criaturas originarias que se encuentra alrededor de Parsifal. Mejor dicho: no lo he explicado todavía, sino que solamente he hablado de él.

 Antes de seguir adelante, tengo que describir algunas cosas con más detalle, porque, sino, os faltará algo referente al círculo de las grandes vibraciones y no podréis darle vida en vosotros. Todo tiene que estar libre de lagunas, aun cuando sólo se os pueda dar en forma de imágenes. Por esa razón, tampoco podemos seguir adelante si no es muy lentamente.

De ahí que hayamos de seguir ocupándonos de las primeras criaturas originarias ya mencionadas en mi última conferencia. Ellas son las columnas más resistentes para las creaciones, y en las creaciones.

Y otra vez tengo que remontarme hasta la proximidad inmediata de Dios, si es que se puede hablar de proximidad en modo alguno. Pues no existe nada de lo cual pueda afirmarse que esté en la proximidad de Dios, si se mide esa proximidad según los conceptos terrenales.

Hasta la distancia más grande que puede existir según los conceptos humanos, no es suficiente, todavía, para dar una idea aproximada de la distancia que se quiere designar como proximidad inmediata de Dios. Es infinitamente más grande; pues lo que se puede denominar propiamente la proximidad de Dios, es un agitado mar de llamas donde no existe, aún, posibilidad de formación.

Por consiguiente, empleo aquí la denominación “proximidad” solamente como expresión, no como concepto. En esa proximidad, en esas gradas del Trono que constituyen esferas enteras se encuentran los cuatro animales con su género de vibraciones muy particular.

Isabel, la Reina Originaria, no está emplazada en ninguna de esas gradaciones; pues es un ser completamente aparte por el cual existe la Azucena Pura.

Los Arcángeles son, a su vez, de una especie de irradiaciones inmediatas de Dios distinta de la de los cuatro animales. Las especies se diferencian entre sí por la formación. También se puede decir: la formación es la separación; porque constituye un evento vivo y espontáneo.

Pero, hoy, solamente vamos a hablar de los cuatro animales. Esos animales llevan en sí las condiciones preliminares para la formación de la creación. Llevan, pues, recopiladas en lo íntimo de su ser todas las irradiaciones de que las creaciones tienen necesidad para tomar forma, para configurarse.

Según eso, los elementos fundamentales de la creación ya están implícitos en esos animales que, en número de cuatro, forman un cuadrado en las gradas del Trono de Dios y absorben, acogen en sí todas las irradiaciones creadoras divinas. Dicho en otros términos: no sólo forman un cuadrado, sino que son el cuadrado de la creación o la cuadratura del futuro círculo de la creación.

No voy a detenerme demasiado en este punto, sino que sólo tocaré fugazmente lo esencial para nosotros hoy día, a fin de explicar la relación existente entre el cuadrado de los animales y la creación.

El cuadrado de los animales o, mejor dicho, “entidades” encierra en sí, por tanto, todo lo que las creaciones necesitan, y es, a tal efecto, la primera central de las irradiaciones de la Trinidad divina, situada por encima de él.

La Reina Originaria transmite irradiaciones completamente diferentes, lo mismo que son distintas las transmitidas por los Arcángeles.

Por consiguiente, sólo ese cuadrado de las cuatro entidades está en relación directa, desde arriba, con el futuro círculo de la creación; sólo él está ligado a éste. Todo lo demás que tiene su patria en la esfera de la irradiación divina y es, por tanto, eterno, se inclina hacia todo lo creado, con el único fin de ayudar, ennoblecer y hacer progresar en la vibración del Amor divino, que para ellos, es la cosa más natural. Sin embargo, no están firmemente ligados a la creación: sólo el cuadrado de los cuatro animales lo está.

En esa sutil diferenciación residen muchas cosas. Grabadla, pues, en vosotros especialmente. Mucho de lo que, hasta ahora, os resultaba incomprensible, quedará perfectamente aclarado por ello.

De las cuatro entidades sapientes, aladas y situadas junto al Trono de Dios: el Carnero, el Toro, el León y el Águila, el Carnero es la entidad que tiene un rostro humano; pues el Carnero lleva en sí el género espiritual de la creación, a partir del cual se forman y evolucionan los seres humanos en la creación.

Eso también se relaciona con la expresión: “Cordero de Dios” y con la herida que éste tiene. Pues esa herida se manifiesta naturalmente en él, como testimonio del fracaso y de la decadencia de los espíritus humanos de la creación, ya que han procedido de él, no directamente, pero sí indirectamente. El flujo de espiritualidad humana no refluye armoniosamente de la creación, sino que queda retenido en las materialidades por llevar adheridas demasiadas culpas.

De este modo, extiendo un palmo más el dominio del saber para vosotros. Pero no se modifica nada de lo que habéis podido aprender hasta el presente. Todo eso sigue en vigor y vibra en absoluta armonía con lo nuevo, aun cuando, en el primer momento, pueda parecer de otro modo.

Y ahora, voy a pasar a los detalles. Parsifal franqueó los límites de la irradiación inmediata de la Trinidad divina; es decir, rebasó los límites de la esfera divina.

Con ello, emitió la irradiación de su núcleo insustancialmente divino hacia el exterior y continuó irradiando fuera de la esfera divina, en el vacío desprovisto de Luz, iluminando, calentando, infundiendo movimiento a todo y manteniendo ese movimiento, como fuente de vida y cual una pequeña parte de Emanuel.

A una distancia apropiada, se formaron inmediatamente las primeras cuatro columnas de las creaciones, que, por la naturaleza de las ligazones que establecieron, contienen todo lo necesario para la creación. No se formaron como las entidades del Trono de Dios, sino que tienen forma humana, si bien de una grandeza y una belleza que, para los conceptos humanos, resultan inverosímiles.

Puestas ante Parsifal en calidad de caballeros del Grial; es decir, como poderosos guardianes y fieles custodias del tesoro confiado a Parsifal por Dios, ese santo receptáculo de su parte insustancial, hacen surtir, al mismo tiempo, los efectos de las cuatro entidades situadas en las gradas del Trono. ¡La cuadratura del círculo de la creación!

Sus géneros tienen los siguientes efectos para las creaciones:

1.               Od-shi-mat-no-ke: Es la forma ideal de la espiritualidad humana, inaccesible a otros por ser perfecta. Por eso aparece bajo el aspecto de real soberano. No lleva en sí más que el género del Carnero, y representa, por tanto, la especie de actividad de éste en la creación originaria. Se podría decir que el Carnero está anclado en él.

2.               Leilak: Es la forma ideal de la virilidad, de la fuerza viril. Lleva en sí una combinación de los géneros del Carnero — de ahí la forma espiritual humana y la forma de toro.

3.               El León: Es la forma ideal del heroísmo. Lleva en sí la combinación del Carnero y del León.

4.               Mercurio: El soberano de todas las impetuosidades de los elementos. Lleva en sí la combinación del Carnero y del Águila.

Cada una de esas cuatro criaturas originarias posee un género particular y debe, además, estar relacionada con el Carnero, dado que todas ellas son espirituales y conscientes, características que están arraigadas en el Carnero.

Así como las cuatro entidades situadas en las gradas del Trono son las columnas y los poderosos guardianes en la esfera divina — fuera de la propia Divinidad insustancial, como es natural — así también, las cuatro criaturas originarias del primer círculo formado alrededor de Parsifal en la espiritualidad originaria o creación originaria, son columnas y poderosos guardianes, y su actividad en común constituye una ligazón perfecta que irradia todo lo necesario para la creación.

La vivificación de esos rayos procede del núcleo luminoso de Parsifal, gracias a cuya irradiación pudieron formarse en calidad de primeras y necesarias columnas fundamentales, al mismo tiempo que son los guardianes más poderosos del santuario.

No es fácil explicaros tanta grandeza y tanto movimiento, ni tampoco lo es fijar todo eso en forma de imágenes para vosotros, cuando resulta que la realidad no es estable, sino que se mantiene en continuo y fluctuante movimiento, recibiendo irradiaciones, transmitiéndolas, volviendo a atraerlas hacia sí para emitirlas nuevamente hacia Parsifal. Todo eso sin interrupción, simultáneamente. Eso solo ya os resulta imposible de concebir.

Por tanto, en esas cuatro primeras criaturas originarias están reunidas todas las fuerzas de la creación emanadas de Parsifal, las cuales están concentradas e intensificadas por las irradiaciones de la misma especie procedentes de los cuatro Animales, y se mantienen en movimiento pujante o propulsor por efecto de la viva Luz de Parsifal, siendo dirigidas por la voluntad de las criaturas originarias, voluntad conforme a su especie.

De ese modo, tal vez os sea factible imaginar un proceso que, expresado en términos terrenales, se acerque lo más posible a la Verdad.

Retened, primero, todo eso firmemente e inculcadlo en vosotros tal como yo lo he expresado con palabras terrenales.

No empecéis otra vez a dar saltos con vuestros pensamientos, ni os preguntéis dónde puede estar el elemento femenino que, según lo dicho en mis conferencias anteriores, debe de estar siempre medio grado más alto. No os pongáis a cavilar tratando de averiguar dónde se encuentran María e Irmingard, que, en todo caso, nunca pueden estar en un plano inferior al de las criaturas originarias. Tampoco aquí existe laguna alguna, sino que todo concuerda perfectamente.

Las cuatro criaturas originarias mencionadas constituyen, en primer lugar, los pilares principales de la estructura de la creación, y a partir de ellas va sucediéndose, en movimiento descendente o a distancias mayores cada vez, todo lo que ya he expuesto en mis explicaciones sobre la creación; pues esas cuatro entidades llevan recopiladas en sí todas las fuerzas de la creación, mientras que los demás no son sino ayudas.

En esta ocasión, también os doy únicamente, para empezar, la dirección que desciende en línea recta hacia los espíritus humanos evolucionados, y dejo sin tocar y sin mencionar todas las ramificaciones, como, por ejemplo, Lohengrin, dado que no es el punto de partida de una irradiación decisiva para la creación por su actividad formadora. Más tarde volveré a ocuparme de ese asunto. Por el momento, os doy los soportes sobre los que se apoya la estructura de la creación.

María no entra en consideración en nada de esto, ni tampoco Irmingard. Cierto que descienden a las creaciones desde lo alto y están ancladas en ellas, pero no están ligadas a ellas firmemente. También ahí reside una diferencia muy grande.

Pese a esos anclajes, no están ligadas a las creaciones, sino que son completamente independientes de ellas y de sus corrientes. Verdad es que las corrientes de la creación pueden acercarse a ellas mediante tales anclajes, haciéndose, así, claramente reconocibles, pero no pueden penetrar en ellas, puesto que, para ello, falta la necesaria ligazón.

María e Irmingard obran sin que pueda haber la menor repercusión en ellas. Su actividad es ayudar, ennoblecer, reconfortar, purificar, sanar o repulsar, pero no establecen ligazón ninguna con la creación por medio de sus irradiaciones. ¡Tenedlo bien presente!

María vino, en efecto, como una parte del Amor de Dios: Jesús, y como una parte de Emanuel, para formar la Santa Alianza. Con la feminidad como tal no tiene nada que ver, sino que se halla frente a la humanidad entera como Amor de Dios.

La feminidad de la creación sólo tiene que ver, como tal feminidad, con Irmingard. Y ésta descendió a la Mansión del Grial en la creación originaria desde la esfera divina, y allí se introdujo en un receptáculo de espiritualidad originaria que ya estaba preparado para ella.

Aparte de que, por un acto de la Voluntad de Dios, se sumió en ella una chispa de la insustancialidad, a fin de que Emanuel pudiera actuar en toda la creación como una unidad tripartita. Esa unidad tripartita de Emanuel en la creación es: Parsifal-María-Irmingard, esto es: Justicia, Amor y Pureza.

Así pues, en un último y sagrado cumplimiento, Emanuel actúa en la creación, simultáneamente en Parsifal, María e Irmingard.

Eso constituye un nuevo acto de Amor que Dios realizó para ayuda y mayor protección de la humanidad que subsistirá después del Juicio, para que la creación no pueda volver a sufrir daños por las flaquezas de los espíritus humanos.

No os sumáis, pues, en la confusión de inútiles pensamientos. Solamente hablo, ahora, de la creación originaria procedente de Parsifal. Ni María ni Irmingard forman parte de ella, pero obran allí según su naturaleza.

Después de las cuatro columnas de la creación originaria se encuentra un segundo círculo algo más alejado. Digamos, considerándolo en sentido terrenal, que está medio grado más bajo que el primero. Ese segundo círculo o plano está repleto de la actividad de las tres criaturas originarias femeninas: Johanna, Cella, Josepha.

Pero no vayáis a imaginaros que esas criaturas originarias están puestas sencillamente en círculo, sino que las distintas especies de su actividad se ejercen en grandes jardines o planos que surgen a su alrededor y por mediación de ellas, junto con numerosas entidades auxiliares y moradores de la creación originaria, todos los cuales actúan alrededor de cada una de esas eminentes criaturas originarias femeninas y masculinas, vibrando al ritmo de sus respectivas especies.

Así es que numerosos caballeros forman el séquito de las primeras criaturas originarias, y que numerosos colaboradores femeninos se adhieren a las criaturas originarias femeninas.

Pero no debemos detenernos ahí por el momento, ya que, sino, el cuadro que quiero daros adquiriría proporciones inasequibles e inapreciables para vosotros.

Hoy, sólo quiero indicar someramente, de qué manera vibra la actividad de las tres criaturas originarias femeninas mediante su irradiación, que atraviesa toda la creación.

Cada una de ellas ejerce una actividad especial; y sin embargo, las actividades de las tres engranan entre sí de tal modo, que casi pueden parecer una sola. Apenas puede distinguirse una divisoria en ellas. Esas actividades, de las que ellas son personificaciones ideales, tienen un carácter puramente femenino.

Hablemos primero de Johanna: Con palabras precisas no se puede expresar su actividad, porque eso reduciría inmediatamente la condición del concepto. Por eso, sólo diré brevemente que esa actividad concierne al hogar. Consiste en crear un ambiente íntimo, atractivo, armonioso. Ahora bien, se trata del hogar en un sentido amplio, no solamente bajo el aspecto de un pequeño hogar humano-terrenal.

En realidad, éste también está incluido en esa actividad, pues los efectos de la misma se manifiestan en lo grande como en lo pequeño, incluso en lo más pequeño. Pero se trata aquí de la cosa en sí, no de una pequeña forma de la misma.

A título de ejemplo, cito ese sentimiento de profundo apego al suelo natal, capaz de inflamar a pueblos enteros del entusiasmo más verídico, cuando un enemigo trata de herirlo codiciosamente.

A tal respecto, podría citar miles de ejemplos, y sin embargo, a pesar de todo, nunca seríais capaces de reconocer la verdadera grandeza que reside en la actividad de Johanna, esa grandeza que ella también trata de imprimir en cada espíritu humano como un legado sagrado susceptible de elevarle muy alto y conferirle un sólido apoyo.

Y ese legado ha sido dado, en primer lugar, a la feminidad, de ahí que, a menudo, descanse en ella el destino de todo un pueblo.

La actividad de Cella no es de naturaleza menos delicada. Con gran esmero, implanta en lo espiritual el silencioso respeto ante la futura maternidad, con toda la intangibilidad y sublimidad que ahí residen. De la manera más majestuosa y con el temor más reverente que se ponen de relieve en esas proximidades, lo implanta en todos los que aún son puros de espíritu.

Josepha, por su parte, pone la base del debido respeto a las envolturas o cuerpos, considerados como un bien confiado por la gracia de Dios y merecedores, por tanto, de un trato adecuado. Como es natural, no se trata solamente de cuerpos terrenales, sino de todas las envolturas que existen en la creación, las cuales, al fin y al cabo, siempre han sido dadas con el fin primordial de proteger la evolución del núcleo espiritual y del núcleo sustancial, razón por la cual han de ser consideradas también en toda pureza.

También las envolturas enfermas contribuyen a la evolución del núcleo, que, cubierto de una envoltura más sana, tal vez no habría despertado tan rápidamente.

La actividad de Josepha tiene el mismo valor que la de las otras y es lo mismo de importante para los caminos de todas las peregrinaciones por la creación. Son condiciones fundamentales para una maduración normal de todas las criaturas de las creaciones, tal como quiere Dios. Lo atraviesan todo como con hilos finísimos y se manifiestan en sus efectos de las formas más variadas, puesto que están latentes en el espíritu y se mantienen en movimiento, inarticuladas, informes. Todo esto empuja y apremia, pero sólo el sentimiento puede comprenderlo debidamente, sólo él puede hacerlo una realidad beneficiosa.

Si la facultad sensitiva está oprimida por la dominación del intelecto, se abre un abismo entre vosotros y todo lo que se agita en la creación originaria al servicio de la Voluntad de Dios, con lo cual también se produce forzosamente una perturbación de la necesaria vibración de la creación.

Las actividades radiantes de las tres criaturas originarias: Johanna, Cella y Josepha, constituyen una acción conjunta, inmensa, fundamental, compenetradas unas con otras y, sin embargo, separadas entre sí.

Y ahora, avancemos medio grado más, lo cual, evidentemente, supone, en realidad, distancias que apenas podréis concebir. Allí, encontramos una nueva criatura originaria: Vasitha.

Es la vigilante guardiana puesta a la salida de la parte más sublime y más pura de la creación originaria, en cuya cúspide se alza la maravillosa Mansión del Santo Grial, radiante de magnificencia y de paz.

Con Vasitha y su ambiente se cierra la parte superior de la creación originaria. Está a la puerta e indica el camino hacia el exterior a todo elemento espiritual obligado a seguir su marcha para su propia evolución. Muestra el camino hacia el puente que, cual gigantesco arco iris, se tiende por encima de profundos abismos y lleva hasta esas regiones donde se requiere un mayor enfriamiento y una mayor distancia de la Luz para poder llegar a ser consciente de la propia existencia, a fin de tomar forma allí y adquirir el máximo florecimiento.

Majestuosa, se alza allí Vasitha indicando el camino con su lanza, mientras que, con penetrante mirada, examina todo y se percata de lo que no es capaz de seguir estando en la primera parte de la creación originaria, obligándolo, entonces, a pasar ante ella. Su palabra indicadora da fuerzas a todos y sirve de fiel escolta.

Así abandonan esas regiones los que pueden tomar forma en calidad de espíritus creados. Salen en compañía de los que aún reposan en el último precipitado y todavía tienen que recorrer el camino de una lenta evolución, a fin de poder llegar a ser conscientes de su existencia. Se retiran hacia lejanías inconmensurables, poseídos de un ferviente anhelo de Luz divina.

Para terminar, haced un pequeño resumen de lo que acabo de decir:

El camino de las irradiaciones de Dios destinadas a la creación y, por tanto, a todos los seres humanos también, pasa por el cuadrado constituido por los cuatro animales situados en las gradas del Trono de Dios, animales que, hasta ahora, sólo conocíais de nombre. Las cuatro primeras criaturas originarias de la creación llevan en sí las irradiaciones de esos animales. Forman, pues, para el ciclo de la creación, el cuadrado en la espiritualidad originaria. El ciclo de la creación es accionado y mantenido en continuo movimiento por la Fuerza de la Luz, que, emanada del núcleo insustancial de Parsifal, actúa vivamente.

Dejad que este cuadro fundamental se fije sólidamente en vosotros, de forma que, más adelante, pueda yo ir extendiéndolo agregando una imagen tras otra, a fin de ampliar vuestro saber sin que vuestra mirada se turbe. Lo conseguiréis si queréis.

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EN LA LUZ DE LA VERDAD

MENSAJE DEL GRIAL

por Abd-ru-shin

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Traducido de la edición original en alemán: Im lichte der

Wahrheit – Gralsbotschaft. Esta obra está disponible en 15 idiomas:

español, inglés, francés, italiano, portugués, holandés, ruso, rumano, checo, eslovaco, polaco, húngaro, árabe y estonio

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